El 22 de mayo pasado, Natalia, una joven de 24 años que vive en General Pacheco, tropezó con la bicicleta de su sobrina. Se lastimó la muñeca derecha, un dedo meñique de la otra mano y la costilla izquierda. Decidió entonces ir a la guardia de Hospital Zonal General de Agudos Magdalena Villegas de Martínez para hacerse revisar. Un traumatólogo le ordenó que se hiciera una serie placas y que apenas las tuviera, regresara al consultorio.
Pasó una media hora y la joven volvió, pero lo hizo justo en el cambio de guardia, por lo que le dijeron que esperara algunos minutos. Finalmente, la hicieron pasar aunque ya no con el mismo médico. Esta vez, el que la atendió fue Jonathan D’Alessandro, otro traumatólogo que hasta ayer se desempañaba como médico concurrente. El hombre apenas la vio, le recetó medicamentos y la citó nuevamente para el sábado 25 de mayo a las tres de la tarde, que era cuando estaba de guardia.
Natalia cumplió con la cita. Ese día llegó otra vez al sanatorio, se anunció en la recepción y esperó algunos minutos. Una empleada administrativa le dijo que D’Alessandro no la estaba esperando en los consultorios de trumatología sino en el otro lado del hospital. La joven fue y el médico la recibió.
“Pasamos una puerta de chapa y entramos a los consultorios por la parte de atrás. Me revisó y hasta ese momento, todo era normal. Después de ver los lugares en los que me golpeé y de revisarme, le consulté por un especialista en rodillas por un problema que tengo en los meniscos. Me dijo que él era especialista y le pedí entonces que me revisara“, relató la joven.
No perdió un solo segundo. Según su relato, el traumatólogo le consultó casi de inmediato si se subía el pantalón o si se lo iba a sacar para poder hacer el chequeo.Natalia le dijo que no podía subirlo porque era un jean entubado y que debía quitárselo, aunque le pidió que hiciera algo por el frío del consultorio. El hombre buscó una estufa eléctrica, pero como no había enchufe, llevó a la joven a una sala contigua. Se apoyó en el piso, conectó el aparato y le dijo: “Mirá lo que hago por vos, me tiro en el piso”.
Después esbozó una sonrisa. “Lo tomé como un chiste, nada que me hiciera sospechar”, acotó la joven.
Natalia se recostó en la camilla y el traumatólogo comenzó a examinarla.Efectivamente le dijo que presentaba problemas en los meniscos y le pidió que se diera vuelta para “revisar el nervio ciático” (la parte baja de la espalda) para ver si eso era el origen del inconveniente.
Empezó a darle masajes en la espalda y en la ingle, y de repente introdujo los dedos en la vagina de la paciente. “Yo me quedé paralizada, horrorizada, fría. No sabía qué hacer. Mientras me tocaba me hablaba como si nada pasara. Me hacía preguntas, se reía. Yo no supe qué estaba pasando. Sólo me decía que me relajara, que no pasaba nada”, contó Natalia.
En el medio, D’Alessandro llegó a pedirle el número del celular con la excusa de que así podría avisarle en caso de que consiguiera turno para una resonancia magnética que debía practicarse por el problema en los meniscos.
Así transcurrió cerca de una hora y media de horror. De pronto sonó el teléfono del médico. Del otro lado estaba la empleada administrativa del hospital que le avisó que tenía en espera a otro paciente. El traumatólogo le volvió a introducir los dedos, Natalia expresó con su cara la molestia de la situación pero finalmente logró ponerse de pie.
“Aproveché ese momento para decir que tenía que irme y me cambié rápido y al irme, tuvo el descaro de saludarme con un beso en la mejilla y guiarme el camino hacía la salida del hospital por otro lado de donde yo había entrado. Me subí al auto y fue ahí que caí. Fui a lo de un amigo pero no estaba. Después me dirigí a la casa de mi hermana mayor y estuve una hora dentro del auto. Me puse a llorar y ella me insistió para que hiciera la denuncia. Cuando llegué a mi casa, me llegó un mensaje de él. Sólo me escribió su nombre. Me dio tanta bronca y tanto asco que lo borré”, relató Natalia.
Luego, la víctima se acercó hasta la Comisaría de la Mujer de General Pacheco y denunció al médico por abuso. Recibió toda la contención que necesitó hasta que intervino la Fiscalía Especializada en Violencia de Género de Tigre, donde le dijeron que al traumatólogo le enviarían un patrullero para notificarlo de la denuncia. “No sé si lo hicieron. Lo único que supe es que hasta ayer, este tipo seguía trabajando en el hospital”, denunció la joven. Esta semana se entrevistó con la fiscal y con una psicóloga.
Leonardo Busso, subsecretario de Atención de la Salud de las Personas de la Provincia, confirmó que el acusado fue puesto a “disponibilidad relativa” y explicó que al ser un médico concurrente no es un profesional de planta. “Es como una práctica profesional, pero el médico tiene matrícula”, aclaró el funcionario.
A partir de la viralización del caso, una mujer le escribió Natalia un mensaje privado en el que le reveló que D’Alessandro le hizo exactamente lo mismo, pero en octubre del año pasado. “Ella me dijo que va a hacer la denuncia y no la hizo antes por miedo. Pero al parecer este tipo le hizo lo mismo”, comentó.
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