La economía atraviesa un escenario de alta inflación; escasez de reservas reales; intereses por deuda altísimos; una industria estancada que no reactiva; tarifas de energía eléctrica y gas retrasadas y un mercado que no perdona. Los desafíos para el nuevo gobierno.
La actividad económica retrocedió al nivel del 2010, hace 9 años que no crece y con una inflación que no perdona, teniendo piso en 25% anual, y probablemente el techo en 55% anual.
Alberto Fernández, como futuro presidente, contará con muchas restricciones y dificultades. A partir de diciembre se aplica el ajuste por inflación a los balances impositivos; el año próximo las jubilaciones seguirán ajustándose por la inflación pasada, por ende, el gasto irá en aumento y la actividad económica en baja no augura posibilidad alguna de financiar ese gasto.
A todo esto, hay que sumarle el contexto internacional que habrá en su ascenso y las complicadas relaciones comerciales que pueden existir con el principal socio comercial, Brasil.
¿Cómo espera el presidente electo resolver todo esto?
Alberto Fernández se declaró abiertamente en contra de la toma de deuda, y eso, en caso de que la matriz productiva no produzca el sustento que se necesita, deja una única opción: emitir pesos. Sí se emite a mansalva, eso generará un aumento en la oferta monetaria, la cual repercutirá de forma directa en los precios.
La única forma de proteger el peso ante ese escenario, será aumentar la tasa de interés; y eso provocaría mayor caída de la tasa de inversión y aumento de ahorro que deriva en un exceso de oferta de bienes que hará caer más el nivel de actividad económica. A corto, medio y/o largo plazo, esto deriva en baja en salarios reales, disminución del empleo, del consumo, y aumento de la pobreza e inflación.
Obviamente, se puede hablar de optar por otros caminos: Default de deuda; acuerdo con empresarios; congelamiento de tarifas; votar una ley de emergencia económica para la aplicación de nuevos impuestos; la suspensión de incrementos salariales y eliminación de gastos para poder sortear el conflicto económico.
Con respecto a la deuda, es muy probable que el futuro presidente desee llevar adelante una reestructuración de la deuda a la Uruguaya. Es decir, proponer una quita a la deuda del FMI, y una renegociación sin quita de capital e intereses al resto de los acreedores privados, pero alargamiento de plazos y capitalización de intereses.
En materia económica y financiera, se implementó el súper cepo por parte del Banco Central con las expectativas de frenar la pérdida de divisas, que solo en la semana anterior a la elección, llegó a liquidar USD 3.945 millones para contener el valor del dólar en $60. De ahí que el dólar será un bien escaso, por ende, tenderá a subir su cotización a través de sus variables de cotización libre (dólar Bolsa y contado con liqui).
Expectativas de exceso de emisión de moneda
Pasado noviembre, y en vísperas de una gran emisión de pesos en diciembre para pagos de aguinaldos y bonos, el dólar libre podría experimentar una fuerte suba impulsado por dos cosas: depreciación del peso y alta demanda del dólar.
Si bien el control de cambios es una medida altamente impopular, la pérdida de USD 3.945 millones de reservas en una semana no es nada sano y de continuar, podría afectar la poca estabilidad de la macroeconomía. A valores de hoy, Alberto Fernández llegaría con reservas muy bajas, se estima que al punto de que podrían llegar a ser nulas o incluso negativas.
La incertidumbre hasta diciembre será muy alta, será recién ahí cuando se conozca el gabinete de trabajo de Alberto Fernández, los lineamientos en cuanto a política monetaria y a que directivas se les darán a los bancos en materia crediticia. No hay mucho margen de maniobra. El Tesoro Nacional no tiene un peso, y para cumplir las obligaciones de diciembre hay que emitir el equivalente al 25% de la base monetaria, esto implicaría $400.000 millones aproximadamente.
fuente: infobae