Un Día del Padre especial | Compartimos la publicación virtual de la compilación “Papá, te digo…” concretada por la escritora y presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE-Tucumán), Alejandra Burzac Sáenz. Trabajos poéticos.
En el prólogo de la compilación, Burzac Sáenz señala que “estamos sumidos en este tiempo en el que elabrazo, el beso, el simple roce de las manos es peligroso. Un tiempo en el que la vida se re significa porque el mundo está amenazado de muerte en todo el globo terráqueo. Desde el confinamiento obligado por una tragedia mundial, una triste pandemia,
convoque a los escritores a re pensarnos. Detenernos a descubrir quienes somos. De donde venimos y hacia donde vamos. Esta es la búsqueda que tuvieron tienen y tendrán los grandes pensadores, filósofos y escritores, el tema que llenará páginas sin que vislumbremos una respuesta cierta”.
“Y aparece el génesis, el principio. Esos dos elementos necesarios para que seamos una posibilidad, una potencialidad, una aventura universal, Papá y Mamá son más que necesarios. Sabemos que todas las palabras están pobladas de subjetividad. Está construida por la emoción que rememora. La palabra: Papá, por lo tanto, es un cúmulo de significados que van desde lo más visceral, profundo y puro a lo más obscuro, tormentoso y cargado de resentimiento, según quien la pronuncie y quien la reciba. La palabra Papá es una multiplicidad de voces golpeando en cada escritor y en cada “Papá te digo…”
lector de una manera diferente. Con su propia fuerza vital y su propio ritmo. Duele o ilumina. Ata o libera”, agrega.
Sobre el trabajo señala que “hemos propuesto este papá, te digo… para que nos expresemos desde donde podamos y exorcicemos sus demonios o plasmemos ángeles y dioses. Lo blanco y lo negro. Lo bueno y lo malo… Sin olvidar que todo es relativo, que siempre eso que emocionalmente nos une al vocablo es personal y distinto”.
“Trabajé esta compilación sin juicio ni apología. Solo intentando dejar fluir lo que nuestra expresividad derrame. Y que salga a La Luz el grito de agradecimiento o de reclamo. Pero las voces se unieron para dar gracias, para trascender desde el amor y encontrarse con esta parte fundamental del ser que es nuestro Padre”, expresa la compiladora antes de dejarnos a las puertas del deleite literario.
Poesía
El Alquimista – Alejandra Burzac Sáenz (San Miguel de Tucumán)
A Víctor A. Burzac, In Memoriam
Cuando digo papá, digo ternura.
Eran tiernos tus ojos y tus manos.
Manos de herrero, de alquimista
manos de hierro al rojo vivo sobre el yunque.
Manos de masa, golpe preciso
que moldeaba el metal y la esperanza.
Padre ¿acaso el alquimista
que logro el oro de su ancestral simiente?
¿acaso un buscador inacabable
que dominó el misterio de las llamas?
Y aquí estoy, padre, como aquel metal
sobre ese yunque, a golpe de martillo
buscando el brillo, la esmeralda
midiendo el tino y el aplomo
para ser la pieza sagrada que soñaste.
Padre, semen, vida,
Gran Maestro
que me mostraste la ciencia oculta
de la flama
en el simple girar
de aquella fragua
que en rítmico movimiento predicaba
que vencer el fuego es transmutar
y dejar que los golpes del martillo
den la forma exacta a nuestra alma.
Solo por contar estrellas – Carlos Monteros (Metán, Salta)
Caminaba y camino sin apuro
a campo abierto en las noches estrelladas,
para qué apurar el paso
si el cielo es inamovible.
Cuando niño me dijeron
tu papá se fue para el cielo
ahora es una estrella.
Siempre me faltó una voz
una sombra algunos pasos
una risa un ronquido
que lindo hubiera sido que no
te fueras para el cielo
tan temprano.
Entonces hoy si hoy
no ayer ni mañana hoy
me puse a fabricar un papá
lo hago tal cual me lo contaron
mi mamá y los hermanos mayores.
Desde mi altura al andar
en primera clase en el cajón
de manzanas, tirado por las hermanas
recorrer varias cuadras
por la inmensidad del patio,
comer cocos, higos y nísperos
que por maduros caían
para qué pelarlos si estaba limpia la tierra.
Crecí como muchacho
como hombre un hombre
y ahora por estos años
ya camino como anciano
mi espalda está encorvada
por los calores los dolores los fríos
las penas las alegrías
las ausencias
que se colgaron de mi alma.
Nunca te extrañé papá
jamás dejé de buscarte
aún en las madrugadas
mirando hacia el cielo siempre
por las dudas te encontraba.
Si alguien quiere saber porque
salgo a caminar
mirando el cielo en las noches,
yo solamente respondo es
Solo por contar estrellas.
A Joaquín Fernando González Torriglia – Cecilia Glanzmann (Trelew, Chubut)
A Horacio, mi hermano.
Un día como hoy te fuiste, papá,
te fuiste fugaz, calladamente.
Te llevaron los ángeles azules
que te vistieron de luz
para el repentino viaje.
Un día como hoy te fuiste, papá,
pero quedó tu esencia
con nosotros.
Ya más de medio siglo…
y tu mirada es nuestro universo
para el cielo de estrellas que nos guían,
para el trigal maduro semillando en otros
y en cada uno
los caminos…
Un día como hoy,
poeta de ternuras y de juegos,
de dolores ardientes por tan humanos yerros,
Joaquín Fernando amado y bueno,
cáliz de valores límpidos
y de amor en dimensiones
te fuiste
te fuiste para darnos
la libertad de las pruebas,
para que te encontremos siempre
allí, donde nos esperas.
El hincha – Cristina Kreczman, (Yerba Buena, Tucumán)
Cuando cumplió ocho años
pintó su corazón… la mitad,
de arriba abajo
con un tinte de carbón
de su Colón adorado.
Asistió los partidos,
los escuchó por la radio,
leía la formación,
consultaba resultados.
Los miro por la tele
por un tiempo largo, muy largo.
Después de los ‘95
su vista se fue apagando.
Y hoy (una vez identificados)
mira los bultitos
que, con igual pasión van llevando
entre gambetas y pases
el balón hacia el arco.
Y si la suerte acompaña
y corona el “esfuerzazo”
grita fuerte, dos veces
¡Gol de Colón!
¡Gol de Colón!
Y completa su ovación
en perfecto castellano
con un soberbio, estruendoso
visceral y firme
¡Carajo!
El hincha tiene arrebol, una magia sincera…
y rituales que despliega…
Y repite mi papá,
un hincha de pura cepa,
besando tres estampitas, cerrando los ojos
(mientras reza)
—Yo siempre pido lo mismo
que gane o empate
pero… ¡por favor!..¡que nunca pierda!
Una carta al más allá – Elba Susana Juárez (Lomas de Tafí, Tucumán)
Estoy sola y casi en penumbras mi habitación,
no quiero encender la luz,
pienso que así es más hermoso recordarte querido
papá.
Recuerdo aquella mañana que me dijiste:
—¡No me lo saques, déjalo ahí!
Te referías a ese catre
que construiste con tus propias manos
y yo quería regalar.
¡Hay papito! ¡Porque no darme cuenta
que allí eras feliz!
Que desde allí disfrutabas tu mundo,
ese maravilloso mundo que vivías sin fin
¡Hay papito! Cómo no volver a esos tiempos
cuando te podía contemplar….
Y dejar que posaras tu cuerpo cansado,
después de un arduo día de trabajo,
en ese catre que tanto amabas.
Se lo mucho que te gustaba tumbarte en él,
para leer
cualquier papel que encontrabas en el paso.
Ahora que no estás aquí,
ahora que no te tengo,
quiero decirte cuánto te extraño, cuánto te amo,
que sigues estando en mis sonrisas,
en mis silencios,
en mis caricias,
en mis descontentos,
Siempre presente,
siempre muy dentro de mi corazón.
Finitud fraterna – Elbis Gilardi (Brinkman, Córdoba)
Eran las tres de la madrugada
sin embargo logramos dialogar
al amparo de los fresnos.
Mi madre nos observaba
consternada por la hilaridad de la lluvia
que empapaba nuestras palabras.
La fraternidad entre padre e hija
imprimía arco iris a los ojos humedecidos
de la mañana en ciernes.
No lograba acostumbrarme
a observarte desde la frigidez
de lo eterno.
No en vano pasaron los años
en los sueños también se perfilan
las arrugas de la finitud.
Continuaba su diáspora
la lluvia pálida y espesa.
Con cuánto desenfado ovillaba mi madre
los instantes detrás de la ventana
–ya entornada–
Por la oscuridad de los párpados.
El retorno – Ernesto Rojas (San Miguel de Tucumán)
A mi padre
Algunas veces recuerdo el rostro adusto
de mi padre
hombre de batallas ganadas en silencio
algunas veces recuerdo que en su copa de vino
moraba la tristeza y la templanza
y en ese caballo de la misma sangre
se ahogaba un lenguaje que no entiendo
en pocas palabras había surcos
que dejaron sus heridas,
algunas veces no recuerdo
esas heridas sobre los mismos fantasmas
que alumbraron a destajo
la raíz galopando el trueno,
aunque me devuelva a mar abierto
la bruma de los años
algunas veces recuerdo
cómo construía nuestra casa
con el afán de un hornero blanco
caído de los cielos,
y debajo de su siglo cada noche moría un pájaro
que hacia saltar la sangre del mundo
en su mirada
algunas veces recuerdo que no tuve hijos
y lo que queda de mi
es eso solamente.
¿Qué pensabas? – Estela Porta (Tafí Viejo, Tucumán)
A José Ángel Porta, in memoriam.
Fuiste esa gota de padre
derramada
en el milagro cotidiano
de tus pasos hondos por la casa
esa silueta concentrada
de hombre pensante
solo
luz y sombra en el crepúsculo
del patio
y en esa hora tristona me suceden
tus ojos pardos emboscados
por pestañas largas
poco a poco cubiertas de cenizas
¿qué pensabas
mirando al sur
con tu jarro de esperanzas cocidas
olorosas a poleo y a burro?
¿qué pensabas
en la soledad de tu cuarto
de unicornios y pegasos
y los caballos reales de los indios bravos?
¿y peces voladores y duendes
de la Italia de los nonos?
tu otoño de buen tipo
nos crujía amarillo y manso
como un río de hojas melodiosas
el preludio de la sinfonía
de la nieve
sobre las ondas marcadas de tu pelo
minuto a minuto
más ensimismado
sabías que el agua tiempo
se reía de tus dedos
¡y no poder hacer nada!
el árbol de la vida resiste
se tambalea pero resiste
no quiere morirse pronto
nunca queremos morir
nunca moriste papá
mientras mi canto
te diga te pronuncie
mientras la boca te cuente
te reinvente
a los oídos del viento
en Tafí Viejo vivió José
demiurgo
que supo manejar el rojo vivo
en la Fundición de los Talleres Ferroviarios
resistiendo
hasta el final de ese cuento abierto
hasta tu último gesto de leer
esa madrugada recostado
sereno
y sigues aún leyendo
entre las nubes
esos libros que a veces
no encuentro
en los estantes ardientes
siempre se acuerda de vos
mi biblioteca
donde clavo en cruz este poema
Epístola – Fernando Salazar (Galvarino, La Araucanía. Chile)
Pan amasado,
mermelada y mantequilla.
Mate amargo,
guitarra,
poesía.
Tarde,
lluvia
y rabia
inmanifiesta.
Afuera, todo
convulso,
como incubando
una revuelta,
o una amenaza
mortal
amenazase al mundo.
Tu serenidad,
contrasta con la pena
de no poder acompañarte
día a día,
porque las responsabilidades,
para no repetir patrones,
defectos
de herencia.
La jaiba y sus tenazas
no retrocede,
avanza
inmisericorde,
a pesar de tu sonrisa
y tu mirada bonachona.
Lloro solo,
a veces,
en silencio,
la impotencia no da tregua.
Tengo mis dolores, viejito,
mis penas.
Qué ganas de pedir
una guía,
un consejo.
Pero me conformo
con tomar
tus manos,
que guiaron mis pasos
y señalaron
un camino de acordes
y alegría.
El canto
no ha callado,
tampoco tu guitarra
y tu risa
sigue estando
presente en la tertulia
de los viernes.
¿Si canto?
¡¡¡Soy el hijo de Jaime!!!
¿Qué prefiere usted?
¿Una cueca?
¿una tonada?
¿Una zamba
a contrapunto?
De esas
a dos voces…
Pero no,
padre mío,
ya no hay dos voces,
Aunque
sigo
cantando
A las cosas simples,
aquellas
que dan sentido
a la vida,
sobretodo,
cuando parece
que carece de sentido
¿No te parece?
Puedes estar tranquilo,
Al parecer,
no fueron tan malas
algunas decisiones
y ahora
me siento
relativamente… piola
en esta batahola.
Tus nietas crecen
hermosas,
¿las has venido a visitar?
¿conociste ya
las faldas alpinas?
¿Jugueteaste
con los rojizos
cabellos de tu lejano Federico?
¿Arropaste por fin a tu nieto?
Hermosas comarcas,
cultura e historia, papi.
Anda, ahora puedes
dar un paseo.
Yo sigo transmitiendo
el amor
por lo que mejor me enseñaste.
Pero quisiera
una noche más.
Permíteme afeitar
tu rostro
alguna otra vez,
sólo una más,
para acariciarte
como mereces,
para poder
abrazarte y besar
tu rostro,
una vez más.
Y no me retes,
si fumo un pucho.
Prometo beber
una copa
de carmenère a tu salud,
es lo mínimo
que mereces.
Estoy bien acompañado,
mejor que nunca
y agradezco tu bendición.
Al fin saliste de la duda.
Podrías contarme
algo
desde el otro lado del río.
¿Has nacido,
como creías,
a otro estado?
La materia te ha dejado,
o has dejado la materia,
es la ley.
Pero estás tan presente.
Si hasta huelo tus asados
Y tus inigualables
guatitas a la española.
Soy un orgulloso embajador
de tu humor
diferente
y de tus inquietudes
trascendentales.
Ay, padre,
si conocieras el Templo
y sus columnas,
seguro estarías trabajando,
como siempre,
por este mundo
tan falto de amor
y no seríamos
sino hermanos.
Faltas, pero estás
en cada cosa,
cada respiro,
y en cada nota estás presente.
Podría continuar
la noche entera,
pero esperaré
a reencontrarte,
sutil,
para terminar estas palabras.
De seguro
nos volveremos a encontrar,
y espero que no sea pronto,
aún quedan cosas
por hacer,
paredes por pintar,
versos por cantar.
Cuídame,
como cuando niño
y sigue señalando el camino.
Por lo pronto,
en la mesa,
hay pan amasado,
mermelada y mantequilla.
Mate amargo,
guitarra,
poesía.
Y para el frío invierno
de La Frontera
un infaltable vino tinto
que,
con harina,
o sin ella,
beberé a tu salud.
Papá – Gloria Mazza
Por tus brazos sostenida,
siento tus cansados pasos…
Después de un día de rutina me trasladas
de tu cama a la mía.
¡Cómo me gusta sentir que llegaste!
Sentir que estoy en tu lugar.
Haces la vuelta de tu trabajo a casa
mi esperanza.
¡Gracias, papá!,
por los momentos que me regalaste…
Siempre, así
te voy a recordar,
Siempre, así
voy a estar.