La vicepresidenta sostiene que hay riesgos si se flexibiliza el aislamiento, sobre todo en el Gran Buenos Aires y La Matanza. sostiene una posición dura en ese terreno. El ministro de Economía está ocupado en la negociación de la deuda, pero señala la gravedad de la crisis por el parate económico y quiere poner límites a ese cuadro.

Alberto Fernández se enoja, bastante y de manera frecuente, ante los reclamos de una apertura más pronunciada de la cuarentena, en especial si son hechos por opositores o públicamente por el empresariado. En sentido inverso, registra las resistencias y prevenciones de gobernadores e intendentes con mayores riesgos de contagio en sus distritos. No se agotan allí las posiciones diferentes. En las últimas horas, el mensaje cruzado fue reiterado desde sus propias cercanías. Cristina Fernández de Kirchner con sus advertencias duras sobre la flexibilidad. Y Martín Guzmán con sugerente exposición reservada sobre el cuadro económico, aludiendo de hecho a los límites en el tiempo del aislamiento y su impacto en la economía.

Lo de Guzmán es llamativo por el lugar que ocupa y por el perfil que cuida. Desde el arranque, Alberto Fernández lo colocó en un lugar privilegiado y a la vez delicado: la deuda quedó planteada como su tarea central y hasta excluyente. Todo estaba atado a ese objetivo hasta la llegada del coronavirus. La deuda, con todo, siguió siendo tema exclusivo del ministro y el Presidente. CFK mostró su respaldo a la gestión. Sergio Massa y otros referentes expusieron apoyo. Las tensiones, por supuesto, nunca desaparecen.

Guzmán convive así con un reconocimiento de su posición que es singular. Parece una especie de intocable con respaldo en toda la línea oficialista –a pesar de fastidios de algunos colegas, “albertistas” y de los otros- y a la vez está atado a una cuestión específica y de tiempo corto y apremiante, una única y efectiva prueba: la pulseada con los acreedores. Dicen que escudado en esa tarea se ha permitido ser poco amigable con algunos interlocutores del elenco oficialista. Y hasta llegó a frenar pedidos de gobernadores considerados vitales en la construcción política del Presidente.

Desde hace unos días, según fuentes vinculadas al gabinete, Guzmán estaría exponiendo cierto cambio de perfil. Con cierta ironía pero para ilustrar, dicen algo así como que está pasando de ministro de la Deuda a ministro de Economía. Y agregan que él mismo deja trascender que estaría trabajando en la perspectiva de un acuerdo en el frente externo y de un escenario posterior al coronavirus, incluido un esbozo de reforma tributaria.

Por lo pronto, el ministro habría advertido sobre los límites temporales del cuadro de cuarentena con fuerte parálisis de las actividades productivas. A tono con el documento que se hizo circular en medio de la pulseada con los principales acreedores, proyectó ante sus colegas del gabinete económico una caída cercana al 7% del PBI para este año. Esa cifra ya no asombra: circula como pronóstico en movimiento entre consultores privados, algunos de los cuales lo estiran hasta los 10 puntos. Dicen que el ministro habría destacado además la persistente y fuerte baja de la recaudación, con sus consecuencias también para las provincias, y los pésimos indicadores de distintas ramas de la producción.

Más notable como proyección limitante habrían sido las referencias a políticas del Banco Central -lo cual alimentaría las versiones sobre tensiones no superadas con Miguel Angel Pesce- y al nivel de emisión monetaria, insostenible si se extendiera el actual cuadro más allá de dos meses. Señal preocupante en vista de las medidas de asistencia que se vienen disponiendo con mayor o menor éxito desde el Estado.

Por supuesto, aclaran las fuentes, el ministro no habría expuesto una evaluación directa sobre la decisión política de la cuarentena. Pero su exposición no sería un dato menor para el desafío renovado de disponer una extensión del aislamiento, con excepciones, segmentada geográficamente, controlada y acotada en provincias con mayor número de contagios y especialmente en los grandes centros urbanos. Eso tiene a su vez una limitación implícita: son los distritos de mayor peso económico.

fuente: infobae

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