En los 4 años del cepo cambiario se fugaron más de USD 35.000 millones

El Indec estimó en USD 230.557 millones los activos externos de los argentinos fuera del sistema financiero a fines de 2015. Crecieron en USD 8.000 millones en el último año.

Las restricciones de ventas de cambio a menos de 10% de los trabajadores asalariados, en su mayor parte del sector público, y a apenas un 1% de los jubilados, que se impuso desde los primeros días de 2012 como desafortunada estrategia de “proteger” las reservas del Banco Central tuvieron el efecto opuesto.
A los ya conocidos perjuicios que el cepo cambiario que la ex presidente Cristina Kirchner anunció a fines de octubre de 2011, luego del contundente triunfo electoral con 54% de los votos para un segundo mandato de Gobierno, generó sobre la actividad económica, el empleo privado, el comercio exterior y sobre todo sobre la calidad de vida de gran parte de los residentes, se agregó el incentivo a la fuga de capitales.
Se sabe desde tiempos milenarios que nadie va a donde no lo dejarán salir y que cuando se imponen cepos automáticamente se disparan mecanismos de defensa por parte de quienes no comparten ese obstáculo.
Eso fue lo que ocurrió a la vista de los propios funcionarios encargados de seguir el movimiento de las divisas, porque al cabo del primer año del cepo mientras las reservas del Banco Central cayeron en casi USD 3.000 millones los activos externos de los argentinos se elevaron en unos USD 12.000 millones, desde USD 194.854 millones previos.
Esa secuencia se fue repitiendo año tras año, al punto que el Indec acaba de comunicar en el informe ampliado de la balanza de pagos al cierre de 2015, con cifras corregidas de años anteriores, que las tenencias de activos externos ascendieron a USD 230.557 millones, excluidos USD 5.100 millones correspondientes al sector financiero.
De los datos que actualizó la Dirección Nacional de Cuentas Internacionales se desprende que mientras a fines de 2011 los activos externos de los argentino hubieran permitido cancelar la totalidad de la deuda pública y privada y aún así quedarse con un saldo de unos USD 50.000 millones, cuatro años después, pese a todas las restricciones, incluida la capacidad del Gobierno, pero también de las empresas de tomar crédito en el resto del mundo, esa proporción se agudizó al punto que ahora se podrían haber cancelado la totalidad de esos compromisos, incluidos los USD 12.000 millones que se acordó pagar a todos los holdouts, y quedar un excedente de más de USD 60.000 millones.
Claramente, que se trata de un ejercicio matemático, dado que los ahorros acumulados son de particulares y empresas y la deuda externa es en su mayor parte de todos los niveles de gobierno y de parte de las sociedades con vínculos con el resto del mundo. Pero sirve para comprender la magnitud de los recursos que en un escenario interno amigable para el ahorro y la inversión productiva interna se podrían haber volcado a generar riqueza y empleos argentinos.
Otra forma de ver las oportunidades perdidas con el cepo cambiario que alentó el último ministro de Economía del Gobierno de Cristina Kirchner, el ahora diputado Axel Kicillof, es observar cómo la relación de los activos externos con las reservas en divisas en el Banco Central se elevó de 4,2 veces a fines de 2011 a poco más de 9 veces cuatro años después.

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