Camila, de 18 años, salió como cada noche del restaurante en el que trabaja como camarera y se dirigió hacia la parada del 501, el colectivo que toma luego de cada jornada laboral para regresar a su casa. “Ya me subí”, le expresó a su mamá minutos antes de las 22 a través de WhatsApp. Pero 25 minutos más tarde -según denunció la joven- debió tirarse por la ventanilla para escapar de una situación que aún la tiene atemorizada.
Oriunda de Monte Grande, partido de Esteban Echeverría, Camila relató que en la noche del miércoles subió a un colectivo que estaba vacío de pasajeros. El chofer, identificado como L.R. (29), decidió no cobrarle el viaje y le hizo un comentario al pasar. “Me preguntó hasta dónde tenía que ir, le contesté, me dijo que sí, que venía hasta acá. Subí, le pedí $18, y me dijo que no me cobraba nada, que me llevaba gratis a mi casa. Puse mi sube esperando que me cobre $18 y me cobró diez centavos. Eso me incomodó. Me di vuelta para bajarme, cerró la puerta y arrancó“, contó Camila, quien comenzó a trabajar hace pocas semanas para pagarse su viaje de egresados a Bariloche.
La joven recordó que el colectivo se puso en marcha e ignoró una parada repleta de gente que le hacía señas para que el mismo se detuviera. En la estación de Monte Grande sí lo hizo, pero en la parada de la línea 165. Allí nuevamente arrancó pero sin subir pasajeros y Camila decidió escribirle a su mamá para pedirle que vaya a la parada en la que ella debía bajarse.
“No hay nadie en el colectivo y cuando subí el chofer me dijo un piropo como tirándome onda. Y no paró ni en Alem ni en la estación”, le envió Camila a su madre. Y agregó: “Tengo miedo, en serio”. Cuando su mamá le indicó que iba a ir a esperarla en la parada, la joven especificó la situación: “No hay nadie, ni cuando subí ni ahora. Encima no para en ninguna parada”.
Camila narró que no quiso volver a tocar timbre para evitar que él sospeche que ella tenía miedo. Entonces abrió la ventana y esperó hasta la parada en la que debía bajarse. Allí pensó: “Si no se detenía ahí me iba a tirar. A mí no me importaba”, indicó.
“Cuando llegamos a la parada vi a mi mamá y a mi hermano. Me paré. Toqué timbre y dije: ‘parada, por favor’. Él me respondió: ‘vos de acá no te bajás’. Él apagó todas las luces y le hizo señas a mi mamá que no, que estaba fuera de línea. Él no sabía que era mi mamá y yo estaba comunicándome con ella. Como siguió de largo lo empezaron a correr y mi hermano le tiró una piedra que rompió un vidrio”, continuó.
A los 50 metros Camila decidió arrojarse. “Cuando no paró, a mí no me importaba si me mataba. Prefería tirarme por la ventana a terminar violada y andá a saber dónde”, relató.
A las 15 cuadras, tras el aviso a la policía, L.R. fue detenido. Luego de ser revisada por personal médico, Camila también se trasladó hacia el destacamento policial “Nuestras Malvinas” para declarar y contar cómo ocurrieron los hechos. Según fuentes policiales, se pudo conocer que la joven efectuó la misma descripción, en la cual agregó que el chofer intentaba entablar una conversación y que pudo escaparse cuando éste se detuvo en uno de los semáforos.
En la cuadra en la se tiró había un móvil policial al que su familia alertó de lo que estaba sucediendo. Los efectivos lo persiguieron y L.R. frenó el colectivo y descendió sin resistirse.
Su abogado, el doctor Alberto Torres, explicó que “en la parada donde la familia estaba esperando a la chica, L.R. no frenó porque lo atacaron a piedrazos cuando estaba frenando. Al ver eso aceleró y entonces fue cuando la chica saltó por la ventana“.
El chofer pasó la noche del miércoles detenido y fue liberado el jueves por la mañana. En la causa intervino la fiscal Verónica Pérez, a cargo de la UFI n°3 de Esteban Echeverría, quien imputó a L.R. por “privación ilegítima de la libertad”.