Las secretas reuniones entre el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, y el hombre de confianza del “alperovichismo” y actual ministro del Interior, Miguel Acevedo, no sólo dejaron en claro un pacto de impunidad en el que asoma el actual senador nacional y ex mandatario provincial, sino que también desnuda millonarios negocios inmobiliarios que van a contramano del Código de Planeamiento Urbano de una ciudad que quiere preservar sus características esenciales.
¿Cómo se explica el crecimiento sin control de Yerba Buena? Tres son los negociados inmobiliarios que hicieron perder la memoria al intendente Campero, en sus deseos de campaña electoral de luchar contra aquellas construcciones que no estaban en directa relación con el cumplimiento de las normativas vigentes.
Una de ellas es la del Fideicomiso Barrio Cerrado Las Rotondas –desarrollado en la página 8-. El otro es el negocio apostado a 500 metros de la avenida Presidente Perón, al que se denomina Praderas Resort. En la actualidad cuenta con un total de 200 lotes, de los cuales no todos se encuentran ocupados.
El emprendimiento fue desarrollado por Arquitectos Asociados, representado por Javier Zerda, y por Modmany, relacionado con un importante medio de comunicación de la provincia. La idea era brindar un alto nivel de confort y calidad de vida para quienes eligieron habitar el mencionado espacio, que ya cuenta con un importante número de vecinos.
Este millonario negocio inmobiliario curiosamente no se encuentra subido a la Dirección de Catastro de la provincia, debido a que la totalidad de los lotes se encuentran con un único número de padrón, además de tener una resolución que los beneficia con una significativa baja en la valuación, lo que implicaría en la práctica una maniobra de evasión impositiva. Ese sería uno de los guiños del “alperovichismo” residual existente en muchos de los organismos de control estatal.
Otra cuestión llamativa es la firma de un acuerdo entre Campero, Arquitectos Asociados y la Dirección Provincial del Agua (DPA), en las que el municipio yerbabuenense avalaría el final de obra pese a que no se realizaron las obras hídricas correspondientes y que debiera haber exigido la DPA.
La situación hubiera pasado desapercibida, de no ser por otra grave falencia, que implica la modificación del proyecto inicial, que ahora contempla la construcción de cuatro torres dentro del mismo predio. Ese cambio habría molestado a los vecinos que ya adquirieron los lotes, teniendo en cuenta que no gozarían de la privacidad que les habían prometido. Ello motivó a que presentaran un amparo ante la Justicia, lo que hizo trascender los detalles que aquí compartimos. La medida judicial logró que se paralizaran las obras, pero muchos de los adquirentes temen que una “mano negra” vuelva a activar la construcción.
Torres y más torres en Yerba Buena
Sin duda que el tercer emprendimiento en cuestión, que se involucra en este pacto secreto, lo constituyen las Torres de Alperovich Group SA, que pasó por las más diversas etapas, al decir de la actitud del intendente Mariano Campero. Mientras que en su campaña electoral, el joven insistía en la demolición de las construcciones autorizadas en la gestión de Daniel Toledo; una vez que asumió en la intendencia, trató de generar una vía de solución que no implicaba retroceder la violación al Código de Planeamiento Urbano. Luego avanzó en una compensación de construcción de pavimento en el que se destacaron los sobreprecios. La realidad marca que las torres siguen allí, perennes como la falta de respeto a las normas vigentes. Lo preocupante es que ese tipo de construcciones, de gran altura si se tiene en cuenta las limitaciones establecidas en la “Ciudad Jardín”, se están poniendo de moda mientras los funcionarios miran para otro lado. Sólo son unos pocos los que, en voz baja, dicen que los pactos no existen, “pero de que los hay, los hay…”