Monseñor Jorge García Cuerva, obispo de Río Gallegos, Santa Cruz, afirma que el actual gobierno kirchnerista perdió en las PASO porque la gente expresó con su voto lo que le pasa en realidad. Explicó que muchos políticos se sorprendieron porque estaban en otro mundo, en una burbuja.
“Los políticos no sufrieron las restricciones de la pandemia y por eso no entendieron lo que le pasaba a la gente”, dice monseñor García Cuerva reflexionando sobre lo ocurrido en las elecciones primarias del domingo pasado. Después del “cachetazo” de las PASO, dice, lo que corresponde es “humildad”, escuchar, no enojarse.
Llegando al final de una semana tan única por las expresiones y decisiones de los protagonistas de las elecciones de medio tiempo del domingo pasado, muchos fueron los actores de la sociedad argentina que se sintieron llamados a dar una palabra, a compartir su mirada sobre los sucesos que todavía nos siguen sorprendiendo y movilizando. Así lo hizo el obispo de Río Gallegos, Jorge García Cuerva, a quien entrevistamos para el programa Onda de Radio que se emite por FM del Rosario, 103.9.
— Nos siguen impactando las ondas expansivas de los resultados de las PASO del domingo pasado… ¿Qué nos pasa a los argentinos?
— Hace dos semanas leímos el evangelio de Marcos 7, cuando Jesús cura al sordomudo. Lo primero que recordé es que una persona sordomuda primero es sorda y por serlo no puede hablar y no aprende a hablar. Pensé en ponerle mucha atención a la escucha. Y en el caso nuestro, como sociedad argentina, así como a veces tenemos problemas para escuchar y utilizamos un hisopo para sacarnos un tapón de cera y limpiarnos el oído, también creo que tenemos tapones de cera ligados a la intolerancia, la falta de respeto por la opinión del distinto, el tapón de cera del relato: yo hago las preguntas, doy las respuestas y todo pasa por un análisis personal e individual. Distintos tapones de cera que como sociedad tenemos que no nos permiten escucharnos. Como no nos escuchamos, tampoco sabemos dialogar. Por eso ejercemos mucho maltrato a la hora de decir algo, y si está el otro hablando estoy esperando que termine e inmediatamente darle mi respuesta, o nos comunicamos a los gritos, o ignorando al otro haciendo profundo silencio. Por no tener esta capacidad de escucha -ligada a estos simbólicos tapones de cera- no hemos aprendido lo que es el diálogo. En esta línea es que tenía un hisopo como recurso pastoral, que hizo mi secretaria del obispado de Río Gallegos, y allí lo presenté en misa. ¿Qué nombre le pondríamos a estos hisopos hoy? El hisopo de la humildad, aceptar que no tengo toda la razón y toda la verdad; el hisopo del respeto por la opinión del distinto; el hisopo de la apertura a la diversidad; el hisopo de escuchar la realidad que es verbal y nos habla, como decía Romano Guardini. ¡Cuántos hisopos tenemos que usar para sacarnos estos tapones de cera que nos han hecho una sociedad intolerante y que se comunica a los gritos!
— Reflexionemos sobre este acto eleccionario y las consecuencias que han traído los resultados, las peleas, relacionándolo con la falta de escucha de lo que estaba demandando el pueblo, el gran dolor de la gente, las enormes necesidades, la distancia con la agenda de los más vulnerables. ¿Cómo vivió usted estos días?
— Justamente, acompañando este recurso pastoral del hisopo y los tapones de cera de los argentinos, recordaba una frase de Albert Camus, quien escribió la novela La peste a mediados del siglo XX: “Esa enfermedad de porquería que aun a los que no contagió terminó enfermando”. Yo creo que todos, aun los que no contrajeron Covid-19, nos terminamos enfermando con lo que significó la pandemia. Y hablo de dos pandemias: la de Covid-19 y otra pandemia de emociones ligadas al miedo, la incertidumbre, la angustia, a la pérdida de un ser querido. Creo que muchos políticos, muchos dirigentes, no vivieron esta segunda pandemia porque cuando nosotros teníamos muchas ganas de ver seres queridos y no podíamos, ellos viajaban; cuando nosotros no podíamos vacunar a nuestros abuelos, ellos ya estaban vacunados; cuando nosotros no podíamos encontrarnos, ellos se encontraban; incluso ya no solamente inventando el concepto de personal “esencial” sino también el de “estratégico” con lo cual siempre quedaban cubiertos. Por no haber vivido esta segunda pandemia, no entendieron lo que le pasaba a la gente. Y eso fue lo que se expresó en las elecciones. La gente expresó lo que le pasa de verdad y por eso algunos quedaron sorprendidos porque vivían en otro mundo y porque no escuchaban.
— Usted marca la incapacidad para hacer un buen diagnóstico y seguir planificando hacia el futuro. Esto sigue siendo una deuda. Sin embargo, veo una deuda aún mayor: la intolerancia hacia la incomprensión de la realidad. ¿Hisopo para los políticos? ¿Cómo evalúa estas reacciones tan intemperantes frente al mensaje de las urnas?
— Justamente, lo que sucedió y lo expresaba muy bien monseñor Víctor Fernández, el arzobispo de La Plata, estuvieron durante un tiempo muy entretenidos con otros temas que a la gente, y especialmente a los sectores más pobres y vulnerables, no les importaban y que no tenían nada que ver con ellos, ligado a que si el Documento podía tener la identidad binaria, ligado al tema del aborto, a la legalización de la marihuana, e incluso a la eutanasia, mientras a la gente le pasaba otra cosa. Creo que lo que sucedió es que, de manera impactante, recibieron la noticia de que precisamente a la gente le pasaba otra cosa, que la realidad de los sectores más pobres, de la clase media laburante que trata de salir adelante y ve que no le alcanza, toda esa realidad tan compleja los dejó impactados. Cuando uno recibe un cachetazo como pudo haber significado –si me permiten decirlo—el resultado de las PASO, creo que habrá que utilizar el hisopo de la humildad: qué escuchamos, qué podemos aprender de esto y cómo podemos salir adelante. Bien o mal, más allá de las peleas entre dirigentes políticos, en el medio está la gente. Y a la gente hay que cuidarla. Por otro lado, estas son las reglas de la democracia donde se gana y se pierde. No podemos caer en una postura pseudo infantil o caprichosa en la que, como no salieron las cosas como yo quería, entonces me enojo. Me parece que no corresponde.
— Estamos como mirando un ring de boxeo ante una compulsa de fuerzas en la que tambalean los vínculos de una coalición que ya se percibía atada con alambres y ahora han quedado expuestos estos alambres. Muchos subieron al ring de esta contienda al Papa Francisco. ¿Cuál es su opinión sobre esta enésima vez en que lo colocan al Papa en medio de la coyuntura política argentina?
— Una vez más poner al Papa en la interna y en esta coyuntura me parece que es no entender lo que el Papa es a nivel mundial, lo que es Papa como dirigente y referente mundial. El Papa estuvo hace poco en los países de Europa del Este, con un mensaje contundente para la Iglesia de esos países, con un mensaje hermoso para la colectividad gitana. El Papa no está en otro mundo: tiene todo un mundo de que ocuparse que no es solamente la Argentina. Estoy seguro de que el Papa debe estar escuchando las noticias del país con preocupación y debe estar rezando por nosotros como nosotros rezamos por él. Francisco tiene muy claro que hay que escuchar a la gente, que hay que estar cerca de los sectores más vulnerables y que los argentinos tenemos que por fin trabajar, lo que él tanto nos propone, por la amistad social, la cultura del encuentro y el amor político. En este tiempo de campaña, a los políticos de mi diócesis en Santa Cruz y Tierra del Fuego con los que me reuní les recomendaba humildemente que leyesen el capítulo 5 de la encíclica Fratelli tutti que habla de la mejor política, la política como una alta expresión de la caridad, esta es una frase del Papa Pío XI, cómo volver a recuperar lo que es la buena política. Situaciones como las que estamos viviendo en este momento, hacen que haya un descreimiento fuerte sobre la política. Y necesitamos la política como herramienta de transformación social. Tenemos que tener cuidado de que no se genere un descrédito tan grande que volvamos a las expresiones como “que se vayan todos”. Argentina necesita de buenos políticos.
— La Iglesia en la persona de un prelado, como es monseñor Víctor Fernández, cuando hace un análisis en un momento tan difícil, ¿se hace una consulta entre ustedes los obispos? Y una segunda pregunta: ¿usted está de acuerdo cuando el Arzobispo de La Plata le dice al Presidente que está a tiempo de rever sus prioridades y que el pueblo hasta podría llegar a perdonarlo?
— Respecto de la primera pregunta, desconozco si en este caso monseñor Fernández ha consultado, no sé, pienso, con la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal. No lo sé. Con respecto a lo segundo, hay párrafos muy contundentes con los que coincido plenamente como puede ser el de que estuvieron entretenidos con algunos temas que no tenían que ver con la realidad de los sectores más pobres, nada que ver con las barriadas más populares de nuestro país. Cuando dice que está a tiempo de revertir, creo que se refiere básicamente a que le quedan 2 años de gobierno y siempre hay posibilidades; de la crisis que se pudo haber generado por el resultado electoral hay que sacar la oportunidad de empezar a escuchar, como decía yo gráficamente, de usar el hisopo de la humildad, de escuchar lo que le pasa a la calle y a la gente y revertir la situación.
fuente: infobae