Por Fabián Seidán de Diario Cuarto Poder. Hay sectores de la economía formal e informal que en medio de la crisis inflacionaria aprovechan para sacar ventajas. Disparada de precios, faltantes de productos, menor oferta y falta de control, hacen el combo perfecto para que los especuladores obtengan pingües ganancias. El precio justo hoy no existe.
A río revuelto
El Índice de precios al consumidor se mantiene alto (alrededor de 6,5% por mes), acumulando un alza de 66% en los primeros 9 meses del año y un 83% interanual.
Las prendas de vestir y calzados fueron los de mayor aumento (10,6%), seguidas por bebidas alcohólicas y cigarrillos (9,4%), alimentos y bebidas sin alcohol (6,7%). Dentro de este grupo se destacó la suba de las verduras, tubérculos, legumbres y frutas; además de los aceites y carnes.
Especialistas aseguran que el aumento de precios que hoy vivimos es el más alto de los últimos 30 años. Y el pueblo lo puede ratificar con sólo ir de compras, ya sea al súper o al almacén del barrio.
Si bien la fuerte suba en los precios de los alimentos tiene que ver con factores internos (sequía, inestabilidad económica, restricción de importaciones) también hay motivo externos, como el boom de demanda internacional de commodities, la inflación mundial y la invasión rusa a Ucrania.
La cuota “argento”
Pero lo que más colabora con los aumentos es la cuota de picardía “argento”. El gobierno reconoce que algunos precios si bien suben por la guerra, no tiene dudas de que hay una cuota de incremento por los “especuladores y codiciosos” de siempre.
O sea, es culpa de la guerra pero también de los avivados. ¿Pero son avivados o simplemente precavidos, y cuidan sus intereses frente a la inestabilidad económica y monetaria del país? Lo cierto es que el único que pierde en este escenario es el consumidor final.
Por eso, desde marzo último, el presidente instruyó a sus ministros para que apliquen todas las herramientas del Estado para fijar precios y controlarlos. Sin demasiado éxito (Está a la vista).
Problema sin solución
¿Qué hacen muchas empresas cuando hay desconfianza o expectativas de devaluación o inflación sin techo? Las que son formadoras de precios sacan ventajas y crece el oportunismo de otros para lograr beneficios extras. El que puede, enseguida le agrega más números a los precios, por las dudas. No hay precios de referencias. Los especuladores se hacen la fiesta.
Se disparó la papa
Y así vemos que productos esenciales comienzan a mostrar su peor cara. Por ejemplo, el presidente de la Asociación de Productores Hortícolas de Córdoba, Juan Bautista Perlo, habló sobre el notable aumento en el precio de la papa y la cebolla, entre otras verduras, frutas y hortalizas que están en alza. Para tener una idea: el kilo de papa, que se vendía a 30 o 40 pesos el kilo; pasó de un mes a otro a valer entre 130 y 150 pesos el kilo. Mientras que la cebolla, que costaba 80 pesos, saltó a 300 pesos.
Según el productor, la papa está con el precio alto porque aún no salió la nueva producción proveniente de Villa Dolores (Córdoba) y de Tucumán. Hay escasez. Y aclaró que una vez que esté abastecido el mercado se normalizará el precio.
Por su parte, el productor Martín Vargas dijo que Tucumán no tiene la suficiente papa para abastecer a todo el país y aclaró que el mayor precio es porque la demanda superó la oferta.
O sea, el nuevo precio vino para quedarse. Seguirá alto.
Los huevos por las nubes
Otro producto de gran demanda que disparó su precio son los huevos. La bandeja o maple de 30 huevos en algunos comercios se vende entre 600 y 900 pesos dependiendo del color y tamaño. Pero los valores cambian todas las semanas y en algunos casos no hay precios definidos.
Desde el sector avícola destacan que se trata de una “recuperación” del valor del producto y que también influye el valor que tienen los cereales en Argentina.
Pese a su valor caro, no conviene comprar por unidad, ni por media docena o docena, porque el valor de compra se va a la estratósfera. Un sólo huevo se vende a 30 ó 35 pesos.
Vale recordar que ese mismo maple de 30 huevos, en mayo pasado costaba 450 pesos.
Aceite de girasol, todo un lujo
El problema con este producto no es sólo que subió su precio, sino que en algunos negocios no hay. Centros de Almaceneros advirtieron que la liberación del precio del aceite sobre el canal comercial minorista de Argentina generó un histórico incremento del 125 por ciento. “Los precios cambian todos los días”, se lamentó un almacenero.
Por un lado, los precios suben y, por otro, no hay abastecimiento.
En algunos negocios, piden que compren otra cosa, como un paquete de galletas, para vender aceite. Los aceites tradicionales aumentaron un 50 por ciento, pero las empresas pícaras hicieron otros a los que añadieron frases como “alto oleico”, “plus” o “resistente”, para encarecerlos. Cuestan 780 pesos la botella de litro y medio.
De carne ya no somos
El mejor ejemplo de abuso y especulación se observa en la venta de carne vacuna ya que la demanda está baja (por la caída del poder adquisitivo de la gente); hay oferta de sobra, pero el precio no baja. Es más, en las últimas horas subió un 5% debido a que se viene el Mundial y en el sector saben que la gente comprará igual. Menos kilos, pero comprará.
La brecha entre el precio del productor y en góndola de la carne en los últimos meses no encuentra ninguna justificación y solo se puede explicar por las remarcaciones especulativas en los distintos eslabones de la cadena hasta el mostrador.
El Mercofrut se encarece
Como si fuera poco, la semana pasada comenzó con escenas de violencia en el Mercofrut, debido a que los puesteros, fleteros y compradores se dieron con un aumento en el costo del ingreso de los vehículos al predio. El Mercado de Concentración Frutihortícola de Tucumán tomó la decisión de amentar sus precios y eso generó mucho malestar.
El canon por el piso, que es el alquiler que pagan al Mercofrut por los servicios los puesteros, el monto pasó de 20 mil a 31 mil pesos. Además a los fleteros -por el servicio que le prestan al verdulero para llevarle la mercadería-, les pasaron a cobrar 700 pesos por día contra los 350 que se pagaba en octubre. Lógicamente que esa suba será trasladada inmediatamente al consumidor final. (Nadie va a perder si puede evitarlo).
La fiesta de aumentos sigue y el que paga el pato es el consumidor. ¿Hasta dónde aguantará?