La figura del Papa Francisco y la reacción del Gobierno se ensamblaron para moderar la escalada callejera. Los movimientos sociales suspendieron ayer la movilización que tenían prevista para el lunes próximo a Plaza de Mayo que iba a potenciar la saga que arrancó con la huelga y la marcha de los docentes y siguió con los actos de la CGT y el 8-M femenino.

Operó una doble navaja política. Por un lado, la Casa Rosada aceleró el trámite para reglamentar la Ley de Emergencia Social, uno de los reclamos que vocean los jefes piqueteros. El texto, según adelantaron fuentes oficiales a Clarín, ya tiene la firma de Mauricio Macri y saldrá en el Boletín Oficial de hoy.

Carolina Stanley, ministra de Desarrollo Social, empujó en las últimas horas la reglamentación de la norma para mandar un mensaje a las organizaciones. El vicejefe de Gabinete Mario Quintana se enfrascó en la redacción final con funcionarios de Trabajo, de Hacienda y con el secretario de Legal y Técnica Pablo Clusellas. La ley, votada con amplio apoyo en diciembre por el Congreso, destina $30 mil millones a políticas sociales en tres años.

El otro componente que jugó en la suspensión de la protesta de los movimientos sociales en la Plaza de Mayo fue, si se quiere, exógeno. Como el acto adquirió un tono marcadamente anti Macri, hubo sugerencias para despegarlo del aniversario por la entronización del Papa. “Quisimos evitar que se meta el nombre de Francisco en una protesta”, confió a Clarín uno de los dirigentes convocantes.

En despachos oficiales fueron más filosos. “Hubo un pedido que llegó del otro continente”, deslizó un hombre del PRO, en referencia al Vaticano. Cautos, los organizadores evitaron que se diga que intercedió el Papa o algún portavoz papal.

“Si vamos a hacer cortes de ruta y protestas no lo podemos mezclar con el aniversario de Francisco”, le dijo un organizador a Clarín y confió que el Papa había bendecido la “asamblea en Plaza de Mayo”. Al recalentarse el marco social, optaron por cambiar día, lugar y mecánica de la protesta.

La modificación fue resuelta, ayer por la tarde, por “Los Cayetanos”, una mesa que ocupan Esteban “Gringo” Castro de la CTEP, Daniel Menéndez de Barrios de Pie (BdP) y Alfredo “Fredy” Mariño de la CCC. También tienen butaca allí Emilio Pérsico, del Movimiento Evita, el ponfífico Juan Grabois y Juan Carlos Alderete, veterano jefe clasista.

El apodo se lo ganaron tras la caminata de San Cayetano de agosto de 2016 en la cual la CTEP, la CCC y BdP estrenaron scrum callejero y político. Sus primos ateos de la izquierda criolla los llaman, con malicia, “las tres virgencitas”, por la terminal vaticana.

El argumento fue logístico. “Con la tensión en la CGT y el clima después de la marcha, si no podemos hacer un acto que exprese unidad, mejor no hagamos nada”, confió Menéndez, que, sin embargo, habló del “endurecimiento de la protesta” por la jornada de cortes, ollas populares y piquetes.

Unas horas antes, el miércoles, Menéndez y Emilio Pérsico habían confirmado a Clarín la jornada del lunes 13: primero habría una misa para recordar la “conversión” de Jorge Bergoglio en Francisco, luego una asamblea de militantes en Plaza de Mayo con la consigna papal “techo, tierra y trabajo” y al final un acto donde prometían juntar entre 50 y 80 mil personas.

Ese tumulto no ocurrirá.

Anoche sólo quedaba en pie, para el lunes, la misa en la parroquia San Ignacio de Loyola para “rezar por Francisco”. Y, reconfigurada, se montó una protesta el miércoles 15 con ollas y comedores populares a las calles. Todo, en principio, lejos de la Plaza de Mayo.

Fuente: Clarín

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