De las paradisíacas playas de Hawaii, León Morimoto, se mudó a la Argentina para triunfar como futbolista en el club Temperley. Agrega: “Acá el fútbol es cultura y los asados me hacen feliz”.

“Empecé a jugar a los 4 años. Mi papá siempre jugó al fútbol, así que es lo primero que hice. El otro día hablaba con el preparador físico del club y me dijo: ‘¿Cómo sos hawaiano y no hacés surf?’. Y yo le respondí eso, que siempre jugué al fútbol. Pero cuando vuelva a Hawaii voy a agarrar a algún amigo y le voy a pedir que me enseñe, así vuelvo y le demuestro: ‘Aprendí a hacer surf’”.

Isla paradisíaca

León Morimoto no acepta un no como respuesta o un desafío como aguijón. Tenía 14 años, jugaba en las islas que pertenecen a Estados Unidos, cuando recibió una particular propuesta: probar suerte en Argentina. “El fútbol era lo que quería hacer, y si quería una oportunidad, me tenía que ir. Cuando sos adolescente, sos rebelde, no me importaba nada, no le hacía caso a nadie. Así que, de loco, dije: ‘Me voy, me voy’. Ahora estoy re feliz de tomar esa decisión”, cuenta. ¿Cómo no va a aprender a dominar las olas para probar que allí también puede?

El lateral izquierdo es todo un personaje en Temperley, donde lo cobijan como si hubiera brotado de sus baldosas. León hace todo lo posible para validar la teoría de que bien podría ser un nativo más de Turdera: es fanático del asado e incorporó modismos bien argentinos, como podrá advertirse a lo largo de una entrevista.

Con el plantel profesional

Desde hace dos semanas, incluso, se entrena con el plantel profesional, que a partir del 7 de noviembre volverá a la acción en la Primera Nacional, con el deseo de saltar a la élite. “Me siento bien, cómodo, haciendo lo que me gusta”, subraya, rodeado de jugadores con experiencia en Primera División, como “Ariel Cólzera, Marcos Figueroa, Federico Fattori, Federico Vietto…”, enumera, con profundo conocimiento, a la altura del analista más avezado. “Hay equipo para pelear”, advierte. Y en ese plantel está él, destruyendo todos los prejuicios.

León jugaba en el Strykcer FC como mediocampista cuando lo invitaron a viajar 12.000 kilómetros desde Honolulu para emprender una aventura en un fútbol renombrado como el argentino. “Conocía algunos equipos y sabía que acá el fútbol es el mejor. De acá surgieron Messi, Kun Agüero, Maradona, Lautaro Martínez, Di María…”, explica cómo su base de datos funcionó como motivación.

Se vino a buscar competencia

“En Hawaii no hay mucha competición. Si jugás bien, todo el mundo te conoce, los rivales son todos amigos y siempre jugás contra los mismos. Para mejorar tenés que jugar con jugadores que sean mejores que vos, más grandes y más altos”, completó los argumentos que lo llevaron a subirse a un avión y a jugársela, sin red.

Llegué a la Argentina y no entendía nada, no sabía hablar una palabra de español, me daba vergüenza hasta decir gracias. Primero me quedé con mi representante. Y después fui a la pensión de Independiente. Llegué con edad de Octava División”, describe la primera impresión.

-¿Y qué te decían tus amigos en Hawaii cuando les decías que habías decidido jugar al fútbol en Argentina?

-Me re cargaban, me decían ‘¿adónde vas a ir?’, ‘¿hablan portugués allá?’ o ‘¿qué, vas jugar con Messi?’. Eso fue un mes antes de irme, más o menos. Pero yo con 11 años jugaba en el equipo Sub 14; con 13, jugaba sub 17… Tenía que intentarlo. Mi familia, mis amigos, no me vieron jugar en Argentina. Mejoré mucho.

-¿Y cómo fueron esas primeras épocas de adaptación?

-Fue un año muy difícil, tanto en el fútbol como en la vida, tenía que adaptarme. Me costó todo, vivir solo, ser responsable de mí mismo, lejos de mi familia… Pero también fue un aprendizaje, tenés que sufrir un poco para poder crecer. Me cargaban por no saber hablar castellano, sí, pero al mismo tiempo si no me cargaban no iba a aprender. Cuando no entendés es feo. Y pude superarlo.

¿Y en lo futbolístico?

-En Hawaii jugué en el medio, vine a Argentina y me pusieron de lateral. Le agarré la mano, tenía dos compañeros que hablaban inglés y el preparador físico también hablaba un poco; eso me ayudó un montón. Me brindaban mucho cariño. Todos me ayudaron desde que llegué a la Argentina.

-¿Qué cosas te impactaron por la diferencia cultural o de costumbres?

-En Estados Unidos le dan más bola hoy al fútbol, ahora a la gente le gusta, pero nada es como acá. El fútbol acá no es un deporte, es cultura, tenés que ganar sí o sí. Si perdés no hablás con nadie, quedás re caliente. Allá perdés y no pasa nada. Da lo mismo. No hay nada mejor que el fútbol, pero allá gusta la NBA, el fútbol americano y nada se compara. Allá, en el fútbol americano hacen un gol de campo y aplauden. Acá cuando hay un gol se cuelgan del alambrado… Y la comida es muy diferente, acá todo es muy rico. El asado con los amigos me hace muy feliz. Cuando sea más grande, esté en Estados Unidos, en Europa o acá, voy a hacer lo mismo: me voy a hacer una parrilla y voy a hacer asados, aunque sea el peor asador. Me enamoré de las costumbres de acá: dar besos para saludar, más allá de que ahora no se haga por la pandemia; el cariño por la familia, porque acá se trata a la familia como oro. Y yo vengo cultura japonesa que es más fría.

-¿Por qué quedaste libre de Independiente y cómo te ganaste un lugar en Temperley?

-En diciembre de mi primer año acá cambiaron los coordinadores de Inferiores y dejaron libres a un montón de pibes, más que nada a los extranjeros. Me avisaron con anticipación, me lo dijo mi representante. Me fui a mi casa en diciembre estando sin club, no sabía qué iba a ser de mi vida. Y me dije: “Voy a probar suerte otra vez, voy a volver, arranqué algo y lo voy a terminar”. Así que volví a Argentina estando sin club. Me probé en Temperley y gracias a Dios, si es que hay un Dios o lo que sea que haya arriba, quedé. Y zafé como loco.

La pandemia le propuso un escenario diferente. Porque Morimoto reside en la pensión de Temperley, con espacio para aproximadamente 15 futbolistas. Ante la irrupción del COVID-19 y la suspensión de los torneos juveniles, la gran mayoría de las promesas se marchó a las localidades en las que viven sus familias. Para León eso implicaba dejar el país y desandar una vez más los 12.000 kilómetros de vuelo. En consecuencia, decidió permanecer, junto a un joven colombiano y otro japonés. Sí, toda la residencia para ellos.

“Ahora se fue el chico japonés y vino uno de los refuerzos del equipo, que es entrerriano. Yo aposté a quedarme y hoy estoy entrenándome con el plantel de Primera. No pensaba que el 2020 me iba a dejar a las puertas de debutar en Primera. Mi objetivo era jugar todos los partidos de Cuarta División que pudiera, y si podía hacerlo también en Reserva, mucho mejor”, cuenta.

León es estadounidense, pero tiene descendencia japonesa. "Acá a la familia se la cuida como oro", resalta (Temperley)León es estadounidense, pero tiene descendencia japonesa. “Acá a la familia se la cuida como oro”, resalta (Temperley)

-¿Y qué hacían para que pasara el tiempo durante la etapa de aislamiento en la que no había entrenamientos?

-Lo que hacía era entrenarme, si no entrenaba me volvía loco, pensar mucho es peor. Traté de mantenerme ocupado, cuando tuve tiempo vi un par de series, jugué a la PlayStation… En un momento aprendí portugués, también me dediqué a las cosas del colegio, estoy en sexto año. Y para comer cocinábamos nosotros, pero un par de dirigentes nos daban una mano. Ellos venían, se fijaban si estábamos bien, nos traían comida y hasta cocinaban para nosotros.

-¿En qué cosas sentís que tenés que mejorar?

-Soy bastante temperamental, y a veces pego. No soy mala leche, pero sí quiero ganar los mano a mano siempre, con actitud, con pierna fuerte. Jugar con corazón, pero intentando no pasarme, que no entren las emociones, porque te pueden afectar. Estoy aprendiendo a controlar eso.

-¿Cómo te definís como jugador y quién es tu referente como lateral?

-Es muy importante en los equipos de la actualidad que los laterales puedan subir y bajar; es todo. Me adapté a eso, me encanta pasar al ataque, tirar buenos centros. Los mejores laterales pasan, no se quedan abajo. Me identifico con Nicolás Tagliafico, que juega con mucho corazón, mete muchas ganas y pasión. Pero también con Fabricio Bustos, de Independiente, que tiene mucha técnica. habilidad y tira buenos centros.

-¿Y con Temperley también te sentís identificado? ¿Ya sos hincha del club?

-Desde el día que vine a la pensión, en todos los partidos de local voy a la cancha. Y así conocés a todos los jugadores de Primera, de Reserva, te hacés hincha. Te doy un ejemplo: en cuarentena los dirigentes aprovecharon a pintar, a limpiar, y cuando puedo les doy una mano. Estar acá te hace ver cosas que un jugador por ahí no ve, y me pone orgulloso estar en Temperley.

-¿Notaste la diferencia del roce con los jugadores de Primera en estas primeras semanas? ¿Qué te dice el entrenador Walter Perazzo?

-El otro día hice fútbol, tuve que marcar Elías Contreras, que jugaba en Independiente y está a préstamo. Mide 1.87, es gigante, rápido, me saca 20 centímetros. Y lo banqué. Tengo mucha confianza con él y le pregunté cómo me vio. Me dijo: ‘Te vi bien, tirando paredes, centros’. Perazzo es un técnico muy atento, todo su equipo también. El preparador físico, el ayudante de campo, me preguntan cómo estoy, cómo está mi familia, me preguntan cosas de Hawaii…

-¿Y si te convocaran al mismo tiempo de la selección de Estados Unidos y de la de Argentina, cuál eligirías?

-No sé si tendría la oportunidad de jugar en la selección argentina, no tengo la ciudadanía. Pero si tuviera que elegir, elegiría Argentina, aunque me puteen si juego mal. En Estados Unidos perdés 5-0 y no me putea nadie. Allá podés hacer tres goles en contra, ja.

 

 

fuente: infobae

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