Por Manuel Rivas Director de Diario Cuarto Poder | Con seguridad se puede afirmar que el humorista Alberto Calliera fue generoso con generaciones de tucumanos a los que les regaló sonrisas, pero a mi me dio un regalo que guardaré el resto de mi vida.
Como periodista con casi 26 años de profesión, he crecido viendo en TV el micro de humor que tanto extrañaremos.
El fallecimiento de Alberto Calliera seguramente dejará en nosotros un vacío, que ya nunca podremos llenar.
Él formaba parte de una “tucumanidad” que nos diferencia y nos representa ante otras idiosincrasias del país.
Era un laburante del humor, pero también de la información, porque se nutría de ella para ese humor irónico que ejercía.
Últimamente se lo veía desmejorado, pero la chispa de su humor seguía intacta y tan vigente como siempre.
Quizás el público -en el cual me incluyo- siempre quiere más y no se da cuenta que detrás de la leyenda hay un hombre.
Y ese hombre me hizo un gran regalo la última vez que nos encontramos. Fue en un puesto de diarios de calle San Martín al 600.
Apenas lo vi, lo saludé con afecto y le pedí que nos sacáramos una foto, a lo que accedió con gran gentileza.
Inmediatamente le dí mi celular a un colaborador para que registrara el momento. Ese asistente le preguntó:
-Don Alberto, ¿sabe quién es él?
A lo que él repuso negativamente. Cuando mi colaborador le dijo que era el director del Diario Cuarto Poder, se sorprendió.
Pasada la sorpresa inicial, me dijo: -Te felicito. Yo lo leo todas las semanas y me gusta mucho.
Ese fue el gran regalo que me hizo Alberto Calliera, quien le dejó saludos a su colega, Don Eduardo, los que fueron transmitidos de inmediato.
En este momento de tristeza me quedan las miles de veces que me hizo reír y este reconocimiento que no se compara a ningún otro.
Además de perder a una leyenda del humor, Diario Cuarto Poder perdió a su más notorio lector.
Ojalá esas sonrisas se multipliquen al evocarlo, y en ese paisaje celestial de esa otra dimensión también diga: Vea amigo…