“Escritores contra la pandemia”: sumó otra escritora colombiana

Bus-colombiano
Escritores contra la pandemia | La propuesta literaria y solidaria para acompañar a aquellos que cumplen la cuarentena por Coronavirus, sigue sumando a escritores del mundo. En este caso, la colombiana Bertha Mercedes Montropez, a quien agradecemos.

EL BUS

Tenía que apresurar su paso. Si se pasaba el bus pasaría la vergüenza más grande de su vida.
Caminaba cada vez más rápido, más rápido, sentía que por milímetros llegaría tarde a la esquina. Su corazón latía fuerte y su respiración estaba agitada. Estaba llegando; lo vio aparecer y cuando quiso cruzar, el chofer no alcanzó a verla. Nada que hacer. Se sintió impotente. Aunque tomara un taxi iba a llegar tarde al taller. Y así fue. Una y otra vez.
Esa mañana lo decidió, no volvería a retrasarse. Colocó las alarmas de su reloj de tal forma que sonaran media hora antes de cada acción necesaria para alistarse.
Se levantó temprano, ya tenía lista la ropa que se iba a poner, el desayuno nada más había que calentarlo y el bolso para ir al taller estaba listo también. ¡Qué satisfacción! Comenzó a bañarse sin poder dejar ni un paso de su rutina diaria sin hacer, se cepilló los dientes, se vistió y de pronto frunció el ceño y su rostro dibujó una ligera preocupación, peinar su cabello la demoraría un poco. Al fin quedó peinada. Desayunó lo más rápido que pudo y solo quedó tiempo para enjuagar ligeramente su boca.
Se le veía una sonrisa placentera y un andar decidido, todo marchaba a la perfección. Justo en el momento que se disponía a salir, el nervio vago se le activó y comenzó a sudar y a sentir escalofríos. No lo podía creer, después de haber tenido todo organizado. Quiso no hacer caso pero no pudo. Tenía que atender el llamado de su cuerpo. Comenzó a reflexionar sobre su existencia y a meditar mientras dejaba que el placer recorriera todo su ser. Se sentía complacida y relajada cuando de pronto miró hacia el reloj y una angustia la acometió, habían pasado veinte minutos. Se le volvería a pasar el bus. Salió, llegó a la esquina, conversó unas cuantas cosas con una amiga que se encontró. Alguien le dijo que hacían siete minutos había pasado el bus que ella tenía que coger. Se entristeció. Inmediatamente su rostro cambió a una amplia sonrisa, venía otro bus. Y lo que anheló siempre, cogió el bus a tiempo.
Estaba llegando, calculó cinco a ocho minutos. Miraba a través de la ventanilla a la gente del mercado, distraídamente leyó: “Almacén El Único”. Miró su reloj, sonrió. Había suficiente tiempo.
En menos de un segundo escuchó un estruendoso golpe seco, percibió voces lejanas, vio la bondadosa sonrisa de su madre muerta y sintió una alegría inmensa. Su rostro estaba lívido y abotargado; sus ojos agónicos y a su mente vino el personal del taller. Volvió a mirar su reloj y con un estertor volvió a sonreír, iba a llegar a tiempo.
Ese día, aquella mañana fue la primera vez que no llegó tarde a su taller. Nunca llegó.

Datos de la autora

Bertha Mercedes Montropez es colombiana, nacida en la ciudad de Barranquilla Atlántico.
Escritora Inédita de cuentos y poemas y Licenciada en Lenguas Modernas ESPAÑOL-INGLÉS.

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