La ex presidenta avanzó contra su hijo político como nunca antes. En el armado del Gobernador lo ven como un gesto de debilidad y desesperación porque no puede ordenarlo.
“Ahora va a tener que jugar a fondo. Es ahora. Ya está todo dicho”. Un dirigente bonaerense de largo recorrido construyó esa oración un par de horas después de leer lo que Cristina Kirchner había dicho en el sindicato de SMATA en la mañana del viernes, cuando le apuntó a Axel Kicillof sin filtros. Lo trató de traidor sin decir esa palabra. Recordó a Judas Iscariote. La biblia como retrato del presente.
En el grupo que rodea a Kicillof estaban sorprendidos por la virulencia con la que la ex presidenta salió a atacar al gobernador bonaerense. “Se ve que el acto le dolió. El papel que está jugando es muy triste. Se cree Jesús. Está claro que problema de ego no tiene”, sostuvo, con ironía, un funcionario de la provincia de Buenos Aires que estuvo en primera fila durante el acto en Berisso.
La cronología de los últimos sucesos de la vida peronista explican, con absoluto detalle y precisión, la crisis interna que vive la fuerza política. Kicillof pidió la unidad, Quintela evitó sellar un acuerdo con CFK en el PJ Nacional, la ex mandataria presentó su lista para competir por la presidencia del partido y acusó de traidor al gobernador bonaerense. Punteo acotado de tres días donde hubo una guerra sin trincheras. No se midieron las consecuencias de las palabras y los gestos. No fueron horas para los grises.
Entre algunos dirigentes cercanos a Kicillof hay un coincidencia en el ánalisis sobre los sucesos acontecidos. “Lo de Cristina es un gesto de debilidad”, sostienen. Y lo argumentan: “Le molesta la centralidad que logró Axel en el acto y que no puede ordenar la interna del PJ”. Advierten que, siendo la dirigente más importante del peronismo, no logró el consenso necesario para conducir el partido.
En el kirchnerismo entendieron que el discurso del Gobernador fue una puesta en escena. El lanzamiento de su candidatura presidencial. No le creyeron. El problema no es solo el presente, sino el futuro. Ya no le creen. Algo se rompió. A partir de hoy en el kirchnerismo se camina por veredas separadas. Ellos y nosotros, la lógica K de siempre, pero ahora aplicada bajo el mismo techo.
“Si no fuera por Cristina, Axel estaría dando clases en una Universidad”, sentenció un funcionario K, molesto por considerar que se olvidó de cómo llegó hasta la silla de gobernador. Una voz potente de La Cámpora fue más contundente: “Es un desagradecido. Se cree con una inteligencia superior y de política no sabe nada. La quiere jubilar a Cristina”. Ya no hay filtros. No hay matices. Kicillof se convirtió en el principal enemigo interno del cristinismo y el camporismo. El traidor que quiere componer una nueva canción. Así lo configuran en el núcleo más duro del kirchnerismo.
En las últimas horas perdieron sustento las proyecciones optimistas que flotaban en el peronismo sobre una posible unidad de todos los sectores, tras la muestra de buena voluntad del gobernador bonaerense. “Al final vamos a estar todos juntos”, aseguró una funcionaria cercana a la cúpula cristinista. Se había ilusionado con la frase de Kicillof en Berisso. Eso de que “los días más felices fueron con Cristina”. La definición de unidad quedó rápidamente vieja. La acusación de CFK sobre Kicillof parece generar un punto de no retorno. Un quiebre impensado pero real y profundo.
En los últimos 20 años la ex presidenta nunca fue tan dura y elocuente con un dirigente tan cercano. Kicillof es su hijo político, su asesor económico estrella, al que miraba con devoción cuando hablaba a pocos metros. Al compararlo con Poncio Pilatos y Judas le imprimió en la piel una marca indeleble. El primero firmó la condena a Jesús para que sea clavado en la cruz. El segundo fue un apóstol que lo traicionó.
No parece haber margen para interpretaciones confusas o retorcidas. Cristina Kirchner entendió que Kicillof quiere firmar su pase a retiro. Que la quiere dejar en el camino para empezar a construir su propio liderazgo. No tiene dudas de que es un apóstol que estuvo a su lado y la traicionó. El mensaje es tan crudo que abre una herida en el peronismo que parece ser imposible de suturar. Desconfianza, malestar, incertidumbre. Un nuevo tiempo.
fuente: infobae