En la Argentina de los bandazos ahora parece haber llegado el momento de las colocaciones en pesos a tasas altas dejando atrás el valorizado dólar de los últimos tiempos.

¿Se terminó la corrida? fue una de las preguntas repetidas a partir del miércoles en el mercado.

Los futuros del dólar caían fuerte el jueves, hubo inversores del exterior que trajeron unos US$500 millones para comprar letras en pesos y el dólar bajaba sin intervención del Banco Central.

Esos tres elementos eran tomados por los expertos como los indicadores más elocuentes de que el clima financiero de la Argentina había tomado otro rumbo respecto de las tensiones y suba del dólar de las semanas anteriores. ¿Qué cambió?

Uno de los puntos fundamentales es que el dólar está en el área de los $40 después de haber subido 110% en lo que va del año. Tener un dólar adelantado y no retrasado es una de las patas fundamentales para pensar en estabilizar el tipo de cambio.

Además trascendió que el Banco Central y el FMI ya tendrían acordado un sistema de “bandas” para hacer más previsible la flotación del dólar.

Ya quedó atrás la idea de los tiempos de Federico Sturzenegger de que al Central no le importaba el precio del dólar ni intervenir para calmarlo.

La Argentina de los últimos tiempos demostró que la gente deja de comprar dólares sólo cuando ya no quedan pesos o cuando está en un nivel tan alto que comprando haya más riesgo de perder que de ganar.

La “nueva intervención cambiaria” que se está gestando terminará también con la discusión sobre si la suba del dólar influye o no en los precios domésticos.

El saldo que va dejando este año es suba récord de dólar e inflación de la mano de una potente corrida cambiaria impulsada por el mercado y seguida de atrás por el Gobierno. El saldo no es menor: el Central vendió cerca de US$ 25.000 millones.

También cambió el avance del Gobierno con el Presupuesto 2019. Más allá de las discusiones, la definición del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, sobre que “vamos a negociar lo que haga falta” reforzó la convicción de que el Gobierno y las provincias podrán llegar a un acuerdo sobre los recursos y gastos para el año próximo que, vale la pena recordarlo, será electoral.

Con la promesa de “foto” del Presupuesto, Nicolás Dujovne y Luis Caputo avanzaron en las negociaciones para que el Fondo Monetario adelante y amplíe el préstamo de US$50.000 millones que está en vigencia.

La combinación de esos cuatro elementos (dólar alto, previsible fijación de bandas para la flotación cambiaria, presupuesto y posibilidad de más plata del FMI) desembocó en una cuarta y fundamental carta para especuladores e inversores: los precios de los activos argentinos estaban por el piso, de ocasión, y algunos administradores de fondos grandes decidieron volver a jugar una ficha en acciones y bonos.

El hecho de que entraran fondos del exterior para comprar letras capitalizables en pesos del Tesoro que pagan 50% anual o el atractivo de que haya bonos provinciales que ofrezcan rendimientos de 15% anual en dólares fueron indicativos de que el clima del mercado había variado y que una vez más se cumplía el viejo apotegma de que los mercados se mueven siempre entre el miedo y la avaricia y que ahora se aproximaba un tiempo de apetito por las ganancias.

La Argentina vivió los últimos meses de miedo de los inversores que sacaron sus capitales y determinaron la corrida cambiaria y la fuerte caída de los activos financieros. ¿El optimismo de las últimas horas habrá llegado para quedarse?

Quienes siguen de cerca los caminos del dinero miden esa respuesta mirando la cotización del bono argentino a 100 años, que es un indicador de largo plazo.

Dicen que cotizó a US$102 dólares, que ahora está en US$79 dólares y que puede llegar a costar US$89. ¿Son fantasías o la Argentina podrá vivir otra primavera financiera aunque sea corta?

fuente. clarín

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