La deuda argentina operó en baja después de una serie de anuncios oficiales que apuntaron a contener la creciente inflación y acotar la volatilidad del tipo de cambio, con las ventas de USD 60 millones diarios a cuenta del Tesoro.
Como paliativo por la recesión de la economía y la carestía de precios, la administración de Mauricio Macri anunció un congelamiento de tarifas por seis meses, que involucra un costo fiscal de unos $9.000 millones, líneas de créditos blandos para el consumo de sectores de menores ingresos financiados por la ANSeS y una expansión de los préstamos para vivienda (ProCreAr), .
Esa flexibilización en el objetivo de déficit primario “cero”, defendido a ultranza por el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, fue recibida con desconfianza por los mercadosfinancieros, que demandan austeridad fiscal para que la Argentina cumpla sin sobresaltos con sus compromisos de una deuda pública que hoy alcanza el 90% del PBI y está concentrada en un 76% en emisiones en dólares.
Es cierto que el pago de capital e intereses está garantizado por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero dicho stand by tiene una fecha límite en 2020. Renegociarlo quedará en manos del próximo Gobierno, cuya política económica es un completo interrogante.
Por eso los bonos soberanos más castigados son aquellos del tramo “medio” de la curva de vencimientos, como el Bonar 2024 y el Bonar 2025, títulos en dólares bajo legislación argentina. En el último mes el Bonar 2024 perdió 3,7% en dólares y hoy vale USD 92,30 por cada lámina de 100 dólares, mientras que el Bonar 2025 cayó en el último mes un 10,2% en dólares, a USD 68,50 por cada lámina de 100 dólares.
La evolución de los precios de la renta fija en el mercado secundario es inversa a la de la tasa de retorno. Ante una mayor percepción de riesgo de cumplimento de la deuda, más bajo el precio y más alta la tasa de interés implícita, para tentar a los inversores a asumir dicho riesgo.
Por eso la rentabilidad de estos títulos de referencia trepa hoy a un 15,4% anual en dólares, casi sin competencia en el mundo.
El Riesgo País de JP Morgan es un indicador que mide la diferencia de tasa de los bonos de los EEUU con sus similares de países emergentes, pues el título norteamericano a 10 años es una referencia internacional. Para la Argentina alcanza este jueves los 853 puntos básicos.
Frente a un Treasurie que rinde 2,56% anual, si la Argentina saliera ahora al mercado a colocar un bono en dólares a 10 años debería aceptar pagar una tasa de 11% anual en dólares, con esos 8,5 puntos porcentuales extra respecto del bono del Tesoro.
El Riesgo País para Argentina superó así los 840 puntos intradiarios que había alcanzado el pasado 27 de diciembre, cuando cerró la operatoria en 837 enteros. También índice de riesgo crediticio pasó los 844 puntos del 15 de octubre de 2014, cuando el gobierno de Cristina Kirchner afrontaba un default selectivo. Para encontrar una cifra mayor hay que retrotraerse al 17 de junio de 2014 (873 puntos básicos).
Aquel salto del Riesgo País de hace casi cinco años obedeció al rechazo por parte de la Corte Suprema de los EEUU de la petición argentina de revisar el fallo del juez de Manhattan Thomas Griesa, que impedía el pago de vencimientos de deuda reestructurada en el canje de 2005.
Al día siguiente, el 17 de junio de 2014, la Corte de Apelaciones norteamericana decidió levantar el “stay”, medida que dejó en riesgo de embargo los depósitos que la Argentina realice en el Banco de Nueva York Mellon para pagar vencimientos de deuda regulares.
Hoy, los mercados internacionales vuelven a ponderar a los bonos soberanos argentinos con un estatus similar al de aquella cesación de pagos.