El inexplicable caso de una vecina de Santiago del Estero, fallecida que habría causado conmoción a sus familiares y vecinos que aseguran haberla visto moverse, respirar y sudar cuando abrieron el ataúd para empezar a velarla, no sólo causó conmoción en Navicha, pequeña población del interior, sino que además dejó abiertos interrogantes que tocaron de cerca a la comunidad.

Es que el temor a la muerte es capaz de generar y alentar los más sórdidos miedos con respecto a los riesgos del propio fallecimiento o mejor dicho de un aparente fallecimiento, que conlleve un entierro prematuro y que la persona en realidad aún esté viva.

Situaciones similares

Al respecto, el Dr. Franco Gianonni, de Santiago del Estero, mencionó que situaciones similares sucedieron en tiempos relativamente antiguos, en que los conocimientos médicos no estaban tan avanzados ni se disponía de la tecnología adecuada para garantizar un correcto diagnóstico, a partir de la detección de los esquivos signos vitales.

“Antes, históricamente, pasó que suponían que alguien estaba muerto, pero en realidad estaba catalépsico (un estado de rigidez muscular y casi imperceptibilidad de signos vitales).

Incluso se describía (en la literatura de la época) que se encontraron muertos con signos de violencia, como si hubieran querido salir del cajón, pero son cosas poco comprobables”, enfatizó.

Diagnóstico de muerte

En cambio, la medicina actual ha evolucionado y tiene establecidos los criterios médicos, con profuso basamento científico, ético y legal. Gianonni señaló en este sentido: “El criterio de muerte que se sigue para declarar la muerte (de una persona) incluye la falta de actividad encefalográfica (el encefalograma no detecta actividad cerebral), ausencia de actividad cardíaca (el corazón deja de latir y bombear sangre)”.

De todas maneras explicó que no todos los pacientes se tratan igual según se trate de personas traumatizadas o afectadas por una determinada enfermedad. Los criterios pueden variar e inducir, principalmente, tareas de reanimación por períodos más prolongados de tiempo.

“Un accidentado que hace un paro cardíaco, que no presenta actividad cardíaca, después de 30 minutos de (tareas de) reanimación (RCP) es considerado muerto. Se corta la reanimación porque no hay posibilidades de sobrevida. Pero también pueden ser unos minutos más de acuerdo con la evolución”.

Un fenómeno muscular

Otra posible explicación, según Gianonni, puede ser un fenómeno muscular: “A veces sí puede haber actividad muscular posterior al paro cardíaco y la muerte neuronal. Se pueden relajar los músculos (tras una muerte traumática) y en esos casos puede parecer que se movieron”.

De todos modos consideró poco probable no atinar a un diagnóstico correcto en la actualidad: “Yo no creo que hoy en día un médico no haga un diagnóstico certero de muerte. Sería insólito”.

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Tercera alternativa

Luego, el profesional, mencionó una tercera alternativa, al referirse a una posible sugestión colectiva, quizás tras presenciar algún reflejo propio del rigor mortis (rigidez cadavérica).

“Otra cosa que puede suceder es la sugestión de la gente y que (un hecho habitual, como un reflejo muscular), por el boca en boca (se termine deformando) y digan que (el difunto) se ha movido” por propia voluntad.

 

 

fuente: elliberal

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