Fue presidente de la Cámara Argentina de la Construcción. Declaró como imputado colaborador” en el juzgado que investiga la causa de los cuadernos. Aldo Roggio también aportó datos.
El empresario Carlos Wagner que declaró como “arrepentido” en la causa de los cuadernos y bolsos K involucró directamente a la ex presidenta Cristina Kirchner como jefa del sistema de recaudación ilegal que él mismo contribuyó a armar.
El ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción declaró que tanto el ministro de Planificación Federal de los Kirchner, Julio De Vido, como la propia Cristina sabían de los pagos ilegales que recolectaba Baratta. El viernes a la tarde habló cuatro horas frente a Stornelli, quien lo convenció de acogerse a la figura del “arrepentido”.
En la Justicia consideran que ese testimonio es crucial para la causa.
La senadora con fueros Cristina Kirchner deberá presentarse ante el juez Claudio Bonadio en calidad de imputada como jefa de una asociación ilícita que juntó alrededor de 160 millones de dólares por fuera del circuito legal. Wagner aportó su testimonial que complica a la ex presidenta. Pero no es la única prueba que habría en el expediente en contra de Cristina.
El ex jefe de la Cámara de la Construcción pasó esas cuatro horas frente a Stornelli detallándole cuál había sido rol en la llamada “cartelización” de la obra pública.
Siempre según su versión, a la que los investigadores consideran verosímil y comprobable y en parte comprobada, las constructoras que ganaron licitaciones de obra pública durante la era K estaban adjudicadas de antemano y todos los participantes de esos procesos administrativos lo sabían. Incluso el Gobierno.
Wagner tenía -al menos hasta el viernes- una vieja relación de amistad con la familia Kirchner.
En su declaración como “arrepentido” afirmó que la distribución “trucha” de parte de los fondos estatales que sus colegas ganaban gracias a los contratos multimillonarios para construir infraestructura volvía a los Kirchner a modo de coimas o sobornos para poder continuar formando parte de ese “club” de beneficiados y beneficiarios. Según los investigadores, Wagner dijo que Cristina estaba al tanto de todo lo que pasaba y hasta sabía al detalle de cómo marchaba la “recaudación” entre empresarios que ejecutaban Baratta y otros.
Wagner habló tanto frente a Stornelli que,en un momento, la charla se interrumpió para que ambos comieran sandwiches de miga comprados en la confitería “Dos Escudos”, ubicada cerca de la Plaza San Martín.
Otra declaración también aportó datos clave para la investigación y apuntó al Gobierno kirchnerista. Quien la protagonizó es accionista de un holding argentino que se ramificó a diferentes países del mundo, dedicado hace un siglo a la construcción, la energía y otros rubros, como el transporte.
Se trata de Aldo Roggio, del grupo empresarial BRH, concesionario de subtes, recolección de basura y ganador de contratos de obra pública desde 1908. Clarín pudo saber, en base a fuentes judiciales, que Roggio admitió que pagó a ex funcionarios K de Planificación Federal. En especial a Roberto Baratta, montos de alrededor de cien mil dólares y de cincuenta mil dólares. Roggio las llamó “contribuciones exigidas” para la campaña electoral y dijo que fue “dinero propio a título personal”.
fuente: clarín