EL 30 de julio de 2012, durante la presentación de un nuevo sistema para controlar el ingreso de los barrabravas a los estadios mediante impresión digital, Cristina Elisabet Kirchner realizó un discurso de más de media hora para referirse al accionar de los violentos, pero también de los hinchas en general y las situaciones que se pueden vivir durante un partido. En su alocución la ex presidente defendió a las barras, al punto que llegó a decir que conocía a uno de Boca “que es impecable” y que la manera en que se comportan en el paravalancha es “una maravilla”.
En esa oportunidad, la ex jefe de Estado comenzó su discurso aclarando que no quería “hablar de barrabrava” porque en su familia había una gran pasión por el fútbol: “Soy hija de una hincha, fui la esposa de un fanático y hoy madre de un hincha fanático. Quiero hablar con el corazón y desprovista de todos los intereses espurios que muchas veces se mezclan con la política, con los intereses de poner una situación como si fuera inédita y nueva en Argentina”.
Pero luego de contar varias anécdotas que incluían su presencia en estadios, hechos de violencia sufridos por su madre, su tía o por el propio Néstor Kirchner -hasta contó el caso de un “profesor universitario muy renombrado” que estuvo a punto de tirarle una piedra a la hinchada visitante-, Cristina Kirchner esbozó elogios hacia los barrabravas e intentó equipararlos con los hinchas comunes.
“Cuando se arman bardos no se arman solamente en la popu, se arman también en la platea. He visto agarrarse a piñas entre gente del mismo club porque tienen diferencias con respecto a la jugada el árbitro, a lo que opinan del técnico o del fútbol. Creo que hacer un reduccionismo de creer que solamente un ‘grupejo’ identificado puede generar un clima de violencia generalizada, lo hemos visto cuando hay una mala jugada”, afirmó.
Sobre este punto, insistió: “Si lo circunscribimos a un grupito vamos a equivocarnos y no vamos a darle una verdadera respuesta al problema. Los problemas con algunos grupitos, más que con la violencia en el fútbol, tienen que ver con cosas que pasan fuera de la cancha y no dentro. Las más graves no pasan adentro, pasan afuera. Lo quiero dejar muy claro porque quiero hacer un homenaje a las hinchadas argentinas, a los fanáticos de los partidos”.
Luego, la ex presidente justificó sus dichos aludiendo a la “pasión” que genera el fútbol y hasta mostró con orgullo que es una de las tantas cosas por las cuales se nos conoce en el mundo: “Quiero hacer justicia con miles y miles de personas que tienen un pasión que los ha convertido en un verdadero icono de la Argentina. Hay tours de turistas que van a la cancha de Boca porque entran con los trapos y es todo una mística ver llevar los trapos, defenderlos, donde los guardan. Siento mucho afecto y mucho cariño, porque desde muy chica viví esa cosa de sufrimiento y alegría a los jugadores, al cuadro preferido de cada uno”.
En el final fue cuando Cristina Kirchner más visibilizó su apoyo con los barras y hasta contó que conocía a uno: “No entiendo mucho de fútbol y no me gusta, pero cuando me llevaban a la cancha yo miraba las tribunas porque lo que más me maravillaba eran las tribunas. Esos tipos en los paravalanchas con las banderas que los cruzan, arengando, son una maravilla. Vos los ves realmente y conozco a algunos, a ver si veo a alguno, hay uno de Boca que conozco que ocupa una importante posición en el Estado Nacional, que es impecable la seriedad en los actos políticos. En la cancha colgado del paravalancha nunca mirando el partido, porque no lo miran, arengan y arengan. Mis respetos para todos ellos”.
“Sentir pasión por algo, por un club es estar vivo. Los que no tienen pasión por nada, desconfío. Por algo hay que tener pasión. Por la política, el fútbol, la literatura, la educación, la ciencia, por lo que fuera. Pero esa gente que todo le da igual a mi personalmente no me gusta. Me gusta la gente pasional”, concluyó.