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El Ministerio Público Fiscal de la Nación anunció que apareció con vida en Bolivia el hombre que había sido víctima de un secuestro extorsivo en Tucumá en el pasado mes de marzo, cuando un grupo de personas lo mantuvo cautivo y exigía 50 mil dólares para su liberación.

Interpol logró dar con su paradero y se busca la forma de que declare, mientras fueron procesados con prisión preventiva los sospechosos de realizar el secuestro, que tiene una trama vinculada al narcotráfico: la víctima era lo que se conoce como una mula, una persona dedicada al traslado de estupefacientes.

En la causa intervienen el titular de la Fiscalía Federal N°2 de Tucumán, Agustín Chit, el auxiliar fiscal de la Unidad Fiscal Especializada en Secuestros Extorsivos, Pedro Rebollo, y la Dirección General de Cooperación Regional e Internacional (DIGCRI) del MPF, a cargo de Diego Solernó, que está evaluando el modo para entrevistar a la víctima a fin de que brinde su testimonio.

El juez federal Fernando Poviña ordenó el procesamiento con prisión preventiva de las cinco personas acusadas de haber llevado a cabo el secuestro y las llamadas extorsivas a las víctimas pasivas del hecho. «El caso es de particular importancia y gravedad porque hace tiempo no se registraba un caso de tamaña violencia vinculado con redes de narcotráfico», sentenció el fiscal Chit a través de las redes sociales tras presentar las acusaciones.

La investigación comenzó el 21 de marzo, cuando el padre de la víctima se presentó ante la Delegación de la Policía Federal Argentina en La Quiaca para denunciar que su hijo de 33 años había dejado su hogar en Cochabamba para dirigirse a Tucumán a trabajar en la construcción, pero no supieron más nada de él, hasta que llegaron los mensajes reclamando 50 mil dólares a cambio de su liberación.

La víctima ingresó al país el 16 de marzo desde Bolivia hacia la Argentina por el paso internacional de Villazón – La Quiaca, con destino a Tucumán, adonde habría arribado dos días después, el viernes 18. Esa misma noche, a través de dos líneas telefónicas prepagas y mediante WhatsApp, un grupo de personas comenzó a extorsionar a la pareja de la víctima y a su madre exigiéndoles 50 mil dólares a cambio de su liberación.

Recibían mensajes de audio, fotos y videos donde se veía al hombre retenido y ocultado en una vivienda en construcción, visiblemente herido y atado de pies y manos. Los captores requirieron a la familia del hombre que se abonase el dinero a través de la compañía Western Union a nombre de dos personas procesadas en la causa.

Del análisis de las líneas que intercambiaron llamadas y mensajes con los teléfonos prepagos se logró identificar a los demás integrantes del grupo de personas que formó parte del secuestro. En uno de los allanamientos realizados se detectó que los pisos del comedor de esa casa resultaron ser idénticos a los que se visualizan en una de las fotografías remitidas por los autores del hecho a los familiares de la víctima, donde se observa a la víctima notablemente herida.

Luego, encontraron una camioneta Ford Ecosport con manchas de sangre y una campera ensangrentada. En otro inmueble hallaron un látigo de idénticas características al que los secuestradores usaron para torturar a la víctima, mientras que en otro se detuvo otro de los partícipes, en cuyo poder se encontraron las prendas de la víctima y un taladro eléctrico de idéntico modelo y color al que utilizaban los secuestradores para amedrentar al hombre cautivo en los videos extorsivos.

Chit y Rebollo indicaron en su requerimiento que “cada uno de los nombrados actuó realizando su aporte esencial a fin de privar ilegalmente de la libertad a la víctima con el fin de obtener un rescate dinerario, a cambio de su liberación”.

Dentro de esta división de tareas, “cada integrante del plan criminal dominó el curso del hecho a voluntad, conociendo el grave contenido de injusto del mismo, y a pesar de ello ninguno ha desistido de su accionar; todo lo contrario, la ha llevado a cabo en forma coordinada”.

fuente: noticias del interior

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