Daniel Robledo es uno de los referentes de la Agrupación Dar de Corazón, que se dedica a asistir a los peregrinos que van hasta Catamarca para participar de la Fiesta de la Virgen del Valle. Ya terminada una faena de varios días, el profe de Educación Física, junto a una decena de colaboradores entre los que se encuentra su esposa Lorena Argañaraz, hizo un balance positivo.
Quedaron muchas postales de quienes comparten con él y su familia, la devoción por la Virgen del Valle. Daniel es muy agradecido y sabe que este camino que emprendió hace cuatro años, forma parte de una tarea solidaria que debe seguir manteniendo como sea. Para lograrlo contó, no sólo con sus colaboradores, sino también con la solidaridad de los vecinos de Concepción, que realizaron donaciones para que se pudiera asistir y alimentar a los peregrinos, quienes pasaron por la sede ubicada en el predio de Vialidad Nacional.
Daniel comenzó con esta tarea hace cuatro años luego de que como peregrino, comprobara la falta de agua en una zona del cerro catamarqueño. “Iba en bicicleta y me quedé sin agua. Más adelante encontré un puesto en donde te vendían el agua. Tuve que comprar, como otros peregrinos, porque no me quedaba otra. Pero en ese momento decidí que tenía que hacer algo para ayudar a aquellos que, con las monedas contadas, se van a visitar a la Virgen del Valle”, recuerda mientras los ojos se le llenan de emoción.
Por el lugar, habilitado por la Dirección Nacional de Vialidad, pasaron feligreses caminando y en todo tipo de vehículos, desde bicicletas, sulkis, carretas y lo que uno se pueda imaginar. La imagen de la Virgen se ubicó en una mesa al costado de la ruta, como un indicador del alivio físico y espiritual que podían alcanzar allí.
Lo más emocionante fue el paso del joven René, quien fue a cumplir esa misión en su silla de ruedas. “Me gustaría que René pudiera darle una charla a mis alumnos, así valoran la valentía, el coraje y las ganas de vivir de este muchacho”, señaló Daniel, quien sabe de sacrificios. “Para recibirme de profesor de Educación Física, hice mucho esfuerzo, hasta me iba en bicicleta a Tucumán (por San Miguel de Tucumán) o a dedo, para no gastar el dinero que no tenía, pero no me quejo porque la Virgen siempre me ayuda”, sostiene con una fe inquebrantable.
Por último cuenta su propia vivencia: “hasta hace no mucho tiempo alquilábamos, pero me anoté en un barrio y fuimos a sorteo. Éramos muchos los aspirantes y cuando ya faltaban escasos números para sortear, le pedí a la Virgen que me ayudara. Pasaron dos sorteos y salió mi número. Es cuestión de fe”, subraya mientras sonríe satisfecho por la tarea cumplida y pidiéndole a la Madre del Cielo cumplir nuevamente con esta solidaria tarea el año próximo.