El gobierno de Donald Trump anunció que, por razones “constitucionales”, eliminará en seis meses un programa que protege de la deportación a unos 800.000 jóvenes que llegaron a Estados Unidos cuando eran niños, de la mano de inmigrantes indocumentados, y que habían sido beneficiados por un decreto del ex presidente Barack Obama.
Trump, sin embargo, le pasó la brasa ardiente al Congreso para que legisle definitivamente sobre el tema: allí se espera una durísima batalla entre los republicanos.
El anuncio fue hecho este mediodía por el Secretario de Justicia Jeff Sessions, una señal de que a Trump –siempre afecto a ocupar el centro de la escena– no le entusiasmaba demasiado dar la noticia. Mientras hablaba, un grupo de manifestantes frente a la Casa Blanca gritaba que el gobierno era “racista” y partidario del “supremacismo blanco”.
El secretario de Justicia, fiscal general Jeff Sessions hace el anuncio en Washington. / AFP
El funcionario, considerado uno de los más “antiinmigrantes” del gabinete, dijo: “Estoy aquí para anunciar que el programa DACA promulgado por la administración Obama será rescindido”.
“Ha sido promulgado de manera unilateral, con gran controversia y preocupación legal”, agregó Sessions y argumentó que era “inconstitucional”.
La iniciativa “Acción Diferida para los llegados en la Infancia” (DACA, por sus siglas en inglés) había sido instalada por decreto por Obama en 2012 porque nunca había logrado conseguir apoyo republicano en el Congreso.
Manifestantes a favor del DACA frente a la Casa Blanca. / AP
El programa protege de la deportación y concede permisos de trabajo a los conocidos como “dreamers”, inmigrantes traídos a Estados Unidos sin autorización cuando eran niños y que estudiaron aquí, hablan inglés y están perfectamente adaptados a la cultura estadounidenses. El alivio tenía vigencia de dos años y era renovable. La mayoría de los beneficiarios es de origen latinoamericano.
Ficha sobre los “dreamers”, jóvenes que durante su infancia ingresaron ilegalmente a Estados Unidos y se beneficiaron del programa DACA que les permitió residir y trabajar. / AFP
Trump había hecho campaña como enemigo intransigente de la inmigración ilegal y dijo que iba a deportar a todos los indocumentados mientras también prometía la construcción de un muro en la frontera con México. Pero una vez en la Casa Blanca, Trump había dicho que simpatizaba con los “dreamers” –que casi no tienen recuerdos de sus países de origen– e incluso que tomaría la decisión “con el corazón”.
Pero finalmente decidió aplicar mano dura y eliminar el programa, una medida que seguramente alegrará a su base electoral, pero que no cuenta con el apoyo de la mayoría de los estadounidenses que simpatiza con los “dreamers” y los considera absolutamente integrados al país.
Manifestantes a favor del DACA frente a la Casa Blanca. / AP
Trump dejó ahora en manos del Congreso la decisión final, pero esta jugada está plagada de incertidumbre porque los legisladores republicanos están profundamente divididos al respecto. El propio jefe de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, está a favor de continuar el plan. “Estamos hablando de niños que no conocen otro país ni otro hogar. Viven en un limbo que requiere de una solución legislativa”, ha dicho Ryan.
También hay razones económicas detrás del debate. En una carta firmada por unos 400 directivos de grandes compañías, entre ellos los de Facebook, General Motors y Hewlett-Packard, han exhortado al presidente a proteger a los dreamers. “Son una de las razones por las que seguimos teniendo una ventaja competitiva global”, expresaron y dijeron que la expulsión de estos jóvenes podría producir un daño valuado en 460.000 millones de dólares.