Luego de muchas idas y venidas, no exentas de polémica, se inaugura hoy. El proyecto del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que coordina el Ministerio de Modernización, Innovación y Tecnología a cargo de Andy Freire, contempla en su primera etapa disminuir la cantidad de especies en exhibición
Mejora de senderos, edificios y jaulas son algunas de las modificaciones que se estuvieron realizando durante las últimas semanas en el ex Zoo de Buenos Aires. A pesar de ello, el camino por recorrer es muy largo, pero desde la Ciudad se comprometen a hacerlo.
Uno de los cambios más notorios hasta el momento es que no se podrá alimentar a los animales. Para evitar la tentación de los visitantes de hacerlo de todos modos, fueron retirados los puestos ambulantes que estaban en el paseo y prohibido el acceso del público a las jaulas y recintos de algunos animales. Además sólo podrá ingresar un total de 2.000 personas por día, de miércoles a domingos, entre las 10 y las 17.
El ministro de Modernización, Innovación y Tecnología de la Ciudad, Andy Freire, explica que lo que buscan es promover un nuevo tipo de vínculo con el parque. “Por eso impulsamos las visitas conscientes, que son aquellas que demuestran en todo momento respeto por los animales y que tienen presente que este paseo no es para verlos en cautiverio en el medio de la Ciudad, sino para que, sobre todo los chicos, puedan aprender y ser testigos de un proceso de transformación histórico: del zoológico al Ecoparque”, dice.
En esta primera etapa, de transición, se está realizando una evaluación de la salud y estado de los animales para ver cuáles pueden ser trasladados a los santuarios, ya que la idea a futuro es que no haya especies habitando el predio de forma permanente. No obstante, lo que hay que tener en cuenta es que aquellos que han vivido muchos años en cautiverio no pueden ser reinsertados en sus hábitats naturales, porque esto implicaría un riesgo tanto para sus vidas como para la de las comunidades de especies silvestres con las que se relacionarán.
Aquellos ejemplares que no puedan ser trasladados vivirán en el parque como la última generación de animales “exóticos”: no se podrán reproducir y tampoco podrá ingresar ningún ejemplar de este tipo, salvo las especies autóctonas que necesiten rehabilitación.
Se espera que a futuro sea un espacio dedicado a la educación ambiental y un punto de encuentro para que las ONG puedan realizar proyectos vinculados a la conservación del medioambiente, entre otras cosas.