Sabrina Pasarín conducía alcoholizada y mató en un choque a un remisero. En 2011 había protagonizado otro, pero no se investigó. “Fueron desgracias, no maté a nadie”, dijo.

“En primer lugar, aclaro que no maté a nadie. Tuve la desgracia de participar en dos accidentes viales, en los que fallecieron dos personas. Me apena saber que dos familias perdieron seres queridos y les pido disculpas por no haber tomado las precauciones para evitar que ello suceda”. El texto fue firmado por Sabrina Pasarín (21), detenida en la Comisaría 1°.

En ocho años, Pasarín (21) estuvo involucrada en dos accidentes fatales. Desde el jueves 20 de junio está presa en una comisaría de San Miguel de Tucumán después de haber chocado al cruzar un semáforo en rojo y con alcohol en sangre.

“Ambos casos fueron accidentes, en los que actúo la Justicia sin ningún tipo de presión. Ahora me encuentro privada de libertad y sólo hablan de lo que hizo, o no, mi padre (acusado de comercialización de droga). Se ensañaron conmigo y buscan cualquier altercado familiar para montar un espectáculo”, remarcó en el mensaje.

Sabrina es hija de Mario Pasarín (41), detenido desde abril de 2018 en Santiago del Estero. Lo atraparon en Orán, Salta, después de una investigación de un año y medio: lo acusan de liderar una estructura que compraba cocaína en Orán, Salta, y la trasladaba a Tucumán. Le adjudican el transporte de, al menos, 20 kilos por semana.

“Pasarín dio precisas instrucciones (a los miembros de la organización que supuestamente dirigía), a fin de que si se encontraban con un control policial, no tenían que parar por ninguna circunstancia, sin importar la vida de terceros o la de ellos mismos”, explica la acusación.

“Soy madre y más que nunca comprendo el valor de la vida. Pero, reitero, yo no maté a nadie. En el primer caso, tenía apenas 14 años. No entiendo que quieran mostrarme como una asesina y como que mi familia quiso evitar que se investigue el accidente en el que falleció Lucía Nieto. Si bien no éramos amiga intimas, compartíamos un grupo de amigas y esa situación, al iniciar mi adolescencia, me marcó para siempre. Estuve un año en rehabilitación porque casi pierdo la pierna y debí cambiarme de escuela por la condena social que sufrí. El segundo caso fue otro lamentable accidente, en una de las esquinas más peligrosas del microcentro y las circunstancias en las que se produjo están aún en investigación”, detalló en la carta.

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