El pasto arruinado del monumental desató la furia de Marcelo Gallardo, quien aseguró “el piso del Monumental está peor que el de Huracán”.
Las sonrisas y el buen clima se evaporaron súbitamente cuando el avión sobrevoló el estadio Monumental. El plantel de River regresaba el lunes 22 de enero desde Mar del Plata, luego del triunfo 1-0 ante Boca en el único superclásico de verano, y Marcelo Gallardo vio el estado del campo de juego desde uno de los asientos delanteros del vuelo chárter. Desde el aire, el rostro se le transformó al técnico al ver el césped quemado. No bien el avión aterrizó en Aeroparque, llamó desde su celular a un dirigente millonario para pedirle explicaciones sobre semejante novedad. Desde entonces, Gallardo sabe que el primer partido de su equipo como local en 2018 será en un escenario cuyo césped estará muy lejos de parecerse al billar que él pretende. Según reconocen los propios dirigentes de River, el Monumental estará en “cinco puntos o en el mejor de los casos en seis” para el encuentro del sábado ante Olimpo, a partir de las 21.30.
Ahora bien, ¿por qué el césped del Monumental estará en mal estado cuando se supone que los cancheros tuvieron tiempo de sobra para dejarlo en condiciones óptimas para el reinicio de la actividad? El problema no fueron los recitales que Abel Pintos dio en el Monumental en diciembre, ni los partidos informales que se jugaron allí antes de fin de año como parte de los contratos del club con distintas empresas. Si se tratara de un partido de tenis, habría que decir que cometieron un error no forzado. En lugar de aplicarle al campo un fungicida y un insecticida preventivos, como es habitual en cada fin de año, le rociaron un herbicida que no hizo más que arruinar el césped. “Se equivocaron al manipular los bidones y tiraron a la cancha el equivocado”, dijo, todavía incrédulo, un dirigente que pidió la reserva de su nombre.
Grande fue el asombro del colombiano Juan Fernando Quintero la semana pasada cuando pisó el césped del Monumental para posar por primera vez con la camiseta de River y vio que el campo estaba en tan mal estado. “¿Qué pasó aquí, amigo?”, le preguntó a un empleado de River que no supo qué contestarle. Quintero es uno de los cuatro refuerzos que llegaron a River en este mercado de pases, junto a Lucas Pratto, Franco Armani y Bruno Zuculini.
Los trabajos contrarreloj comenzaron hace ya varios días y en las próximas horas seguirán colocando panes de pasto para tratar de maquillar un campo de juego que en los últimos tiempos le dio más de un dolor de cabeza a Gallardo. Para los últimos partidos del año pasado, el césped había lucido poco menos que impecable, con un verde radiante y un piso por el que la pelota rodaba con naturalidad.
A pedido de Gallardo, en el predio de River, en Ezeiza, el año pasado colocaron el mismo tipo de césped que hay en el Monumental, de manera que el plantel realice los entrenamientos en una superficie similar a la que utiliza los días de partido. Por lo general, el entrenamiento del día previo a cada encuentro oficial se realiza en el Monumental. Sin embargo, este inconveniente hizo que el técnico de River ordenara que la práctica del último sábado tuviera lugar en el predio de Ezeiza.
En marzo del año pasado, en la previa del partido que Argentina jugó ante Chile por las eliminatorias para el Mundial de Rusia, el campo de juego también se vio en mal estado, lleno de pozos y de desniveles que provocaron críticas por parte de los futbolistas de la selección. También Gallardo se quejó por entonces y los dirigentes de River pusieron rápidamente manos a la obra para que el césped estuviera a tono con las necesidades de un equipo que apuesta a jugar por abajo.
Ya para agosto del año pasado, el césped lucía impecable: River realizó una siembra, se empanaron 250 metros cuadrados en las áreas y además realizaron una aireación con púas que se importaron desde Estados Unidos. Otro momento, otra realidad. Hoy, en River, se conforman con evitar que el césped del Monumental se siga pareciendo al de una cancha del ascenso.