clan caro

Su historia comenzó en el populoso barrio Victoria, al sur de la avenida Roca al 1.000, donde vivieron una infancia como la de cualquier joven de esa zona. Había que volverse duros para poder sobrevivir en el exigente entorno de la calle. Como muchos de sus vecinos, se volvieron vendedores ambulantes, pero poco tardaron en andar por los caminos del delito, sólo que lo hicieron sin atender los códigos del mundo del hampa, haciendo ostentación de cuánto paga el crimen, en las redes sociales.

Heredando condiciones de su padre, Walter “Macho Blanco” Caro, un hombre con gruesos antecedentes policiales, Cristian “Bichi”, Francisco “Vikunga”, Marcos “Batore” y Walter “Kuky” experimentaron un rápido crecimiento económico en el mundo del Hampa.

Alguna vez, un aplicado ex abogado defensor justificó esa situación diciendo que habían obtenido millonarias cifras jugando en las casas apuestas on line, pero con el tiempo, fueron quedando implicados en robos.

Escruches y drogas

Los cuatro hermanos y el padre fuero vinculados al histórico expediente judicial bautizado como “La Industria del escruche” que, según los cálculos del fiscal Diego López Ávila, les habría reportado ingresos ilegales por unos U$S 270.000 en efectivo, a lo que se deben sumar joyas y otros bienes que incluyeron en sus robos. También son investigados por un millonario robo en la galería de Mendoza al 700.

Pero a diferencia de su padre, los Caro tienen una debilidad: las redes sociales. Mostraron en Facebook e Instagram el crecimiento económico que tuvieron en los últimos tiempos, exhibiebdo los collares y pulseras que usaban; los automóviles de alta gama en los que se movían; las fiestas con grandes cantidades de bebidas importadas y hasta llegaron a mostrar cómo regalaban alimentos y juguetes para Fin de Año.

Claro que también las usaban para dejar mensajes. “Batore” Caro, publicó una sugestiva imagen, sosteniendo fajos de dólares y pesos como si se tratara de un celular, y escribió una frase: “nos escuchan”, posteo que tendría dos connotaciones: sabía que lo estaban rastreando porque alguien le avisó, y mostrar que tenía dinero suficiente para afrontar cualquier proceso, comprar voluntades y obtener información sobre las investigaciones en su contra.

Compran policías

En el expediente de “La industria del escruche” hay varios audios de policías dialogando con los acusados, que recibían datos sobre posibles allanamientos, los estados de las causas iniciadas en su contra e información para que esclarecieran otros hechos resonantes a cambio de protección.

Los acusados, según se comenta, amenazan desde que fueron procesados con mostrar las imágenes tomadas por las cámaras de seguridad donde dicen, aparecen policías retirando sobres con dinero, pero nunca los presentaron. Muchos piensan que en realidad se trató de una advertencia para que no los investigaran. Pero la estrategia no dio resultados.

“El Faraón del Pollo”

Los Caro tenían otros contactos que llegaron a ser noticia nacional. Uno de ellos era el joven Juan Jesús Piero Pinna, dueño de la distribuidora “El Faraón del Pollo” que se encuentra detenido en Mar del Plata por un homicidio. El crimen se registró durante una fiesta de un empresario que tenía fuertes vínculos con el kirchnerismo y entre los asistentes había varios sospechados de tener vínculos con narcos a nivel nacional e internacional.

Ahora dos de los hermanos, Vikunga” y “Batore”, fueron condenados a 32 y a 29 años, respectivamente, por el crimen de Samir Domínguez, un menor de edad con quien se granjearon una enemistad por burlas en las redes sociales, que terminó con el fallecido baleando la casa de sus rivales y estos tomando venganza y generando una causa en la que absolvieron a su hermano “Bichi”.

Pero el mismo “Bichi” y “Kuki”, están incluidos en la voluminosa causa que investiga el accionar delictivo de la familia, vinculado a los allanamientos ilegales en viviendas y negocios, de los que se llevaron fortunas que luego exhibieron sin ningún prurito, como si la justicia nunca fuera a alcanzarlos.

Así fue como los hermanos Caro pasaron de modestos habitantes del barrio Victoria a ser los “nuevos ricos tucumanos”, es decir, personas que habrían logrado amasar una fortuna por las actividades ilícitas de las que fueron acusados.

Pero el dinero no les sirvió de nada: hoy los cuatro están alojados en el penal de Villa Urquiza, donde permanecerán por bastante tiempo.

 

 

 

 

fuente: contexto

 

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