En pleno enfrentamiento geopolítico entre Trump y Xi Jinping, la Cancillería avanza en acuerdos estratégicos que fortalecerán la influencia del régimen de Beijing en Argentina, mientras el Ministerio de Economía aguarda que Washington ayude a destrabar la negociación de la deuda.

Al mismo tiempo que Xi Jinping decidía renovar la ayuda financiera china de 8.500 millones de dólares destinados al Banco Central, Alberto Fernández utilizaba un backchannel con llegada directa a la Casa Blanca para gestionar un call con Donald Trump, en plena negociación para lograr que los fondos más poderosos de Wall Street acepten la última oferta oficial presentada en la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC).

Relación cercana

Alberto Fernández y el jefe del régimen chino mantienen una relación cercana a través de un continuo intercambio epistolar. El presidente argentino -cuando pocos lo hicieron en plena pandemia- envió a su colega chino una cálida carta expresando su solidaridad ante las millones de víctimas del COVID-19, y XI -sorprendido por ese gesto- se puso a disposición en una misiva que llegó desde Beijing a Olivos hace un par de meses.

El Banco Central tiene concedido un swap chino por 8.500 millones de dólares que vence el próximo 17 de julio. Alberto Fernández se enteró de esa compleja circunstancia financiera y envió a Xi una epístola solicitando la posibilidad de prorrogar ese swap que estaba atado a los acuerdos que, en su momento, firmó Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

China está cerca

El jefe de Estado argentino firmó esa carta urgente el 26 de junio. Ayer, con fecha del 1 de julio, llegó a Olivos una respuesta en mandarín y con la firma -al pie- de Xi. “Con respecto a su propuesta de renovar el Acuerdo Bilateral de Swap de Monedas y el Acuerdo Complementario, ya he dado las instrucciones a los departamentos chinos pertinentes a acelerar las consultas con la parte argentina”, decía la réplica.

Las necesidades financieras de la Argentina no se resuelven con el swap chino, debido a la crisis estructural del país tras los planes de ajuste de Macri y las consecuencias económicas de la pandemia. En este contexto, Alberto Fernández y su ministro Martín Guzmán trazaron una hoja de ruta para resolver la deuda externa que alcanza a más de 110.000 millones de dólares.

EE.UU mira todo

Esa hoja de ruta implica cerrar un deal con los acreedores privados, por una suma cercana a los 66.000 millones de dólares, y acordar una nueva línea de crédito -Stand-By o de Facilidades Extendidas- con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En ambos casos, condición sine qua non, es necesario el respaldo político de la Casa Blanca.

Alberto Fernández tiene diferencias ideológicas con Trump y sólo hablaron una vez -por teléfono-, pero reconoce en la intimidad de Olivos que su apoyo fue estratégico para lograr que el FMI facilite las condiciones de negociación con los bonistas que operan en New York.

Entre amores y odios

El Presidente pidió a través de un backchannel de su estricta confianza un call con Trump, que busca su reelección y se encuentra en combate perpetuo con Xi y la ofensiva china en América Latina. La Casa Blanca quedó en contestar, y la sugerencia del staff del Ala Oeste a Trump fue que se tome un tiempo antes de coordinar su schedule con la agenda diaria de Alberto Fernández.

No es que Trump rechazará para siempre una llamada con Alberto Fernández, o suspenderá su apoyo silencioso a la negociación de la deuda externa -pública y privada-, simplemente con esos gestos diplomáticos exhibe su sorpresa ante la diplomacia de puertas abiertas que Olivos tiene con Beijing.

 

 

fuente: infobae

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