—¡¡¡Eduard querido!!! ¿Qué hace con ese arco de fútbol acá en los jardines del bar? ¿Acaso se lo robó a Martín Palermo?
—No me acuse de ladrón que no soy amigo de lo ajeno.
—Bueno, no se me lo sulfure. Lo que pasa es que esta vez me desconcertó demasiado.
—Esa es la idea mi estimado amigo, crear confusión corriendo el arco a cada rato.
—¿Usted dice en la política comarcana?
—¿De qué otra cosa hablamos en el bar desde hace años?
—Está bien, pero ¿se refiere a la oposición o al oficialismo?
—Me refiero a ambos.
—Comencemos con la oposición…
—Ahí la única operación matemática que cabe es la división.
—¿Cómo es eso?
—Ricardo Bussi ya le puso las fichas a Milei; en Juntos por el Cambio, el piloto picó en punta, pero ahora aparecen afiches de Camperito con Murga, y el Loco Monedita se debate con las metidas de gamba, en especial el Estacionamiento Pago; en tanto que Federico te peché hace la suya…
—¡Usted no sirve, Eduard! Hasta ya parece más tucumano que la caña.
—Déjeme con mi corazoncito en Rosario, que el “Canalla” empató con Boquita jugando bien.
—No se me lo vaya por las ramas y hábleme del oficialismo.
—En el oficialismo Noguera me dijo, a través de nuestro director, que él no especula con candidaturas, así que por estos días ya dice Gobernador, además de 2023, o sea que yo no estaba errado. Hay otros que se quieren anotar en la carrera, pero todavía tímidamente.
—¿Y Juan?
—Sigue con su carita de póker, mientras corren diversas versiones.
—¿Qué versiones?
—Una dice que integrará la fórmula encabezada por Osvaldo, lo que dejaría a los que se peinan para el afiche pedaleando en el aire. Y la otra…
—¡Apure! Que no doy más de la ansiedad.
—No sea tan ansioso. La otra, más descabellada, dice que Juan encabezaría la fórmula. Pero para eso no se le tendría que computar el segundo período. En tanto que la otra alternativa…
—¿Cuál es?
—Que Juan siga jugando en la Nación, aunque muchos por acá quieren que regrese, y que le dé la bendición a su sucesor.
—¿Y Osvaldo?
—Se aplica de manera excelente a la gestión y ya demostró acabadamente que no le pesa ser titular del Ejecutivo. Además, no es ningún novato en las lides políticas.
—La verdad, que esta charla no tiene desperdicio, mi querido Eduard.
—¿Cuándo hablo al gas yo?
—En eso tiene razón ¿Quiere que le invite una birrita?
—No, gracias.
—¿Un vinito?
—No, gracias.
—¿Comer algo?
—No, gracias.
—¿Se siente bien? ¿Le pasa algo?
—No, sucede que aún estoy eructando la súper picada que pedí a su cuenta.
—¡¡¡Ya me jodió de nuevo…!!!
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