Por Julio Denis para DIARIO CUARTO PODER | Este viernes fuimos testigos de la cara más triste de la cuarentena debido a la pandemia del coronavirus. Tras 2 semanas de cierre, los bancos abrieron sus puertas para realizar el pago de sueldos a jubilados y beneficiarios de planes sociales.
Una mezcla de cosas
Algunos fenómenos que confluyeron, sumados a la falta de visión de más de un responsable de instrumentar de manera eficiente la atención bancaria.
Se mezclaron varias cosas: se mezcló la gente que cobra Asignación Universal por Hijo (AUH) y recibe ayuda especial, con personas que no habían cobrado la jubilación, vieron el banco abierto y fueron a cobrar la jubilación, algunos podrán decir que pusieron a los que no trabajan con los que trabajaron toda su vida y alguna razón tendrán.
Ayer fue una gran oportunidad ´para “marcar la cancha”, para, de una vez por todas, fijar prioridades y darle prioridad a los que ya cumplieron, ya cumplieron con el pago de décadas de impuestos, ya cumplieron con décadas de aportes jubilatorios, ya cumplieron con décadas de trabajo, ya hicieron su parte y merecen tener el descanso que les corresponde, se lo han ganado.
Los responsables
Siempre escuchamos que” la información es poder” y los responsables Miguel Pesce, presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, titular de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES) hizo muy poco para resolver una crisis que estaba anunciada Sergio Palazzo, secretario general de la Asociación Bancaria, ninguno estuvo a la altura de las circunstancias.
Todos ellos sabían que más de 1,7 millones de jubilados cobran sus haberes en la caja de los bancos por diversas razones, la más común es la falta de instrucción en el manejo de cajeros automáticos, sumarle a esta cifra el pago de un bono especial a beneficiarios de planes sociales fue al menos irresponsable.
Todos estamos de acuerdo que las cosas se pudieron hacer de una manera mejor, más organizada, sin tener que poner a cientos de miles de abuelos en una situación de vulnerabilidad y exponerlos a el virus que estamos tratando de detener, ellos forman parte de la población más castigada por la pandemia y lo de ayer fue un desastre.
La ley de tiempo de espera
Ayer, la ley provincial 8.895, nombrada como “Ley de Tiempo de Espera para la Atención al Público”, que establece que una persona no debería esperar para ser atendida más de 30 minutos de pie. Y en el caso de que el establecimiento al que asiste cuente con asientos, números de turnos y baños, la espera no debe sobrepasar los 90 minutos fue pisoteada.
Tristeza, bronca e impotencia, esas fueron las emociones que nos causaron las imágenes del día de ayer, vimos jubilados desvanecerse en las colas interminables, vimos jubilados desmayados sobre la calle, vimos jubilados llorar de angustia y miedo, vimos jubilados tomarse a golpes por un espacio en la fila y hasta vimos a una madre “alquilando” a su bebé para poder pasar sin esperar al banco. La situación no debe repetirse. Lo positivo es que sabemos que nuestro presidente se sintió igual que nosotros. Alberto Fernández se reunió con los responsables de la situación y les manifestó su malestar.
Hoy fue diferente
Hoy la situación es muy diferente, todas las acciones que debieron llevarse a cabo ayer ya fueron instrumentadas y la atención bancaria (así es, los bancos atenderán sábado y domingo) se ha organizado.
El día de ayer el flujo de personas en la calle era casi normal, se rompió la cuarentena, ahora habrá que esperar si el caos de ayer tuvo algún impacto en el ritmo de contagio del coronavirus. Lo que si sabemos hoy es que el mundo y el país no volverán a ser lo mismo y que esta enfermedad desnudó más de una falencia que debemos resolver entre todos.
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