-¡¡¡Eduard querido!!! ¿Qué hace con ese disfraz de payaso? ¿Acaso se va a dedicar a la animación de fiestas infantiles?
-¿Por qué esa obsesión suya de buscarme trabajo? Yo a usted no le conozco ocupación alguna…
-Bueno, amigo, eso sería largo de contar y se nos iría todo este espacio, además soy su partenaire…
-Entonces debería saber que mi atuendo inicial siempre tiene que ver con un chisme que le estoy por contar.
-Como dice usted: sipi, pero me gusta hacer esta introducción, que siempre tiene algo original.
-Lo entiendo, mi estimado.
-¿Con qué tiene que ver el chisme de hoy?
-Con un circo.
-¿Alguna puesta en escena política?
-No, simplemente un circo…
-¿Un circo?
-Sipi.
-Precise un poco que ando lento…
-Y ansioso como siempre. Déjeme contar tranquilo lo que me dijeron.
-¿Qué le dijeron?
-Que en La Florida había un circo unos días antes de que encontraran muerto al padre Juan Viroche en el templo.
-¿Y eso qué tiene que ver?
-Que estaban ubicados en un predio que se encuentra detrás de la parroquia Nuestra Señora del Valle.
-¿En serio?
-Sipi. Y no tenían planeado irse de allí…
-¿Cómo? ¿Se fueron?
-Sipi, dicen que por presiones. Incluso les habían ofrecido ayudarlos a instalarse en otro lado, sin realizar ningún gasto…
-¿Quiénes le ofrecieron eso?
-Los mismos que los autorizaron a ubicarse allí.
-¿Las autoridades?
-Como dicen ustedes los tucumanos: vo vé…
-¿Y dónde está ese circo?
-Me dijeron que se fueron a un lugar llamado Los Ralos… ¿Usted conoce?
-Claro, ahí viven parientes míos.
-Entonces vaya sacando las entradas…
-¿Para qué?
-Para llevarme a ese circo. Se me antojan algodones azucarados, pochoclo y refrescos de naranja, además de panchitos…
-¡¡¡Ya me jodió de nuevo, Eduard!!!