Para que el dengue circule tiene que haber una persona infectada que sea picada por una hembra del mosquito Aedes aegypti que a su vez pique a otra persona. La velocidad con la que este circuito se completa es clave para que la epidemia crezca más rápido o más lento.
El combustible que el mosquito lleva en su motor es clave. La confirmación oficial de que el serotipo 2 es predominante en el actual brote en la Argentina explica el hecho de que la curva del dengue este año haya crecido tan rápido en el país, superando en velocidad las epidemias de 2016 y 2020.
Los casos registrados hasta el momento en la presente temporada, más de 41 mil, están ya un 27 por ciento por encima de la epidemia de 2016 y un 48,4 por ciento de la de 2020. Otra característica de este año es que la circulación comunitaria significó, desde muy temprano, una elevada proporción de los casos.
Esta cepa, una de las cuatro en las que se divide dengue y que se denomina técnicamente DENV-2, no sólo tiene la capacidad de ser más agresiva y letal. Según se comprobó, las chances de que la transmisión de la infección se concreten crecen considerablemente. Una investigación midió esta característica y llegó a conclusiones reveladoras.
El trabajo, titulado “El genotipo del virus del dengue determina la capacidad vectorial del Aedes aegypti”, publicado en el American Journal of American Medicine and Hygiene y firmado por Justin Anderson y Rebeca Rico-Hesse, se basa en la descripción de dos de las cuatro variantes o genotipos que aglutina el DENV-2.
Uno de los genotipos es el americano (AM) y el otro, el del sudeste asiático (SEA). El segundo, originario de Tailandia, se describió ya en América durante la epidemia cubana de 1981, que dejó muchos casos de fiebre hemorrágica. Posteriormente fue identificado en otros países de la región.
Los últimos datos del Ministerio de Salud en Argentina informan que más de 7 de cada 10 contagios de dengue corresponden al serotipo 2, pero no profundizan en el genotipo. Sí se sabe, según un trabajo de la Fundación Huésped, que en el periodo 2021-2022 ya circulaba de manera incipiente en el país la variante del SEA.
Los casos crecientes de fiebre hemorrágica han hecho trepar esta temporada la cifra de muertes en el país a un récord de 39 en 9 provincias, lo que sería también indicador de que el genotipo del virus que circula en el país es el más peligroso entre los posibles para el DENV-2.
El mapa de muertes confirmadas -hasta la noche del lunes- por cada distrito se distribuye de la siguiente manera: Salta (10), Tucumán (9), Santa Fe (7), Jujuy (6), Córdoba (2), Ciudad de Buenos Aires (2), Buenos Aires (1), Entre Ríos (1) y Santiago del Estero (1).
Esto -acorde con la selección natural del más apto- redunda en que la cepa del sudeste asiático una vez instalada en determinado lugar geográfico infecta a una mayor proporción de mosquitos que la americana. Y que, a su vez, un mayor número de mosquitos alcanzados por la primera variante desarrollan la infección.
El trabajo de Anderson y Rico-Hesse explica, a su vez, otro dato clave que completa el círculo para que la epidemia se acelere: las células humanas infectadas por el virus del SEA producen mayor progenie viral por cada célula infectada en comparación con la cepa AM.
Los autores investigaron las diferencias de diseminación entre los genotipos AM y del SEA y cómo esas diferencias influyen en la dinámica de la transmisión. Demostraron que tienen diferentes períodos de incubación. Para hacerlo, criaron mosquitos y los infectaron con ambas variantes del DENV-2.
Luego, evaluaron los índices de infección de la porción media del intestino y las glándulas salivales de dichos ejemplares. Durante dos semanas, disecaron órganos de 6 a 10 mosquitos por día, para investigar cuáles eran los principales órganos del insecto donde se replicaba el virus.
La infección ocurrió rápidamente en los mosquitos infectados con el genotipo del SEA: el 80 por ciento de los intestinos se encontraban infectados al cuarto día. Los primeros antígenos SEA en las glándulas salivales aparecieron al segundo día y, al séptimo día luego de infección, el 50 por ciento de las glándulas se había infectado.
Con la cepa AM, en cambio, el proceso fue más lento. El 45 por ciento de los intestinos tuvieron antígenos positivos al cuarto día, mientras que en el 80 por ciento recién se advirtió el duodécimo día. Los índices de diseminación fueron también lentos en las glándulas salivales: 50 por ciento de infección al día 14 posterior a la infección, 7 días después que con el genotipo viral del SEA.
Los investigadores concluyeron, por un lado, en que los mosquitos infectados con el genotipo del SEA tenían 65 veces más probabilidades de sobrevivir el período de incubación y transmitir el virus; por otro, corroboraron que el 80 por ciento de los mosquitos infectados por la variante del SEA transmitían el virus al final de los 14 días de incubación, versus el 60 por ciento de los infectados por el genotipo AM.
De tal comprobación surge la afirmación final de los científicos, que da título al trabajo e introduce una conclusión inquietante: la capacidad vectorial del mosquito determina el número de casos que aparecerán luego de la introducción de un único caso en un área determinada.