Por Fabián Seidán – Editor General diario CUARTO PODER

A la grieta política, se abre ahora la grieta feminista, con el aborto legal.

Es innegable la importancia de las mujeres argentinas desde los tiempos de la independencia misma y el reconocimiento alcanzado en todos los campos de la vida a lo largo de la historia, siendo consideradas parte fundamental e indispensable de nuestra nación puesto que, sin su decidida lucha y apoyo, nada seríamos. Desde todos sus lugares, en la guerra o en la paz, en la oficina o en la casa, en el consultorio, detrás de un mostrador o en la banca del senado, siempre aportando su granito de arena para hacer de la Argentina un país mejor.

Sin embargo, intereses mezquinos o sectoriales, basados simplemente en ideología de género, han comenzado a dominar a muchas mujeres que sienten que hoy deben ser combativas para avanzar en la obtención de derechos que a lo largo de la vida les fueron negados y que, a la postre, les resultan sumamente necesarios para vivir, ser feliz y poder competir en igualdad con los hombres.

Y en el medio de esa lucha -que va tomando fuerza de tornado contra los hombres, la Iglesia Católica y la patria patriarcal-, quedaron los niños en gestación y por nacer que, como en todo tiempo de lucha (o de guerra) serán las víctimas necesarias (inocentes), el chivo expiatorio, que pagarán con sus vidas la aprobación de la ley de Aborto Legal y Gratuito.

En el debate que hubo en la Cámara de Diputados por la despenalización del aborto (que finalmente fue aprobada y girada al Senado) hubo una clara muestra de la lucha feminista siendo ésta la única verdad de la milanesa. La lucha de género se impuso sobre las verdaderas razones médicas, legales y estadísticas.

Una de las fervientes impulsoras -que hasta lloró de emoción al esgrimir su posición a favor del aborto- fue la diputada porteña del PRO, Silvia Lospennato, que entre otras cosas reconoció su lucha a favor del feminismo al recalcar que la multipartidaria de mujeres llegó a la política argentina para quedarse, y a pesar de sus diferencias, “siempre unidas a favor de las mujeres”.

Lospennato fue una de las más activas a la hora de impulsar el proyecto sobre la legalización del aborto. Hace unos días, la diputada le explicó al Presidente Mauricio Macri la importancia de la legalización del aborto en la agenda del feminismo. “Tiene que ver con la determinación de nuestros proyectos de vida, por eso es un tema central. El aborto significa que las mujeres decidimos qué hacemos con nuestra vida”, esgrimió la diputada que no razonó que, con el aborto, también decide sobre un tercero en gestación, y el derecho de uno termina donde comienza el derecho del otro.

Pero, amén a esa “pequeñez”, que las mujeres puedan decidir libremente qué hacer con sus cuerpos o con sus vidas, en un poco jugado políticamente hablando y hasta sentar jurisprudencia legal ya que todo se puede tergiversar, como que cualquiera si quiere puede entonces consumir drogas ilegales hasta que le explote el “coco”, saltar de un quinto piso o conducir un auto sin cinturón de seguridad porque, al ser dueño de mi vida y de mi cuerpo, hago con ellos lo que me plazca. Pero no, no es tan así en una sociedad civilizada.

En la pasada marcha del 8M, las mujeres argentinas salieron a las calles convocadas por el “Ni Una Menos” y tiñeron las plazas de trapos y pañuelos violetas y gritaron contra las violencias machistas; sin embargo esa habría sido sólo una prueba, un globo de ensayo para ver cómo seguía la lucha feminista en Argentina. Una de sus principales batallas es sin lugar a dudas el derecho al aborto, prueba de fuego para el movimiento. “El triunfo del movimiento feminista argentino llegará cuando se despenalice el aborto, todo lo anterior fue una demostración de fuerza que no ha dejado de crecer”, explicó el día después del 8 de marzo, Sofía Veliz, abogada y activista de la organización feminista Chana, que reconoció que ese día se dieron cuenta del “poder de la mujer” para movilizar y la fuerza que tienen hoy en Argentina para hacer reclamos a los poderes del Estado.

Así las cosas, el feminismo, de la mano de los políticos mediocres y sin escrúpulos, que con tal de permanecer en su “zona de confort” y no perder votos por “machistas”, rápidamente se subieron al caballo de los reclamos por el aborto legal y acompañan ciegamente tal iniciativa, pese -en muchos casos- de ir en contra de sus creencias religiosas y convicciones más profundas sobre la vida.

Ni el propio Macri se atrevería a vetar la ley si se aprueba en el Senado, por lo que la última carta de salvación que tienen los niños en gestación dentro de los vientres de las mujeres que quieren abortar, es la Justicia.

La Justicia no puede ni debe desoír el grito de un niño que, aunque mudo, se hace sentir a través de los que creemos en la vida y en Dios. Aquí hay un derecho humano que hay que defender y no dejar que sea carne de cañón de un movimiento que busca poder o empoderar a la mujer.

La Corte Suprema de Justicia tiene la obligación de hacer respetar la Constitución Nacional y poner límites, para que, gobierne quien gobierne, nadie quede desamparado y a merced de mayorías parlamentarias coyunturales. Los derechos humanos trascienden gobiernos y no pueden depender de quien gane elecciones.

Que sepan los que luchan por derechos que ninguna vida está por encima de otra vida, que todos somos iguales ante Dios y ante la ley y que no hay derecho más sublime que poder nacer.

No sigamos agigantando las grietas entre los argentinos.

Comments

Comentarios