El español se impuso por 4-6, 6-0, 6-3 y 6-2, y definirá el título ante el sudafricano Kevin Anderson.
Una estupenda versión de un Rafael Nadal más número 1 que nunca en 2017 pasó por la noche de Nueva York para dejar sin nada a Juan Martín Del Potro. En el Arthur Ashe, el estadio de tenis más grande del mundo, el español volvió a ser lo que es en este momento: el jugador de tenis más grande del mundo. Porque después de perder el primer set no le dio margen a su rival. Ninguno. Y así pasó a la final de Flushing Meadows al imponerse por 4-6, 6-0, 6-3 y 6-2 con un punto final que fue la perfecta síntesis de casi todo el encuentro: un passing paralelo de revés pasó apenas arriba de la red y dejó sin respuesta al tandilense.
Fue tremendo otra vez lo de Nadal en un torneo en el que claramente llegó hasta el último partido jugando de menor a mayor. Y esa tónica la repitió en una noche de emociones para un Del Potro que se fue entre ovaciones y tocándose el pecho a la altura del corazón en una respuesta evidente del ida y vuelta genuino que tiene con el público neoyorquino desde aquella ya lejana consagración de 2009.
Al principio quedaron claras cuáles serían las tácticas de los dos. Nadal buscó con obsesión y determinación el revés de Del Potro favorecido por su condición de zurdo y Del Potro intentó encontrar cualquier pelota corta de Nadal para perfilarse con su drive y pegarle con ese golpe en forma invertida. Así de simple, sin secretos, sin nada que pudiera sorprender plantearon el partido. Pero fue al menos en ese arranque porque luego el desarrollo obligaría a modificar todo por el lado de quien este domingo irá por su tercera corona en el torneo.
Del Potro se estira para devolver exigido con el revés ante Rafa Nadal. (AP)
Junto con el primer “olé, olé, olé, olé… Delpo, Delpo” y una mayor velocidad de pelota, el aviso inicial había llegado en el tercer game con el primer break point que el mallorquín levantó tras un intenso peloteo desde el fondo de la cancha. Pero esa luz amarilla del semáforo de Nadal mutó en roja en el quinto cuando, con la ayuda de la red, Del Potro se quedó por primera vez (y única en el partido) con el saque de su adversario para quedarse con la primera ventaja. Esa diferencia la mantuvo hasta el 5-4 cuando llegaron los dos primeros set points. En el primero su drive se murió en la red; en el segundo su arma mortal definió el capítulo inicial.
El segundo set arrancó con otra postura por parte de Nadal. Y ese cambio le dio resultados rápidamente. Al no encontrar huecos por el lado del revés de Del Potro (el cruzado por momentos lastimó mucho porque no abusó del slice y, en cambio, le pegó con la dosis justa de top y, a veces, plano), prefirió variar. En la modificación de la táctica encontró los errores del tandilense que le permitieron conseguir su primer break point y quebrar por primera vez en el segundo juego. Con la firmeza de su saque y con otro error no forzado del drive de Del Potro, la distancia enseguida se hizo más grande y el 4-0 ya obligó al argentino a empezar a pensar en el tercer set que llegó tras levantar tres set points y luego de “enganchar” un nuevo drive.
El huracán Nadal tuvo la fuerza y el poder devastador del Irma y esa superioridad fue total y absoluta incluso en el arranque del nuevo set. Un Nadal sin fallas se encontró además con un Del Potro que había perdido movilidad y que recién pudo ganar un game después de nueve consecutivos obtenidos por su rival. En el cuarto juego de ese tercer set Del Potro tuvo un doble break pointen contra -sacó 40-15 abajo- que levantó con un par de bombasque venía necesitando para resurgir (apenas acertó cincowinners en el set). Ahí pareció volver al partido porque, además, apenas lo separaba un break en el marcador. Pero todo resultó apenas un espejismo porque del otro lado continuó Nadal con la misma energía y con el mismo plan de no abusar sobre el revés para que su adversario retomara seguridades por ese lado. Así, en el primer set point con su saque definió en la red con una volea de drive y el español se quedó con el tercer episodio de una saga que no tendría mucho más diferente para ofrecer.
Rafa Nadal ejecuta el drive a la carrera. (Reuter)
En el tercer game del parcial final Nadal consiguió muy rápidamente una doble chance para quebrar por quinta vez en el partido. Y no la desaprovechó. Fue el principio del final. Fue el prólogo de una historia de la que se conocía el corolario desde hacía un rato largo. Otro quiebre en el quinto game apenas sirvió para hacer más rápida la eliminación. Para hacer, en definitiva, menos dolorosa la despedida de un Del Potro que en un septiembre neoyorquino ratificó que, con la motivación suficiente y su tenis a pleno, puede volver a soñar. Aunque el mejor Nadal se le ponga del otro lado de la red…