Cada caso que gira en tono a una muerte violenta, tiene a su alrededor un grupo de protagonistas., aunque el caso ocurrido en la casa de calle Chacabuco 59 tiene sus particularidades: no sólo son numerosos, además a pesar del tiempo transcurrido, no quedó claro aún que rol tuvieron en la muerte de la mujer hallada en la cisterna de la vivienda, que se cree sería Laura Gabriela Picciuto.
Los investigadores tienen a su cargo la misión de estudiar, uno a uno a todos los involucrados, y ese es el difícil trabajo que está desarrollando el equipo del auxiliar Miguel Fernández, siguiendo las directivas del fiscal Carlos Sale junto con personal de Homicidios, supervisados por los comisarios Susana Monteros, Adrián Moreno y Jorge Dib.
La víctima
Lara Gabriela Picciuto, conocida como Gaby, nació en Monteros hace 48 años y desde muy joven atraía las miradas de quienes la conocían. Varios hombres con nombres de relevancia en esa ciudad intentaron seducirla. “Siempre era la reina. Era la chica más linda, pudo tener el mundo en sus manos, pero no pudo escaparse de las drogas”, comentó Mariana, quien compartió con ella los años de secundaria.
A la desaparecida le sobraban candidatos, hasta que entabló relaciones con un joven de San Miguel de Tucumán: José Luis Fumero, con el que poco tiempo después tuvieron una hija, pero la unión se rompió tan rápido como se había formado y e proceso de divorcio estuvo cargado de problemas y acusaciones. “Esa etapa la terminó de destruir mentalmente”, recordó su amiga monteriza.
“Tenía problemas y su vida era como un electrocardiograma. A veces estaba muy arriba, pero al poco tiempo tocaba fondo”, comentó Hugo R, un profesional con el que mantuvo una relación posterior. Según relató, también sufrió la pérdida de la tenencia de su hija, que quedó al cuidado de la abuela materna y peleas con su familia. “Ella siempre quiso levantar cabeza. Inició una carrera universitaria y hasta hizo el curso de azafata. Pero tantos problemas la llevaron a consumir pastillas primero, después marihuana y, por último, drogas más pesadas”, agregó el ex novio.
También sufrió otros golpes., como el abogado que le quitó el Mercedes Benz que tenía y logró recuperar, o el otro leguleyo que casi se queda con el 30 por ciento de la vivienda de Chacabuco 59 a cambio de un trabajo que nunca realizó, una lista a laque hay que sumar a su última pareja, que está prófugo, quien le manejaba sus ingresos, aunque no muy bien a juzgar por la pobreza en la que vivía cuando desapareciió.
El ex marido
De José Luis Fumero recién ahora están trascendiendo detalles de su vida. Casi todos sus allegados coincidieron en señalar que dejó pasar la oportunidad de transformarse en un próspero empresario y que ahora está sumido en la pobreza. De la misma manera afirman que era incapaz de hacerle algo a Picciuto porque en realidad le tenía miedo.
En sus años de juventud, cuando trabajaba en la empresa familiar que se dedicaba a la venta y reparación de ascensores, se hizo muy conocido. Quedó a cargo de la firma cuando su padre falleció trágicamente en Catamarca.
Ese fue un golpe muy duro para el, que terminó sufriendo depresiones que, según revelaron algunos allegados, lo encaminaron hacia los peligros de la noche, donde comenzaron otros problemas. Su ex esposa lo denunció en 2010 por violencia de género, pero la causa no prosperó. En 2020 fue condenado a una pena condicional de tres años por haber cometido el mismo delito contra otra pareja.
Los encargados de la pesquisa confirmaron que la empresa familiar está al borde de la quiebra y que necesitaba inyectar efectivo de manera urgente para poder salvarla. Las complicaciones financieras que padecía fueron confirmadas por los policías que lo aprehendieron en su vivienda de Yerba Buena, donde casi no tenía muebles y los que había, estaban destruidos.
Los inquilinos
Alfredo Socci, otro de los detenidos, es el protagonista más conocido del caso. Egresado del colegio Tulio García Fernández, siempre fue reconocido por su mente brillante. “Estaba un paso adelante. Era un iluminado en todo lo que hacía. Lamentablemente se metió con la droga y de ahí no pudo salir más”, describió Juan Pablo F.
Socci es conocido en los escenarios como integrante de la banda “Pelops” y como solista. Su nombre estuvo vinculado a los cambios que tuvo el rock tucumano en los últimos años. Su tarea como artista plástico también es conocida. Realizó varios murales (Picciuto le pidió que le pintara un Buda en el interior de la vivienda de Chacabuco 59) y tenía varias obras como caricaturista. También tuvo un recordado paso por una radio de nuestra provincia.
“Tenía un gran futuro, pero de a poco, se fue hundiendo en el consumo. Había momentos en el que estaba en cualquiera”, agregó Josefina L. otra amiga. Socci fue detenido en varias oportunidades acusado de estafa, hurto, robo y violencia de género. “Todos esos hechos fueron porque estaba drogado o porque buscaba dinero para drogarse”, añadió.
En febrero, Socci se instaló en la vivienda de Chacabuco 59 junto a su novia, Natalia Liberman, empleada de la legislatura y administrativa del Conservatorio Provincial de Música. La joven, seguidora fanática de Cristina Fernández de Kirchner, no sólo era conocida en el ambiente musical, sino que además vendía comida vegetariana y orgánica a través de las redes sociales.
Los vecinos los llamaban “hippies” por su aspecto. “Nos culpan a nosotros porque somos el target ideal, los sucios”, explicó Socci antes de fundirse en un conmovedor abrazo con su novia, al momento de de entregarse.
La otra víctima
Sofía Alejandra di Gianni (22) fue la primera detenida en la causa. Ella no vivía en la casa de Chacabuco 59, sino que estaba vinculada a los inquilinos. “Tenía una relación con Socci”, explicaron los investigadores. Por ese supuesto amorío, el sábado 6 de mayo se registró un incidente que terminó con la detención del músico.
La figura de la joven trabajadora sexual, que tiene problemas de adicción, fue atacada en las redes sociales cuando se confirmó su detención por cuestiones vinculadas a su pasado. Relacionada con empresarios, sindicalistas y políticos, fue detenida porque en su poder se encontraron el DNI y la tarjeta de débito de Picciuto. Ella en una audiencia dijo que Liberman le había entregado las bolsas donde se encontraron esos elementos. Sin embargo, varios testigos señalaron que ella había sido la que colocó varias cosas en esos envoltorios y que luego se marchó del lugar.
El prófugo
Facundo Salomón (25) es el protagonista más misterioso de todos. La última pareja de Picciuto se instaló en Chacabuco 59 como inquilino, pero terminó conviviendo con ella. Desapareció entre el 9 y el 10 de marzo, fecha en la que desapareció “Gaby”. De su actual paradero poco se sabe. “Es como si lo hubiera tragado la tierra”, explicó un investigador. Los pesquisas sospechan que es oriundo de otra provincia y que podría haber regresado a su tierra.
¿Por qué lo hizo? Porque su situación procesal se complica día tras día. Sale estaría sumando indicios de que Picciuto había sido víctima de violencia de género.
La peluquera
Conocida como Lorena S. fue una de las primeras señaladas por haber mantenido una pelea con Picciuto días antes de su desaparición. La mujer reconoció haber tenido una discusión por el robo que sufrió en su peluquería (instalada en un local que alquilaba a la desaparecida), pero desmintió haberla agredido junto a su hija, el 6 de marzo, día en el que se enteró que le habían robado varias cosas de su local.
Los profesionales
Luciana Marín aparece mencionada en la causa por haber realizado gestiones para que Fumero pudiera vender la propiedad. Los testigos dijeron que ella se presentaba como abogada, pero en realidad es procuradora. En una entrevista, la mujer dijo que en realidad ella lo único que hizo fue asesorar a Fumero para concretar una mediación para resolver todos los conflictos que tenía la ex pareja. Su hermano, el abogado Isaías Marín, también aparece mencionado en el expediente.
El comprador
Walter Marchese es el hombre que le pagó $3 millones y entregó una moto como seña en la compra de la parte de Fumero de la vivienda. Él dijo que compró de buena fe por intermediación de los Marín. Por la exposición de su nombre, varias personas decidieron activar las denuncias en su contra. Aparentemente, realizaba operaciones irregulares con casas que, al parecer, ocupaba ilegalmente.
fuente: contexto