Con miras a ganar las elecciones de octubre, el Macrismo y sus aliados trabajan a destajo en el armado de listas con sus socios para volver a ser gobierno. Si ganan, las reformas Previsional y Laboral serían un fija ya que les serviría en su política para alcanzar déficit cero en 2020.

El tono de la conversación en la cúpula de cambiemos pasa por consignas de este tipo: Hay que repetir el 2015; no da para más, o sea precipitar un ballotage con lo que se tiene y tratar de ampliar la diferencia de ese año, que superó apenas el 2 % de los votos.

Primera y Segunda vuelta

La pregunta es: ¿Se logra eso en los 29 días que hay entre la primera y la segunda vuelta? Mejor ir preparándolo desde ahora, buscando alianzas para un eventual gobierno, que supongan un loteo de ministerios comprometido por adelantado.

Aquí se separan las aguas entre los puros y los heterodoxos en Cambiemos, los que quieren cerrar las compuertas más cerca del marcopeñismo de la mesa chica, y los aperturistas.

No repetir 2016

Otra consigna es: Lo que no hay que repetir es el 2016. Esta vez quizás convenga cerrar filas en torno a un acuerdo que permita hacer lo que no se pudo: reforma previsional y reforma laboral.

Lo ofrecieron Ernesto Sanz y Miguel Pichetto a Olivos, apenas asumió Cambiemos, pero aquella vez lo rechazaron.

Déficit cero

Un acuerdo de ese tipo es lo único que, en la lógica del gobierno, puede asegurar las condiciones de recuperación para un país que tendrá algo parecido al déficit cero (si no se cuentan las retenciones con plazo fijo, la suspensión de la actualización de balances por inflación y los intereses de la deuda, que suman algo así como 4,5/5% del PBI) y todas las provincias menos una, con superávit fiscal.

Para simplificar del todo: al gobierno le preocupa más el 2020 que el 2019, que ya está jugado. Con esa música bailan las encuestas y las carpetas que intercambian los responsables de acercarle a Macri alguna solución que le aclare el futuro.

Tener poder y conservarlo

Al final, la política es una mezcla de simplificación, fatalismo y manipulación del otro. La gestión, que justifica la existencia de la política, es algo secundario porque lo primero es lo primero: la gobernabilidad, tener poder, conservarlo, nunca perderlo. Eso explica los extremos de optimismo que gana en los “cuarteles” a medida que se acercan las elecciones, y que quienes gobiernan actúen como si ya hubieran ganado.

De otra forma, apenas estarían ocupándose de hacer las maletas.

fuente: clarín

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