Los parientes del recluso Jonathan Ezequiel Reinaga (de 25 años), asesinado el martes en la cárcel de Concepción de un puntazo en el corazón, aseguran que su muerte fue cometida por encargo. Sostienen además que en el episodio hay varios involucrados.

Reinaga fue agredido por Boris Nahuel Biza, un hombre condenado por abuso sexual y que el próximo año debía salir en libertad. Había sido trasladado desde el penal de Villa Urquiza hasta la Unidad N°3 de “La Perla del Sur” 10 horas antes de cometer el homicidio.

La medida fue concretada de manera irregular, se asegura, pues no fue comunicada a la jueza de Ejecución de Sentencia Alicia Merched. A ella le dijeron que el traslado se efectuó como castigo y luego de que el recluso atacara a un guardiacárcel.

Biza abordó sorpresivamente al otro recluso cuando regresaba a su celda con un custodio. Fue alrededor de las 14. Sin mediar palabra, lo atacó con una daga. Se la clavó en el tórax y le provocó la muerte casi en el acto.

Reinaga vivía en Naranjo Esquina (Alberdi), tenía una pareja, un hijo de 4 años y desde hace tres cumplía una condena por robo agravado.

“Lo único que sé es que vinieron como a las 18 a decirme que vaya a retirar el cuerpo de mi hijo porque había fallecido. Nadie me avisó hasta ahora lo que ocurrió. Ni siquiera el director dio la cara”, se lamentó doña Julia Alejandra Reinaga, madre de la víctima.

El hombre fue velado en la mañana del martes en la sede del Movimiento Independiente Justicia y Dignidad (MIDJ) de Naranjo Esquina y sepultado al mediodía en el cementerio de Alberdi.

“A Biza lo mandaron a matar a mi hijo. Es que ese hombre había llegado a la unidad unas horas antes y Exequiel no lo conocía. ¿Cómo es posible que en tan poco tiempo se haya hecho de una daga y tomado la determinación de asesinarlo delante de un custodio? ¿Cuál fue el motivo?”, planteó doña Julia.

“Sin dudas hay varios involucrados en lo ocurrido. Y estoy segura de que lo hicieron matar. Por eso exijo que se investigue el hecho. No era un perro”, añadió.

Reinaga había hablado por última vez con su madre por teléfono el lunes pasado. “Ese día me dijo que todo estaba bien. Que no tenía problemas con nadie. Como madre, siempre le preguntaba esas cosas”, explicó.

Claudia, prima de la víctima, recordó que Exequiel a poco de ingresar a la cárcel había tenido una pelea con un interno porque le quiso robar su ropa. Entonces sufrió una herida profunda en un tendón de su mano izquierda. “Es el único incidente que registra desde hace tres años. Nunca más tuvo problemas con nadie”, apuntó la mujer.

Claudia aportó más preguntas sobre el homicidio: “¿por qué trajeron a Biza desde Villa Urquiza, siendo peligroso? ¿Qué intereses había detrás del crimen de mi primo?”.

Recordó además que no es la primera muerte que sucede en el penal de Concepción. La de Reinaga es la tercera en un año. La primera se produjo en junio del 2019 y en una rencilla entre internos fue muerto de una puñalada Angel Ariel Albastray, de 24 años. “Ahí a los chicos se los mata como perros. Y siempre queda en la nada. El director, Raúl Zelarayán, debe saber lo que ocurre” planteó Claudia.

La droga y la violencia son el denominador común del clima que se instaló hace tiempo en la cárcel de Concepción. A Reinaga, antes del crimen, se le secuestró en una requisa un par de psicofármacos. Es lo que confirmó la jueza Merched.

Horas después, según la misma magistrada, en una requisa general se incautaron unos 15 envoltorios con estupefacientes y varios cuchillos, dagas y otros objetos punzantes. Sobre estos secuestros ordenó el inicio de una investigación.

El caso de la muerte de Reinaga está en mano de la fiscalía de Enrique Rojas. Biza, luego del crimen, fue trasladado hasta la Unidad N°9 de Villa Urquiza. Paula Villagrán, esposa del homicida, denunció que en realidad es a su cónyuge al que intentaron matar. “Le quisieron hacer algo y él se defendió”, dijo. “Le quedaba un año para cumplir su condena. No hay preso capaz de cometer un homicidio cuando está cerca de salir”, apuntó.

La mujer recordó que el año pasado su esposo fue trasladado desde Concepción hasta Villa Urquiza por los problemas que tuvo con algunos internos. “Sabían ahora que no lo podían mandar hasta ahí porque lo iban a matar. Pareciera que eso quisieron hacerle por las denuncias que venía haciendo” concluyó.

En medio de tantas preguntas, las respuestas por ahora no asoman. El fiscal Rojas comenzó esa difícil tarea.

fuente: lagaceta

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