La ciudad prácticamente está tomada por los denominados “cuidacoches”. Más de 500 trapitos se adueñaron de las calles de San Miguel de Tucumán y extendieron sus dominios hasta fuera de las cuatro avenidas principales bajo una simple consigna: “No hay trabajo”. Lo cierto es que se trata de un servicio ilegal prestado por personas que nadie sabe quiénes son, si tienen antecedentes policiales, si realmente son desocupados o se trata de mafias que en complicidad con alguien se adueñaron de las calles para hacer mucho dinero en base al miedo de los automovilistas, que no tienen otra opción para estacionar sus vehículos en el que van a trabajar o a realizar algún trámite al centro.
Desde la municipalidad capitalina desde hace muchos años que se hacen los desentendidos y cada vez que sucede un problema grave (pelea, muerte, etc.) salen a decir que están a punto de licitar la concesión del servicio de estacionamiento pago que, a la larga, siempre queda desierta por diferentes motivos.
¿Quién gana y quién pierde con esta trampa de los estacionamientos gratis cobrados por los cuidacoches ilegales? El vecino, seguro pierde; el automovilistas que se ve estafado por cobros espurios y que desgraciadamente no puede negarse ya que ello puede generar roturas al vehículos y hasta discusiones que pueden llegar a las manos si el “trapito” es muy “prepo”. Para el colmo no están solos. Si algún cuidacoche tiene problema con algún automovilista que no quiere pagar aparecen otros que cuidan en otras cuadras para defenderse entre ellos.
La policía sólo mira. No actúa. Hace unos días un comisario de la policía dijo que ellos no son responsables ni tienen la función de controlar el estacionamiento en la calle. ¿Ah no? O sea l policía ve cómo los “trapitos” exigen a la gente el pago por un servicio que no piden y se quedan de brazos cruzados? ¿Esperan que las cosas pasen a mayores para intervenir? ¿A caso el ciudadano no paga sus impuestos para que la policía los proteja? ¿Dónde quedó eso de prevenir el delito? La Policía debe actuar y correr a los trapitos como hacen en Yerba Buena donde de un plumazo los sacaron de las calles con pena de ir presos si ejercen ese trabajo ilegal en cualquier arteria.
¿Por qué en el municipio de Germán Alfaro no se puede hacer eso? Simple: Porque al intendente no le importa realmente el vecino y deja que la situación se acomode sola. Como hace en todo el microcentro que en horario de entrada y salida de colegios no se puede circular por ninguna parte debido a los estacionamientos en doble y triple fila, o frente a sanatorios, grandes farmacias o zonas comerciales como El Bajo, donde todo el mundo hace lo que quiere, nadie respeta nada, y el
que cumple con las normas de tránsito se siente un verdadero estúpido viendo todo el descontrol y el dolor de cabeza que representa circular o intentar estacionar.
La semana pasada en calle San Juan al 600 otro escándalo entre trapitos terminó con uno de ellos apuñalado. Había peleado por el “territorio”. Este caso se sumó a otro, ocurrido frente al FF.CC Mitre donde dos hermanos “trapitos” mataron a otro por el cobro en la zona de la plaza Alberdi.
Personajes “muy densos”
Fernanda Décima, que vive en la cuadra de San Juan al 600, reconoció que esa es una cuadra conflictiva. “Los fines de semana y los feriados se ponen muy densos estos personajes. Siempre se observa o se escucha alguna discusión importante porque la gente no les quiere pagar el servicio que supuestamente brindan”.
Otro vecino dijo: “Fue toda una locura. Empezaron a pelearse porque uno le cobró a un automovilista que parece que lo había cuidado otro. Fue una pelea muy violenta. Primero empezaron con golpes y después uno sacó un cuchillo y le dio tres golpes. No se puede creer el nivel de violencia que se vive ya en esta zona”.
Cobran lo que quieren
A los automovilistas también les preocupa el accionar de los “trapitos”. “Estamos cansados de estos personajes. Por los valores que se manejan, cada vez es más difícil dejar un auto en una guardería. Entonces, tenemos que salir a buscar estacionamiento en la calle y somos víctimas de estas personas que cobran lo que quieren. Y si no les pagan, hay problemas”.
La actividad de cuidacoches no tiene ningún tipo de control. “Venís a trabajar y le tenés que pagar; salís a la noche y también le tenés que pagar; y vas a la cancha, a cualquiera de las dos, y hay que pagar. Lo más grave es que ya no es a ‘tu voluntad’. Si no tenés voluntad de pago, te putean o le hacen daño al auto y a nadie le importa”. El hombre se quejó y con razón ya que la Municipalidad se hace la desentendida, mira para otro lado y descuida a los vecinos que pagan sus tributos para no tener conflictos con los trapitos.
La municipalidad “hace la vista gorda”
El tema del estacionamiento en las calles de la ciudad corresponde que sea controlado por la Municipalidad. Ellos, como hacen las multas a los que no cumplen con las normas, deberían erradicarlos. Pero no quieren hacer cargo de esa situación, al punto de que ya se extendió esta actividad ilegal más allá de las 4 avenidas y en cada calle hay un cuidacoche que exige el pago por “pararse en la cuadra”.
Nuevamente desde el Municipio dicen que se está por llamar a licitación para que se termine con los “trapitos”. Dicen que hay tres propuestas hechas para poner parquímetros de estacionamiento de 200 cuadras. ¿Será?
Por otra parte, la Policía no puede ni debe desentenderse y controlar esta actividad ilícita porque es un delito a cielo abierto. La gente se ve extorsionada, obligada a pagar por un servicio que no pidió. Para la Policía, el problema con el estacionamiento no es un delito, sino una infracción. Error: infracción es estacionar mal o pasar un semáforo en rojo; pero que un tipo exija dinero por una prestación que no nadie pide, es una extorsión, un delito; algo así como que alguien comience a cobrar a los peatones para pasar por determinadas calles o barrios. No es legal, pero por temor, le gente se verá obligada a pagar, como pasa hoy con el estacionamiento callejero.
Por Marcelo Pérez para DIARIO CUARTO PODER