De esa manera justifica la creación de la comisión por “la comunidad afroargentina” que según el INADI ha sido históricamente invisibilizada, negada y extranjerizada”. El organismo busca el “reconocimiento histórico” de ese grupo. Las justificaciones del INADI para crear el nuevo organismo y nombrar personal.
El gobierno nacional anunció la creación de la Comisión Nacional para el Reconocimiento Histórico de la Comunidad Afroargentina, con el objetivo de “contribuir al cumplimiento del pleno goce de derechos de los ciudadanos que la integran”, según el comunicado oficial. La iniciativa es del Inadi pero involucra a otras áreas: Justicia y Derechos Humanos, Educación y Cultura.
Comunidad “invisible”
En los fundamentos de la iniciativa se afirma que “la comunidad afroargentina” está “integrada por más de 2 millones de personas que descienden de africanos traídos como mano de obra esclava”. Una población que “ha sido históricamente invisibilizada, negada y extranjerizada producto del racismo estructural que opera en nuestro país”. El comunicado describe a esta iniciativa como “un paso fundamental en el camino hacia la equidad étnico-racial, la reparación histórica y la justicia social”.
Periódicamente la historiografía renueva sus temas y sus preguntas. Una de estas innovaciones ha sido la de los estudios sobre la población esclava en el Río de la Plata, respecto de la cual circuló por mucho tiempo la idea de que se había prácticamente extinguido en las guerras de Independencia, una hipótesis favorecida por la asimilación de ese grupo, en el largo -y exitoso, vale señalar- proceso de mestizaje argentino.
Racismo estructural
Ahora bien, la iniciativa oficial presenta varias aristas polémicas: una es la descripción de la Argentina como un país en el cual opera un racismo “estructural”, palabra que se asocia a sistemas como el apartheid o el segregacionismo; otra la pregunta acerca de si la investigación histórica sobre una comunidad dada debe derivar en la identificación de un grupo étnico de pertenencia en el presente; también si es el Estado el que debe organizar colectividades o la sociedad de modo autónomo; y si, como insinúa la Resolución, existen derechos negados en función de criterios raciales.
Para el historiador Luis Alberto Romero no hay mucha duda: “Esta iniciativa es un disparate. Sobre todo ahora que sabemos que la humanidad surgió en un solo lugar, que está en África, y desde allí se dispersó. Y eso se comprobó con los estudios del ADN de poblaciones”.
Somos todos africanos…
Ahora bien, en esto ve mucho más que simple interés en el pasado: “Creo que la reivindicación militante de los derechos de grupos minoritarios es una de las peores modas intelectuales y políticas -afirma-. Hay tantos beneficios por pertenecer a una de estas comunidades, que las que existen realmente no alcanzan y hay que inventarlas. Cuando se instalan en el Estado, como es este caso, reclaman y obtienen presupuesto destinado a inventar -como decía Hobsbawm de las naciones- estas comunidades, bajo la figura, también tomada del nacionalismo, de la comunidad a la que se le han negado sus derechos. Un círculo vicioso, que agrega más elementos de fractura a nuestro pobre presente.”
“Antes que racista y xenófobo, Argentina fue un país abierto a gente de cualquier lugar del mundo -dice Alejandro Gómez, profesor de Historia Económica en la Universidad del CEMA-. El negro se mestizó como todos los demás. Nos fuimos mezclando todos. El mestizaje es un proceso que se dio desde el inicio. En lugar de resaltar que fuimos una mezcla generalizada de razas y culturas, con esta iniciativa se busca segregar. Sos argentino porque naciste en Argentina. Que dejen de promover separaciones. Los hijos de italianos o de españoles no se definen como ítaloargentinos, hispanoargentinos, etc. Si me defino así, no soy argentino”.
“Por otra parte, la Argentina no tuvo nunca una economía de plantación”, agrega, en referencia a algo que podría haber justificado el calificativo de estructural.
Inequidad racial
Un funcionario del INADI, Federico Pita, director de la Comisión por la Recuperación Histórica de los Afroargentinos, explicó que “el racismo en su dimensión estructural es el conjunto de procesos, prácticas y estructuras que reproducen la inequidad racial”. “El racismo estructural se sustenta en la ideología de la supremacía racial blanca / inferioridad racial negra, conocida originalmente como racismo científico o biologicista que dividía a la raza humana en subrazas y a la vez las jerarquizaba. Es estructural porque se encuentra naturalizado y profundamente arraigado en prácticas sociales e institucionales”, agregó.
“No hay discriminación”
Para la historiadora y escritora Ema Cibotti -ella misma con cierta ascendencia africana por parte de su abuelo materno-, “el racismo estructural implica siempre segregación espacial, o sea guetos urbanos; y aquí no los hubo”. Debido a sus orígenes, Cibotti se interesó en su momento en el tema: “Hace mucho que no estoy en contacto con referentes de estos grupos, pero los seguí hace más de 10 años y había gente muy interesante que había creado la ONG África Viva. Pero no hablaban de discriminación sino de invisibilización. Ellos también veían que la asimilación tan fuerte de nuestra sociedad los había ‘blanqueado’, y obviamente rechazaban las ideas de exterminio en la guerra del Paraguay. Querían ser reconocidos como afroargentinos o sea dejar de ser invisibles”.
Ahora bien, respecto de la creación de la Comisión, cree que “la Comunidad Afroargentina entró por la variante de los subsidios con esta iniciativa”. “Es otro de estos inventos, igual que la supuesta ocupación del sur del actual territorio argentino por ‘mapuches’ desde hace miles de años, como afirman los que defienden las tomas de tierras de manera violenta”, agrega.
Pregunta incómoda
¿Qué derechos les han sido negados a los descendientes de africanos en nuestro país?, se preguntó al INADI.
“No se trata de la denegación de derechos, sino del acceso al goce pleno de los mismos -respondió Federico Pita-. En Argentina el color de piel puede ser una limitante a la hora de acceder a oportunidades laborales y educativas. Como se ha visto en algunos episodios recientes, las personas no blancas también son víctimas constantes de la violencia institucional. La no existencia de un sistema legal de discriminación no implica la no existencia de prácticas discriminatorias profundamente arraigadas en la sociedad y sus instituciones”.