Desde la Conquista del Desierto, encabezada por el general Julio Argentino Roca, entre los años 1878 y 1885, y que produjo el primer gran genocidio argentino, hasta la “desaparición forzada” (según la Justicia) de Santiago Maldonado, las tierras donde habría desaparecido el artesano supuestamente a manos de un grupo de gendarmes, propiedad del Grupo Benetton, están marcadas por historias de violencia y sangre que bien vale la pena repasar.
El mayor terrateniente
Luciano Benetton, la cabeza del grupo empresarial italiano United Color of Benetton, es el mayor terrateniente de la Argentina después del Estado nacional y las provincias. A través de la Compañía Tierras del Sud Argentino (sucesora de The Argentine Southen Land Company Limited), es dueño del 9% de las mejores tierras de la Patagonia. En total, la firma comercial, cuyo presidente es su hermano Carlo, posee 900.000 hectáreas repartidas en las provincias de Neuquén, Rio Negro, Santa Cruz, Chubut y en menor medida en Balcarce, en la provincia de Buenos Aires.
En la Patagonia, a Luciano Benetton lo llaman “El señor de las estancias”. Es que sus sociedades son propietarias de ocho establecimientos rurales, entre ellos, la estancia Leleque, una de las más antiguas de la zona. Desde el 1 de agosto, día en que el artesano Santiago Maldonado habría sido desaparecido de manera forzada por un grupo de gendarmes dentro de esos campos, el apellido Benetton, y la estancia Leleque, está en boca de todos.
Leleque tiene una extensión de 183.100 hectáreas. A ese lugar paradisíaco los trabajadores lo denominan “La Jaula”, ya que la belleza de esa zona patagónica quedó atrapada por tranqueras con candados y alambres de púa. Desde el año 2005, casi un 30% de esas hectáreas fueron “tomadas”, “usurpadas” o “recuperadas”, según quien relate la historia, por un grupo de mapuches que reclaman la propiedad de ese territorio que ancestralmente le pertenecía, y que la Compañía Tierras del Sud Argentino, con la supuesta complicidad judicial y política, se habría apropiado de manera ilegal, según las causas judiciales que tramitan en los tribunales chubutenses, aunque los magistrados siempre fallaron a favor de los empresarios italianos.
Dentro de Leleque, y por un convenio firmado entre Carlo Benetton, la Secretaría de Seguridad de la Nación (cuando el presidente era Carlos Saúl Menem) y la provincia de Chubut, funciona una comisaría y, aunque muy pocos conocen este detalle, una base logística de Gendarmería. Desde ese lugar partieron, por ejemplo, parte de los efectivos que desalojaron de manera violenta a un grupo de la comunidad mapuche “Lof en Resistencia” del departamento de Cushamen, entre los días 10 y 12 de enero pasado.
La orden fue impartida por el juez Guido Otranto. El mismo que investiga la presunta “desaparición forzada” de Maldonado después de ordenar otro desalojo, esta vez corte de la ruta 40, a la altura del kilómetro 1848 lugar donde, desde hacía varios días, unos 20 mapuches acompañados por Maldonado –quien no es aborigen pero apoya su causa- reclamaban por la libertad de Facundo Jones Huala, el líder de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), detenido durante los primeros días de enero, junto a su primo Fausto Emilio Jones Huala y otros nueve integrantes de la comunidad aborigen.
De esos once detenidos sólo queda preso el líder RAM ya que hay un proceso de extradición abierto por solicitud de la Justicia chilena que lo acusa de haber participado en la quema de una estancia donde falleció un matrimonio de cuidadores mientras dormían.
El pasado viernes 8 de septiembre, cuando el juez federal Otranto ordenó rastrillar el Río Chubut para ver si descubrían rastros de Maldonado (o su cuerpo sin vida), parte de los efectivos de la Policía Federal Argentina y Prefectura Naval utilizaron como base operativa la Estancia Leleque. La autorización la otorgó directamente Carlo Benetton, el hombre de la familia encargado de las inversiones en la Patagonia Argentina.
Todo es historia
Según los documentos oficiales de la propia empresa, la Compañía de Tierras del Sud Argentino S. A. fue originalmente inglesa y se conformó el 1 de mayo de 1889, fundada en Londres bajo el nombre “The Argentinian Southern Land Company Ltd”. Fue creada para administrar los campos de un puñado de lores ingleses, devenidos en poderosos terratenientes en el país, que habían recibido esas tierras como parte de pago del Estado Argentino a la Corona Británica por haber financiado la campaña militar denominada “Conquista del Desierto” entre los años 1878 y 1885.
Aquella matanza y desplazamiento de los pueblos originarios mapuches, ranqueles y tehuelches, entre otros, fue liderada por el general Julio Argentino Roca, concuñado de quien en 1889, fecha de la creación de la Compañía, era el Presidente de la Nación, Miguel Juárez Celman.
Durante la sanguinaria campaña de Roca se desplazaron y asesinaron, por ejemplo, a los mapuches-tehuelches que vivían en las tierras que hoy son de Benetton y que reclaman ancestralmente como propias. Siempre según los documentos oficiales de la empresa -ahora en manos de Benetton-, el 3 de Julio de 1975, la Great Western, una empresa offshore radicada en Luxemburgo -y que por entonces estaba en manos de una de las grandes familias terratenientes nacionales, los Menendez Hume, Ochoa & Paz Repetto- compró el paquete accionario de la sociedad inglesa y pasó a ser de capitales netamente nacionales.
Siguió operando con ese nombre, y administrando inclusive la estancia Leleque, hasta el 26 de mayo de 1982. Ese día, los accionistas de manera unánime decidieron cambiar su nombre por el actual Compañía de Tierras del Sud Argentino S.A. La razón: los ingleses estaban en guerra con los argentinos por las Islas Malvinas.
En 1991, las acciones de la firma -con propiedades, vacas y ovejas- pasó a manos del grupo italiano Edizione Holding International N.V. del Grupo Benetton. Como presidente de la Compañía de Tierras del Sud Argentino S.A. fue designado Carlo Benetton y el resto del directorio estaba (y lo está aún) conformado por argentinos.
El imperio Benetton en Argentina en números
La verdadera dimensión de los campos de la familia Benetton sólo puede comprenderse si se hace un relevamiento de sus propiedades, muchas de ellas ubicadas en zonas de seguridad nacional, es decir, en las fronteras. En nuestro país, el hombre de las remeras y los colores estridentes es dueño de:
-900.000 hectáreas en campos en Buenos Aires, Chubut,
Río Negro y Santa Cruz. A diferencia de los otros extranjeros dueños de tierras como Douglas Tompkins o Ted Turner, Benetton explota los campos a su máximo nivel de productividad.
-80 millones de dólares es la inversión que realizó en la compra de esas tierras.
-15 millones de dólares fue el dinero que usó para la remodelación y la puesta a punto de sus estancias.
-290.000 ovejas, según los últimos datos de SENASA.
-16.000 son las cabezas de ganado vacuno que tienen en la actualidad.
-5.200 son las hectáreas forestadas por sus sociedades.
-8.000 hectáreas están destinadas a la agricultura en la provincia de Buenos Aires.
En La Patagonia tienen ocho de las mejores estancias. El 31 de marzo de 1995, adquirieron la estancia El Cóndor, ubicada a 72 kilómetros de Río Gallegos. Tiene una superficie de 8.000 hectáreas. Ese mismo año, los italianos compraron también las estancias Cruz Ayke y La Porteña. Ambas propiedades suman 200.000 hectáreas, están emplazadas en la provincia de Santa Cruz.
En abril de 1997, incorporan al casco principal la estancia vecina Monte Aymon de 20.000 hectáreas. En la misma provincia, en la localidad de San Julián, compran la bellísima estancia Coronel de 335.000 hectáreas con 10 kilómetros de costa y paisaje mediterráneo.
Pero las compras de los hermanos Benetton no terminaron en la provincia que supo gobernar el ex presidente Néstor Kirchner. En Chubut compraron la ya mencionada Leleque. La otra es El Maitén. Abarca unas 123.000 hectáreas. En Río Negro adquirieron la estancia Pilcañeu, de 50.000 hectáreas.
Según aseguran en su página web, “el 60% de las personas que trabajan en las Estancias de la Cordillera Leleque, El Maitén y Pilcañeu es de origen mapuche“. Y aseguran que “siempre ha sido un compromiso de la Compañía tener transparencia en la contratación de su personal, brindándole los mayores beneficios adicionales posibles, tales como viviendas de primer nivel y servicios”.
Sin embargo, antes del conflicto que mantienen en la actualidad con la RAM, en la estancia Leleque los Benetton mantuvieron un arduo conflicto con Rosa Curiñanco y Atilio Nahuelquir. La familia mapuche se había instalado en parte de ese predio ocupando unas 550 hectáreas que en la dirección de catastro de Chubut figuraba como “tierras fiscales” y que antes de la “Campaña del Desierto” del general Roca pertenecían a sus ancestros.
Antes de ocuparlas dieron aviso a las autoridades de Esquel que, en principio, no pusieron reparo alguno. Sin embargo Carlo Benetton, a través de sus apoderados, accionó judicialmente presentando ciertos papeles y mapas satelitales, asegurando que esas tierras no eran fiscales, sino de la Compañía.
El juez José Collabelli, de Esquel, ordenó el desalojo preventivo de los aborígenes. El 7 de mayo de 2004, la familia mapuche debió enfrentar un juicio contra una de las empresas más fuertes del mundo. Más tarde otro magistrado, Jorge Evo, falló también falló a favor del millonario de Treviso, dado que la familia mapuche no pudo demostrar fehacientemente la propiedad de esas tierras que aseguraban eran de sus antepasados.
Finalmente fueron desalojados por Gendarmería a palazos y balas de goma. Pero insistieron y reclamaron tanto que el propio Luciano Benetton los recibió en una de sus mansiones en Roma.
No viajaron solos. Fueron acompañados por el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel (quien le contó sobre la reunión a quien escribe esta nota) junto con representantes de la Organización Mapuche/ Tehuelche 11 de Octubre. Fue en noviembre de 2004. Del cónclave también participó el entonces embajador argentino en Italia, Victorio Tachetti, y el alcalde romano, Walter Veltroni.
Al final del encuentro, según relató Pérez Esquivel, los Benetton aceptaron “de palabra” devolver las tierras que ancestralmente les pertenecían a los Curiñanco. Sin embargo, cuando la comitiva ya estaba en la Argentina, la Compañía de Tierras del Sud Argentino S. A. –siempre según los dichos del Premio Nobel- les informó que “los Benetton ofrecían donar tierras, pero en otro lugar de la Patagonia, no ahí”.
Los mapuches no accedieron a irse, volvieron a ocupar el lugar, pero esta vez Luciano y Carlo Benetton no los desalojaron. Les dijeron que podían quedarse hasta que muera el matrimonio pero que sus descendientes deberían irse al fallecer sus padres, un hecho que por fortuna aún no ocurrió.
La pareja mapuche –que no participa de la violencia RAM ni de los cortes de ruta- observó cómo después otros descendientes ancestrales, que también aseguraron que esas eran tierras fiscales y no de Benetton, los imitaron. El resto pertenece a la historia reciente.
Los doce desalojos y represiones de los últimos tres años solicitados por los Benetton ante la Justicia fueron estimulados por la Sociedad Rural chubutense, que había alertado a los terratenientes de la zona sobre el peligro que presentaba la ocupación de los Curiñanco presagiando que “otras familias mapuche podían seguir el ejemplo” y que eso desataría en la región “una ola de violencia y sangre”.
Sergio Maldonado, hermano del artesano intensamente buscado, asegura que el reclamo sobre “el asentamiento de los Benetton en tierra Mapuche” generó el apoyo de Santiago, hasta hoy desaparecido.
La mayoría de los datos estadísticos y documentos utilizados en esta investigación están basados en el libro “Tierras S.A., crónicas de un país rematado”, escrito por el autor de esta nota y el periodista Daniel Enz y que fue publicado por Editorial Aguilar.