El caso de contaminación ambiental por uso de la semilla transgénica de tabaco B21, tuvo severas falencias de control e investigación. Es por ello que una familia tucumana afectada por las graves consecuencias, denunció al propio Presidente y a Elisa Carrió.
Los protagonistas de esta historia
Ella tiene Lupus, una enfermedad autoinmune que le impide exponerse a los rayos solares por mucho tiempo, que afecta su piel, le genera caída del cabellos, e inconvenientes en el estómago, los riñones, problemas gástricos e intestinales y las articulaciones en general.
Ella es de La Invernada, en el sur de la provincia y su nombre completo es Deolinda Sandra Elizabeth Carrazana, es una de las tantas víctimas de las semillas transgénicas con las que se hicieron plantines de tabaco.
Él bien podría salir de una de esas películas de Hollywood en la que el protagonista es un sujeto que se pone en contra de la corrupción del sistema y de sus bajezas para oprimir a los débiles. Su nombre es Omar Tamer.
El comienzo de los problemas
Sus peripecias comenzaron cuando Sandra comenzó con problemas de salud y tras muchos estudios se determinó que padecía de Lupus. El mejor lugar en toda América Latina para tratar esta enfermedad autoinmune es el Hospital de Clínicas, en Buenos Aires.
Allí se encaminaron, con préstamos, ayuda de amigos, esfuerzos y sacrificios. Estuvieron muchos meses y los profesionales médicos indagaron sobre la causa de la enfermedad, lo que era de fundamental importancia.
En esa tarea descubrieron que el contacto con suelo y agua contaminados por plantaciones de semillas transgénicas prohibidas introducidas desde Estados Unidos en el 2000 era lo que había desencadenado esa enfermedad.
Otros casos y cáncer
“Cuando me enteré que la enfermedad se había manifestado también en otros cuatro casos en esa zona, por la contaminación ocasionada por los plantines hechos con semillas transgénicas prohibidas, comencé a buscar información sobre el caso”, explicó Tamer.
Los dos organismos de control que intervinieron fueron el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y el otro del Instituto Nacional de la Semilla (INASE), de los cuales Tamer tiene dos voluminosos expedientes.
En la primera hoja del primero de los expedientes, conseguidos por Tamer al invocar la ley de acceso a la información pública, se da cuenta de 90 productores de Tucumán y Catamarca. Pero a medida que se avanza en su lectura, se llega a unos 280.
Un supuesto canadiense involucrado
Uno de los expedientes señala una supuesta superficie cultivada de 387 hectáreas con plantines de tabaco Burley originados con semillas transgénicas que habían sido manipuladas para bajar la nicotina y aumentar su productividad.
En el expediente aparece como importador de las semillas, un sujeto de supuesta nacionalidad canadiense, que responde al nombre de Richard Lassiter, pero que en la documentación presentada, difiere el número de pasaporte.
Lassiter trabajaba en conexión con el empresario tucumano Juan Sigstad, quien era socio gerente de la firma TABATUC. El supuesto canadiense afirmó que trabajaba para la empresa Hail and Cotton, lo que fue negado por esa firma internacional.
Existió la semilla transgénica
Las actuaciones de los organismos de contralor, en especial del Instituto Nacional de la Semilla (INASE), determinan que existía esa semilla transgénica, denominada B21, y que había sido introducida al país por Buenos Aires y Salta.
Es más, los plantines habían sido producidos por la empresa salteña Plantines del Norte SRL, en la localidad salteña de San Lorenzo y luego trasladados y plantados en el sur de nuestra provincia y en Catamarca.
En una de las fojas del expediente se habla de una producción de 2.200 bandejas, por parte de Plantines del Norte SRL, pero en otra se determina que fueron un total de 32.000 plantines los que se habían generado en esa empresa.
Productores que perdieron todo
Para Tamer los números no dan, pero luego de la denuncia pública de Greenpeace, quienes pagaron los platos rotos fueron los productores que utilizaron esos plantines, convencidos de que hacían un buen negocio, y con gran esfuerzo.
Al final, sufrieron la quema de la cosecha y de sus galpones y secaderos que habían quedado contaminados. “No sólo hubo perjuicios en materia de salud sino también económicos a los pequeños productores”, dijo Tamer.
En los expedientes se incluyó documentación de dudosa veracidad, como un supuesto certificado del Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos y un informe de la Universidad de Kentucky que señalaba que no se trataba de material transgénico.
“Nadie corroboró nada”
Tamer se comunicó con la mencionada casa de altos estudios y señalaron que no emitieron ese informe, que no lleva la firma de ninguna autoridad de esa Universidad, sino que sólo aparece un membrete que pudo haber sido escaneado por cualquiera.
Llamó la atención que los organismos de control no hicieron nada para corroborar la veracidad de las fotocopias aportadas. “Las tomaron como ciertas cuando se trataba de un tema de tanta importancia por los daños que podía causar”.
Otra curiosidad es que ni Hail and Cotton ni Plantines del Norte SRL registran trámite alguno de importación de las mencionadas semillas, lo que echa más oscuridad a la maniobra.
Preocupa la cantidad de semillas ingresadas
En cuanto a la cantidad, Tamer sostiene que aparentemente fueron 76 mil kilos de semillas de tabaco transgénico las que se ingresaron al país, por lo que la cantidad de plantaciones quemadas y las semillas secuestradas nada representan al lado de ese total.
“La semilla tiene el tamaño de la mitad de la semilla de chía y con una cucharada de té, se pueden cultivar cuatro manzanas. La cantidad que se introdujo al país puede ocupar grandes extensiones de la Argentina”.
“Lo peor, las semillas pueden estar guardadas por espacio de 20 años sin perder su eficacia”, advierte Tamer, quien sufrió todo tipo de presiones. Una de ellas del propio interventor del PRO en Tucumán, Santiago Hardie.
Tamer dijo que Hardie lo amenazó con los servicios que debía recibir su mujer por parte del Pami, ya que los costos para el tratamiento del Lupus son costosos. “No querían que continuara investigando”, subrayó.
Una multa ridícula
En definitiva, una vez comprobado el ingreso de la semilla transgénica de tabaco B21, que figura en ambos expedientes, tanto el del SENASA como el del INASE, la multa aplicada a los responsables fue ridícula y fue de apenas mil pesos.
“Con toda la gente enferma de Lupus y cáncer, como mi mujer, esa multa es una vergüenza”, señala Tamer, quien tuvo que hacer una presentación judicial para que el Pami le cubriera los tratamientos médicos.
Denuncia contra Macri, Carrió y otros
En tanto que Tamer denunció ante la Justicia al propio presidente, Mauricio Macri; a la diputada nacional, Elisa Carrió; a las autoridades del SENASA y del INASE, por su inacción con respecto a este problema.
Tamer señala que “le envié sendas notas de pedido, una vez al año desde el 2016, al presidente, para que interviniera en este problema gravísimo de contaminación ambiental y nunca tuve respuestas”.
En lo que hace a Carrió, sostuvo que “la fui a ver con toda la documentación y le solicité que vía Congreso de la Nación, solicitara informes, porque ya había antecedentes de un pedido de años anteriores que no prosperó”.
En tanto que a los organismos de control, por la inacción y las falencias de las investigaciones realizadas.