“Leo es el único que sabe su decisión. No se cerró nada. Pero está la posibilidad de que se quede un año más en Barcelona”.

Messi no sólo es capaz de frenar de 100 a 0 en la cancha. Y ahí volver a acelerar. Puede hacerlo con sus decisiones, con sus humores. Mientras los diarios de España se imprimían con una primera reunión entre Jorge Messi y Bartomeu con dos posturas inflexibles, en la tarde de la Argentina más de una voz en off abrió un resquicio para no sentenciar el futuro del mejor jugador del mundo. Todo puede pasar. Aunque por primera vez en estos ochos días convulsionados, Leo se permite repensar su decisión de irse. Por lo menos discutirse a sí mismo.

Ya seguramente lo sabe también su familia, que había aceptado hacer las valijas para cambiar los días soleados de Barcelona por las tardes grises de Manchester. Lo van a apoyar y seguir en la postura que elija. Pero todos tomarán con felicidad si no hay mudanza. “Ojalá se quede porque es su club”, subió la apuesta alguien que sonríe cuando ve feliz a Messi. De hecho, independientemente de que la decisión del burofax fue suya, en su círculo íntimo se cuenta que “Leo está mal, destrozado” por irse del lugar donde casi siempre imaginó su final de fiesta. Por ahora es una pregunta sin respuesta: ¿Y si se queda un año más en el Barça? Ese puede ser un punto central. Un año más, hasta fines de junio de 2021 en realidad. Cuando vence su contrato y vence el presidente…

Nada está definido. Hoy es lo único seguro tras un día de muchas reuniones. Debe haber descansado bien Messi padre en el avión privado que lo llevó desde Rosario al aeropuerto El Prat. Raro en él -casi siempre mudo delante de los micrófonos- cuando llegó respondió con palabras cortas pero contundentes. Arrancó el “es difícil que Leo siga en Barcelona” si se completa la frase con la pregunta de los periodistas. Lo repitió cuando se bajó de un taxi -después de reunirse más de cinco horas con los abogados en la Fundación Messi- y se encontró con otra cámara de TV. La lectura de sus palabras podían delatar que el 10 estaba afuera. No había necesidad de decir “difícil” a menos que fuera estratégico. La otra mirada, optimista a los ojos de los hinchas, era que no había usado “imposible”.

El miércoles movido siguió. Almorzó con Rodrigo, su hijo mayor, quien hace años está radicado en la ciudad y después se camufló para ir a la reunión. A Jorge Messi lo siguieron en vivo como si fuera Leo Messi. En el cara a cara con el presidente cada uno mantuvo su postura. Uno habló de renovar, el otro de la cláusula de salida. Con el correr de las horas no pareció casual que se desmienta una frase que se le atribuyó a Jorge: “No es cierto que haya dicho mi hijo se va de acá”. Cuentan que no hubo tono tajante en el encuentro sin fotos.

fuente: infobae

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