De togas, ágoras griegas y debates en el tórrido clima estival y electoral tucumano

—¡¡¡Eduard querido!!! ¿Qué hace vestido con esa toga ateniense? ¿Va a una fiesta de disfraces?
—¿Cómo supo que era una toga ateniense?
—Soy un amante de la historia.
—¿Quién lo hubiera supuesto?
—No se haga el “bobina”, deje de dar más vueltas que perro pa´ echarse y largue el motivo de su particular vestimenta.
—¿No vio al Loco Monedita en las publicidades inaugurando plazas?
—Lo vi, pero no me diga que sigue con los payasitos…
—Ya aflojó con los payasitos de las peatonales, pero ahora quiere darle características griegas a los vecinos que van a las plazas.
—¿Por qué?
—Porque alguno de los iluminados que lo asesoran lo hizo decir que es el espacio más democrático en donde se discuten los problemas y las soluciones.
—¡¡¡Tremendo!!! Imagínese si los vecinos tienen que discutir el aumento del boleto de colectivo en cada plaza que hay en la Capital.
—Sipi, es lo mismo que “preso que no trabaja, no come”, del conscripto Ricardito.
—¡¡¡Usted no sirve, Eduard!!!
—Se agradece el cumplido.
—¿Hasta cuándo estará empantanada la definición del binomio en Cambiemos?
—En abril tiene que estar definida, pero también está empantanada la Intendencia…
—¿Usted cree?
—Sipi ¿No los mandan a los radicales a comer ACA? ¿Qué es eso?
—Mejor se lo digo al oído, Eduard.
—Pero a eso en Rosario le decimos mierda.
—Bueh, como dice usted: sipi.
—Pero el Loco Monedita no solo tiene problemas con los radicales que se quieren peinar para el afiche.
—¿Cuáles son los otros problemas?
—Hay uno muy Colorao que quizás le preocupe.
—¿Colorao?
—Sipi. ¿Acaso no vio los afiches de Amaya acariciando un bebé o charlando con una abuela?
—No.
—Cale el zapallo en el que vive y vea el mundo exterior, mi estimado.
—No me cargue. Estuve pendiente de otra cosa.
—Ya sé. Anda informando a sus noviecitas docentes de las paritarias.
—No me bata Eduard, mejor le invito una cervecita.
—Dele que ahí viene Stella.
—No me diga que ya pidió y esas son las más caras.
—No, me refiero a Stella, una hermosa tucumana que conocí.
—¡¡¡Muy bien, Eduard!!!
—Pero tiene razón. Pidamos dos porrones de los más caros a su cuenta, no sea que piense que soy tacaño.
—¡¡¡Ya me jodió de nuevo…!!!

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