Cómo construyó su emporio el sindicalista más poderoso de la Argentina, que ahora enfrenta una megacausa por evasión y lavado por cuatro mil millones de pesos.
Hugo Moyano pegó un grito estentóreo.
—¡Yo represento a los trabajadores mientras que “Los Gordos” se aprovechan de los trabajadores para hacer negocios! —sacudió el tablero en una reunión de la CGT.
La central sindical crujía por las desavenencias internas. En aquellos movidos años ´90 el camionero despuntaba con una estrategia combativa, en claro contraste con la complacencia de muchos de sus pares con las políticas neoliberales de Carlos Menem.
El rótulo de “Los Gordos” nació en esa singular coyuntura que no se ocupaba de la contextura física de los sindicalistas sino del ensanchamiento de sus bolsillos.
Dos décadas después Moyano se convirtió en aquello que criticaba: “el engorde” del ex jefe de la CGT fue un proceso lento y sistemático que lo catapultó como el dirigente gremial más poderoso de la Argentina. Su red de influencia y negocios se extendió hacia lugares tan disímiles como pueden ser sanatorios, compañías textiles, de seguros, ferrocarriles y clubes de fútbol. La hegemonía del camionero en el universo sindical, alcanzada durante la gestión kirchnerista, fue clave en ese proceso expansivo que aún no conoce límites.
En el desarrollo y sustentabilidad de emprendimientos que trasuntaron en un verdadero emporio familiar resultó trascendental el sistema de reelecciones indefinidas imperante en el sindicato de camioneros -garantía de continuidad y empoderamiento-, y las contribuciones impuestas a los trabajadores en sucesivos convenios colectivos de trabajo.
Sin ese fortalecimiento interno, al que también colaboró la apropiación de afiliado de otros gremios en los diferendos de encuadramiento, difícilmente Moyano se hubiera convertido en la figura omnipresente que es hoy.
Sobre este hombre todopoderoso tiene puesta la lupa el juez Claudio Bonadío, quien investiga una reciente denuncia de la Unidad de Información Financiera por presuntos movimientos irregulares de los fondos de los camioneros.
La mutación de Moyano a “sindicalista-empresario” quedó brutalmente expuesta el 13 de junio de 2006 con su ingreso al ferrocarril General Belgrano como integrante del grupo concesionario, en una experiencia que duró seis años.
El entonces presidente Néstor Kirchner premió su encolumnamiento político otorgándole a la mutual de los trabajadores camioneros el 6,66 por ciento de la Sociedad Operadora de Emergencia S.A. (SOE), que pasaba a hacerse cargo de la mayor red nacional de transporte de mercadería del país.
Se trató de un hecho doblemente paradojal, ya que Moyano obtuvo participación en un servicio que es competencia directa de su gremio, y, además, como líder de todos los trabajadores, se convirtió en patrón de sus representados.
EL EMPORIO FAMILIAR
El ex jefe de la CGT siempre utilizó su gremio como una formidable plataforma de negocios, logrando edificar en un muy pocos años un verdadero emporio familiar.
Su tercera mujer, Liliana Esther Zulet, fue la ingeniera de la estrategia dando impulso a Iarai, la gerenciadora de los sanatorios, clínicas y geriátricos de la obra social de los camioneros, que maneja una caja millonaria.
La diputada Graciela Ocaña dijo que por haber denunciado el vínculo del sindicalista con aquella red de sociedades de su esposa terminó en 2010 siendo eyectada del Ministerio de Salud de la Nación. “Los trabajadores aportan para la obra social, que pasa los fondos a las empresas de Moyano, donde queda la ganancia y luego no se sabe dónde termina”, detalló sobre el circuito del dinero.
A lo largo de más de una década, Zulet puso en puestos claves a parientes directos. A su hija Valeria Alejandra Salerno le dio la presidencia de Iarai, base de operaciones del holding.
Desde esa plataforma, la mujer de Moyano sumaba nuevas empresas con la avidez de los inconformistas. Un ejemplo fue la adquisición del 50 por ciento de Las Marías, una organización de seguridad que se dedicaría a custodiar las compañías del grupo.
En la flamante empresa tomó las riendas Juan Manuel Noriega Zulet, otro de sus familiares, hasta que a un año después el control pasó a manos de Roberto Sodini.
Este comisario retirado de la Policía Federal se vinculó con los camioneros desde su cargo de director de Transporte de Cargas bonaerense. En Las Marías estuvo acompañado por Hugo Guffanti, dueño de otra empresa del ramo, Seguridad y Tecnología.
El vínculo de Iarai con Moyano siempre fue harto evidente. Al constituirse, la gerenciadora fijó domicilio en la dirección de Juan Domingo Ruiz, esposo de la hermana del camionero. Ruiz y Eva Irma Moyano son históricos empleados de la filial marplatense del sindicato.
Iarai recibió todos los “mimos” que se le prodiga a los hijos, lo que en términos empresarios se traduce en la obtención de los negocios más rentables. Uno de ellos fue el de los exámenes psicofísicos para otorgar la licencia de conducir a los choferes, que monopolizó hasta 2012.
Como premio por cumplir a rajatabla las órdenes de Moyano-Zulet, Salerno se quedó también con la presidencia de Dixey, el taller que provee de ropa de trabajo a los sanatorios y hoteles de los camioneros. Su madre y su abuelo, Liliana y Francisco Zulet, hoy fallecido, supieron integrar el directorio de la firma, a cuyo nombre figura una quinta familiar en Parque Leloir, Ituzaingó, valuada en 500 mil dólares.
La hija política de Moyano también cobró sueldo de Chenyi, que ofrece servicios integrales de logística y transporte. El hombre clave de la compañía siempre fue Gustavo Elías, actual vicepresidente de la Unión Industrial de Bahía Blanca.
El “Turco” Elías es el mismo que representó al gremio en la SOE y que impulsó el Camión Club Argentino, desde donde se crearon paradores especialmente equipados para transportistas en estaciones de servicio de YPF.
El Camión Club Argentino reflejó el bueno momento de Moyano con el kirchnerismo, allá por el 2010, ya que se puso en marcha en un acto que el sindicalista compartió con el entonces ministro de Planificación, Julio de Vido.
Desde Chenyi, Elías había participado en 2008 de la adquisición de Ivetra S.A., un empresa que durante algunos años se dedicó a cobrar un canon por cada contendor que los camiones ingresaban al puerto. De la compañía, que pergeñaba la construcción de un playón para ordenar el tráfico interno de los vehículos de carga, participaba el ex juez y abogado del gremio Daniel Llermanos, a través de su firma Selca.
Salerno no figuraba en Ivetra porque ya tenía suficiente tarea con Iarai , Dixey y Chenyi. O al menos eso creía hasta que su madre la coronó con un cargo jerárquico en Aconra, la empresa que levantó el hotel sindical de Mar del Plata y remodeló los sanatorios 15 de Diciembre y Antártida, pertenecientes a la mutual del gremio. El Antártida es el que Moyano reinauguró esta semana en el barrio de Caballito.
Aconra le dio a la familia Moyano jugosos dividendos. En apenas los primeros cuatro años de actividad sumó, junto a Iarai, y Dixey, ganancias del orden de los 12.760.789, 32 pesos. En el directorio de esta empresa de construcción, que hasta el 2007 se llamó Jewerly Fashion, Zulet sumó a muchos de los propio. Desde Juan Manuel Noriega Zulet hasta Christian y Vicente Asorey, a la sazón, su yerno y su consuegro, respectivamente.
El papel de este último en el “grupo económico Moyano-Zulet”, si se permite esa definición, es protagónica, ya que supo figurar simultáneamente como presidente de Aconra; vicepresidente de Iarai, y contador certificante de Dixey.
Christian, en cambio, se hizo conocido por su paso en el Ministerio de Salud de la Nación. Entre 2007 y 2010 ocupó cargo en la ya disuelta Administración de Programas Especiales (APE). Por esa dependencia, que entonces subsidiaba con 700 millones de pesos anuales los tratamientos de enfermedades especiales, tuvieron oficina Daniel Colombo Russel, asesor legal del gremio, y Abel Beroiz, hijo del asesinado tesorero de los camioneros. Christian, según su declaración jurada ante la Oficina Anticorrupción, también tenía ingresos del sindicato.
Su superior en la APE fue Juan Antonio Rinaldi, quien en 2008 pasó a desempeñarse como Superintendente de Seguros de Salud (SSS), desde donde controlaba los 6000 millones de pesos que mueven las obras sociales. Rinaldi fue abogado de Moyano y llegó a la SSS en reemplazo de Héctor Capaccioli, señalado como el recaudador de la campaña presidencial de Cristina Kirchner en 2007 y acusado en la llamada causa de la “mafia de los medicamentos”, que también salpicó al gremio de camioneros.
Volviendo a Asorey, el joven yerno político de Moyano, hay que decir que también ocupó un lugar en el directorio de Caminos Protegidos, el nombre que adquirió la compañía de seguros Juncal una vez que la compró camioneros.
Caminos Protegidos también sirvió de refugio de familiares. Pablo Moyano figuró allí como vicepresidente y su hermana María Isabel Paola como directora.
En la firma dedicada a ofrecer seguros de transporte, vida y ART también ocupó lugar Omar Andrés Pérez, uno de los que representó a los camioneros en la SOE, y Miguel Angel Enríquez. Este último fue director del Reviens, el hotel que Moyano compró en Pinamar en 2008 para venderlo seis años después al doble de su valor.
Ese coqueto cuatro estrellas fue administrado por APU Turismo, la agencia de Néstor Aníbal Canosa, un eslabón más de los negocios del ex líder de la CGT. Se trata del propietario de Sunset de Bariloche, el hotel que ofrece como lugar de descanso y esparcimiento el sindicato de trabajadores de peajes. ¿Quiénes fueron el titular y el abogado de ese gremio? Facundo y Huguito Moyano, los benjamines de la dinastía.
Como si fuera poco, Canosa es, además, dueño de Proyectos de Informática, que brinda servicios de internet para tramitar la licencia de los camioneros.
Como se ve, todo tiene que ver con todo. O mejor dicho, todos tienen que ver con Moyano.
FÚTBOL, CORREO Y BASURA
La realidad exhibe el error de algunos analistas de considerar al viejo Moyano como kirchnerista y al actual como macrista. Moyano es moyanista.
La conducta disruptiva del camionero en tiempos de Menem fue cediendo a otra negociadora, sobre todo con los gobiernos peronistas. Se mostró cercano a Adolfo Rodríguez Saá, a Eduardo Duhalde y a los Kirchner, hasta que su ambición de poder apuró el desaire de Cristina Fernández.
La creación del partido “por la cultura, la educación y el trabajo”, que por ahora transita sin pena ni gloria, responde al mismo propósito. Es, en definitiva, una plataforma desde donde busca la autonomía necesaria para proyectarse más allá de quien triunfe en las urnas.
Su incursión en el deporte reproduce el espíritu expansionista que mostró en la política. No se conformó con el Club Atlético, Social y Deportivo Camioneros que lanzó al ruedo en 2009. También hizo pie en Alvarado de Mar del Plata, su terruño, cuando en 2012 su hijo Facundo, hoy diputado nacional por el massismo, se convirtió en presidente de la institución.
Manejó en la sombras las inferiores de All Boys a través de Guillermo Calleri hasta que en 2013 el entonces presidente, Roberto Bugallo, le bajó el pulgar. “A Calleri tuve que despedirlo porque nos sacaba jugadores y se los llevaba al club de Moyano, donde también trabaja”, precisó.
El desembarco en la presidencia de Independiente en 2014, en medio de una crisis histórica, fue el trampolín que le permitió convertirse en protesorero de la AFA, primero, y vicepresidente, después, secundando así a su yerno Claudio “Chiqui” Tapia, el histórico presidente de Barracas Central.
Los Moyano ingresaron al Rojo en 2005 de la mano de Julio Comparada, titular de El Surco, una aseguradora vinculada al mundo futbolístico y sindical. Hugo fue representante de socios hasta el 2008 y volvió a ser candidato en la lista que encabezó Baldomero “Cacho” Alvarez en 2011. En tanto, su hijo Pablo accedió en 2008 a una vocalía de la Comisión Directiva, y ostentó la presidencia del fútbol amateur.
Ya como presidente del Rojo, los vínculos políticos y empresarios de Moyano quedaron a la intemperie. Consiguió, por ejemplo, que el Banco Ciudad sea uno de los auspiciantes de la camiseta del equipo.
Otro sponsor que ostenta en las mangas de la casaca es Audifarm, una empresa de servicios farmacéuticos. Uno de sus gerentes, Marcos Daniel Hendler fue procesado por “asociación ilícita” y “defraudación” en la causa de la “mafia de los medicamentos”, en la que también apareció envuelta la obra social de Moyano y el ex titular de la APE, Hugo Sola, vinculado al gremio.
Hendler se enlazó al camionero a través de Droguería Urbana. Revistaba como director de esa empresa, que proveía de medicamentos para tratamientos de alta complejidad a la mutual del gremio. Por ese gasto, el Estado compensaba a Moyano con giros de la APE.
El juez Bonadío siempre sospechó que Camioneros fraguaba legajos con tratamientos ficticios, con la connivencia de Hendler, para poder recibir onerosos reintegros estatales.
Hendler no es un satélite que comercia con Independiente: fue parte de su conducción en tiempos de Comparada como representante de socios. En esos años se supo que su droguería no sólo integraba el listado de empresas aportantes a la campaña presidencial de la fórmula Cristina Kirchner-Julio Cobos sino también que aparecía mencionada en la llamada causa del Triple Crimen.
Además de Banco Ciudad y Audifarm, los jugadores de Independiente muestran en el frente de sus camisetas la publicidad de OCA, la empresa de correo privado más importante del país.
OCA pertenece al Grupo Ruho, el mismo que afilió a trabajadores de sus múltiples empresas al gremio de camioneros, condición necesaria para acceder al Refop, un frondoso subsidio estatal. El Grupo Ruho lo preside Patricio Farcuh, un fanático del fútbol que en 2010 viajó junto a Pablo y Facundo Moyano al Mundial de Sudáfrica, compartiendo la tribuna con la barra de Independiente.
Al fin y al cabo fue la familia del mandamás camionero quien le tendió la alfombra para su desembarco en la mayor firma privada telepostal, luego del proceso de salida de Alfredo Yabrán, primero, y de Juan Navarro del Exxel Group, después.
En ningún papel de OCA ni de Covelia, la empresa recolectora de residuos que extiende sus tentáculos en provincia de Buenos Aires, aparece el apellido Moyano. Pero es vox pópuli que esas compañías son parte de un proceso de acumulación del camionero.
Ahora será la Justicia quien determinará si en este sistemático engorde, Moyano sufrirá alguna que otra patada al hígado.
fuente: infobae