A partir del miércoles, el Tribunal Oral Federal 6 comenzará a juzgar a Fernando Sabag Montiel, su ex novia Brenda Uliarte y el jefe de ambos, Nicolás Carrizo.
A un año y casi nueve meses de que un hombre le apuntara con un arma a la cabeza a Cristina Kirchner cuando llegaba a su casa y saludaba a sus simpatizantes, los acusados por intentar matar a la entonces vicepresidenta comenzarán este miércoles a ser juzgados: Fernando Sabag Montiel, el atacante; Brenda Uliarte, su ex novia, y Nicolás Carrizo, el jefe de ambos y señalado como un participante secundario, podrán en juego diferentes estrategias frente al Tribunal Oral Federal 6 que verá desfilar casi 300 testigos. Entre ellos, estará Cristina Kirchner, que además es querellante en la causa. Su objetivo estará en tratar de probar que hubo lazos políticos detrás de este ataque, una hipótesis se está investigando y no es eje de este debate.
El juicio comenzará este miércoles, a las 9.30, en la sala AMIA, la más grande de Comodoro Py 2002. Los encargados de dar un veredicto serán los jueces Sabrina Namer, Adrián Grünberg e Ignacio Fornari. La seguridad del edificio ya fue reforzada. El tribunal dispuso que sólo ese día las cámaras puedan registrar el inicio del debate. A un día de audiencia por semana, el juicio podría durar más de seis meses, se especula.
El hecho, dicen en tribunales, no tiene muchas complejidades: filmaciones y testimonios acreditan que en la noche del 1° de septiembre de 2022 Cristina Kirchner llegaba a su casa, en la esquina de Montevideo y Juncal en el barrio porteño de Recoleta, la esperaban un nutrido grupo de simpatizantes, como ocurría desde unos días antes cuando el fiscal Diego Luciani pidió su condena a 12 años de prisión por asociación ilícita y defraudación al Estado en la causa Vialidad. La rodeaba su custodia que no se dio cuenta de nada. Sabag Montiel estaba entre la multitud. Se acercó y le apuntó a CFK en la cara con una Bersa calibre.32, que gatilló al menos una vez. La bala no salió porque no estaba cargada en la recámara. Terminó atrapado por militantes. La acusación es por “homicidio doblemente calificado por alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas agravado por el uso de arma de fuego”.
“Cuando vine acá luego de salir del Senado la gente me estaba esperando a la salida de casa con cánticos, apoyo y libros para firmar. Cuando bajo, hago un trayecto y la gente se forma en un semicírculo sobre la calle Juncal. Yo comienzo a caminar, saludo a la gente y muchos de ellos traen libros para que se los firme. Cuando estaba dando la vuelta por la calle Juncal, veo que alguien revolea un libro. Es la primera vez que me pasa desde que presenté el libro”, declaró Cristina Kirchner al día siguiente, en el living de su casa, frente a la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo, cuando aún ambos funcionarios no se habían convertido en el blanco de las críticas de la querella.
“Nunca me paso que revoleen un libro. Cuando pasa eso, me agacho a agarrarlo. Cuando me levanto, veo que se arma un tumulto de personas que agarran a una persona. Ahí recordé que el día anterior un repartidor había agredido a una persona de mi custodia y pensé que era un caso similar. Luego, termino el circulo, firmo unos libros más y entro a mi domicilio. Cuando venía en el ascensor, mi secretario Diego Bermúdez estaba muy nervioso y me dijo que creía que había habido un arma porque había escuchado un clic. Cuando llegamos al domicilio, nos sentamos en el comedor diario, vimos las imágenes y constatamos lo que había ocurrido. Ahí me empiezo a enterar lo que había pasado (…) Reitero, solo me di cuenta del hecho cuando lo vi por televisión”, añadió.
A unos metros de donde estaba Sabag Montiel, estaba también su entonces novia Brenda. Al ver la detención, la joven se escabulló en el tumulto. Llamó a sus conocidos, terminó durmiendo en la casa de un ex novio, después se fue a la casa del grupo “copitos”, fueron todos juntos a Crónica TV, después dieron una nota a Telefé. Ella estaba con un tapado de piel. Acusaron a “Nando” y dijeron que no sabían nada del ataque. La joven quedó detenida en la noche del 4 de septiembre, cuando los investigadores detectaron su presencia en el lugar. Las conversaciones en su teléfono terminaron de complicarla.
Según se logró determinar en la causa apenas unos días después del ataque fue que el plan para matar a Cristina Kirchner comenzó hace casi un año: el 22 de abril del 2022. “Para limpiar la Argentina hace falta que corra sangre”. Ese día, la joven le contó a una amiga que tenía un arma. Tres meses después, el 4 de julio, Brenda le reveló a Agustina Díaz, su amiga agendada como “Amor de mi vida”: “Voy con el fierro y le pego un tiro a Cristina… me dan los ovarios para hacerlo … el tema es cómo porque la vieja tiene seguridad”.
Ya en julio, Brenda Uliarte tenía pensado atentar contra la vida de la Vicepresidenta utilizando un arma de fuego. Estaba organizándose para “ir a hacer bardo a la Casa Rosada”. De su teléfono surgen frases como “Yo estoy con ganas de ir a reventar la quinta de Olivos o la casa rosada con bombas molotov”; “a mí si me re dan los ovarios para hacerlo”; “sé usar un fierro, no soy francotiradora pero algo es algo. Hay que encontrar un hueco, ser estratega. No es fácil pero hay que encontrar la vuelta”; o “no voy a ser boluda de automandarme al muere”.
En sus diálogos también se supo su participación en una marcha a Casa de Gobierno que había organizado Revolución Federal y de su obsesión por Eduardo Miguel Prestofelippo, conocido como “El Presto”, un youtuber vinculado a la militancia libertaria, anticuarentena y antikirchnerista y que fue denunciado por amenazar en redes sociales a la vicepresidenta. Habían pasado una noche juntos y ella hasta pensaba en hackearle el teléfono.
A Carrizo lo terminarían comprometiendo las conversaciones que se encontraron en su teléfono cuando lo entregó voluntariamente como testigo. “Esto estaba planificado para dentro de una semana (…) hizo todo mal”, le dijo a su hermana, preocupado además porque el arma que se había usado podía ser la suya. Carrizo intentó sostener que había sido todo una broma, pero la Justicia no creyó en que se tratara de simple humor negro.
En la acusación estará la fiscal Gabriela Baigún junto a los abogados de CFK, José Manuel Ubeira y Marcos Aldazabal. A Sabag Montiel lo representa la defensora oficial María Fernanda López Puleio. La defensa de Carrizo estará en manos de Gastón Marano, quien está desde el inicio de la causa apenas su cliente entregó como testigo el teléfono que lo convertiría en sospechoso.
Brenda pasó por un defensor oficial, luego repentinamente cambió por el abogado Carlos Telleldín -que ya había tenido un amague de entrar al caso al inicio por un llamado del padre de la joven- y ahora está siendo asesorada por Alejandro Cipolla, quien no tiene problema en definirse como un abogado mediático que suele enfrentar polémicas y discusiones en los programas de la tarde.
Sabag Montiel, Uliarte y Carrizo viven en distintas cárceles, aislados, desde que fueron detenidos. Sabag ni siquiera recibe visitas. Las únicas veces que salieron de allí fue para ir a tribunales. De hecho, los tres ya fueron condenados tras el ataque a CFK por tenencia de documento falso. Brenda y Sabag, distanciados, volvieron a verse en ese juicio en los tribunales de San Martín, en una pincelada que augura qué puede pasar en este nuevo debate aunque esta vez el riesgo de la condena y la pena posible es mucho mayor. El día anterior al encuentro con Sabag, Brenda había tenido un ataque de furia en la cárcel y, según los psicólogos que la entrevistaron, mostraba “ideas paranoides”
Sabag, durante este tiempo, se dedicó durante este tiempo a escribir cartas a distintos jueces para denunciar y dar su versión de los hechos. “No soy un sicario”, “no sé disparar” y “nadie nos pagó”, decían esos textos, tal como lo reveló por entonces Infobae. Desde los “delirios” de su novia Brenda Uliarte hasta acusaciones contra al jefe de los copitos Nicolás Carrizo por haber sido “comprado por CFK”, de la muerte de Alberto Nisman a una denuncia por tráfico de órganos que presentó en la sede la Policía de Seguridad Aeroportuaria cuando estuvo allí alojado, las cartas de Sabag Montiel refuerzan para los investigadores su perfil psicológico: buscan que le reconozcan que fue él, y solo él, el autor del atentado de Cristina Kirchner.
Habrá que oir con atención a los peritos que hicieron su perfil psicológico que lo describen como una persona llena de “pedantería” y “vanidad”, que se comparaba con Nelson Mandela y buscaba “ajusticiar a una chorra” y “provocar una reacción en el pueblo”. En sus exposiciones por afuera del proceso -no en indagatoria- el joven de origen brasileño sostuvo que el ataque “fue más simple de lo que todos creen”, que “nadie” le ordenó el ataque y descartó las hipótesis del kirchnerismo que vincularon a Patricia Bullrich o Gerardo Millman tras el ataque. Se descuenta que la querella recordará que entre las imágenes de su teléfono Sagag tenía una foto con el hoy presidente Javier Milei.
Algunos se preguntan si durante el juicio podrá probarse la estrategia a la que apunta la defensa oficial, a cargo de Fernanda López Puleiro, que pone en duda si el acusado está apto para enfrentar un proceso penal.
La historia de Brenda también estará en foco en la estrategia defensista. Se buscará exhibir su vulnerabilidad. Una historia de abuso y la perdida de su bebé recién nacido durante la pandemia forman parte de ese cuadro. En distintas conversaciones que obran en la causa, quedó expuesto que Brenda odiaba a su padre y su simpatía con el kirchnerismo. Después, con el cambio de abogado por Telleldín y con la causa ya elevada a juicio, envió una carta al tribunal acusando a Sabag y desligándose de todo. Afirmó dijo que quiso evitar el ataque y que Sabag Montiel tenía vínculos con Revolución Federal y con Gerardo Milman
“Yo no sé por qué ‘Nando’ hizo esto, pero sí sé que él no es capaz de organizar y hacer todo esto solo. Claramente alguien está atrás. Yo nunca vi a Milman pero decían que le pagaba a varias personas para que participaran en manifestaciones y con ello generar disturbios y violencia alrededor de la residencia de Cristina Kirchner. A ver. Yo no digo que financiaron el atentado pero sí financiaban para agitar y armar quilombo. Y (el jefe de los copitos preso Nicolás) Carrizo sabe todo eso, pero él va a cubrir a ‘Nando’ porque no quiere tener quilombos con los de arriba, saben que hay peso pesados”, afirmó.
La exposición de Brenda en esa carta vino a jugar en sintonía con la estrategia de la querella. Aunque la querella lo motorizó desde el inicio, las actividades de la agrupación de derecha Revolución Federal no formaron parte de expediente y se investigan en una causa aparte. La investigación sobre el diputado Milman, en tanto, está bajo análisis en instrucción. Esa hipótesis surgió cuando Jorge Abello, asesor de un entonces diputado del Frente de Todos, se presentó 23 días después del atentado y dijo que había escuchado a Milman en un bar del Congreso, 48 horas antes del ataque, decir “cuando la maten yo voy a estar camino a la costa”.
El tribunal rechazó el pedido de la querella y la fiscalía para escuchar como testigos a la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich; a Carolina Elizabeth Gómez Monaco e Ivana Bohdziewicz, ex secretarias del diputado de la nación Gerardo Milman; a la vecina de Cristina Kirchner, Ximena de Tezanos Pinto, y a los integrantes de Revolución Federal Jonathan Morel; Leonardo Sosa; Gastón Guerra y Sabrina Basile. Para esos casos el tribunal aclaró que eventualmente podrán ser convocados “a las resultas del debate”.
En la lista de los 277 testigos figuran custodios, militantes, peritos, psicólogos sin. Y también Cristina Kirchner. Todo hace creer que su declaración apuntará a criticar la investigación que llevó adelante la jueza Capuchetti -a quien recusó sin éxito- y al fiscal Carlos Rívolo, bajo su convicción de que el intento de homicidio estuvo motorizado por razones políticas. “Toda la investigación se caracterizó por evitar conocer la verdad”, había dicho el día de elevación del caso. “Para CFK no hay ni habrá justicia, ni como acusada ni como víctima. Me quieren presa o muerta”.
fuente: infobae