Oscar Pérez atiende el teléfono con la voz entrecortada. Está en su casa desde la semana pasada, luego de 10 días internado. Accedió a dar una nota porque tiene ganas de hablar de lo que le pasó, aunque está dolido en todos los sentidos posibles: “De cuerpo y alma”, dice. Todo empezó un sábado que parecía como tantos otros: tenía que dirigir varios partidos de fútbol amateur, pero terminó volviéndose una jornada gris en la que fue baleado por un desconocido que lo llamó desde una moto.
“Me habían asignado cuatro partidos, estaba en la mitad del tercero cuando el alcanza pelota me dijo que me llamaba desde afuera. Yo me acerqué y un chico en una moto me preguntó si yo era Oscar, le dije que sí y él me dijo que estaba buscando a su hermano, le expliqué que había muchas canchas, que yo no sabía quién era su hermano y me di vuelta para irme, sentí un reventón, corrí, después otro reventón y caí al suelo”.
“Nunca perdí la conciencia, estuve despierto todo el tiempo”, agrega Oscar que esa siesta había ido a dirigir el torneo de Las Cañas y que nunca imaginó el desenlace que para él tendría esa jornada: “Es un sueño del que no puedo despertar. Una pesadilla. Es increíble estar viviendo esto y no se lo deseo a nadie”.
Tras varios días internado en el Sanatorio del Parque de donde él es empleado, Oscar fue dado de alta el jueves pasado: “Estoy clínicamente estable, tengo una lesión medular en entre la novena y la décima vértebra. El diagnóstico es paraplejía y el pronóstico es reservado. Todavía hay que esperar baje la inflamación en la médula y para que se pueda determinar cuál es el grado de la lesión y recién entonces se sabrá si puedo volver a caminar”.
“Imagínate verme postrado en una silla de rueda, con un futuro incierto. Ya no está todo en mis manos, dependo de un milagro”.
“Mañana me sacan los puntos y ahí empezaré a hacer algún tipo de rehabilitación, aunque ahora estamos con un problema grande porque la obra social no me está cubriendo nada de los gastos, mi hija se está ocupando de eso”.
Oscar tiene un indicio, al menos una suposición sobre quién pudo haberlo querido atacar de es amanera: En estos días pensé mucho, y puedo imaginarme quién mandó a que me disparen, pero no lo puedo mencionar por una cuestión legal. La Justicia está investigando y cuando ellos se expidan yo podrá hablar públicamente”.
“No estoy al tanto de cómo va la investigación, de eso se están ocupando mis hijos con el abogado y la Fiscalía. Yo estoy muy dolorido y pasándola mal como para estarme ocupando de eso”, revela.
Ahora, ya en su casa, Pérez se siente desprotegido: “Yo tengo miedo por mi familia, temo por mis hijos. No tenemos custodia ni nada, estamos desamparados”.
Una duda sobrevuela por la cabeza de Oscar todo el tiempo, él no sabe si lo quisieron matar o solamente herirlo: “La verdad no puedo saberlo, pero de todo modos a mí ya me mataron”, finaliza y sus lágrimas se evidencian en su voz totalmente quebrada.
fuente: eltucumano