crimen

No merecía morir así. La frase resonó fuerte en los oídos de quienes escuchaban a la tía del joven que fue ultimado en el comienzo de la semana en la localidad sureña de Río Seco.

“Tenía problemas de adicción. Es cierto que no se portaba bien, pero no merecía morir así. A él le dispararon en la calle, estaba desarmado y nadie puede confirmarnos que había estado robando. No hay nada que justifique este crimen”, sostuvo Cintia Puig.

El joven fue ultimado por el dueño de una propiedad a la que habría ingresado con intenciones de robo en Río Seco.

El lunes a la madrugada, Guillermo Ezequiel Solís (25) ingresó al hospital de Concepción seriamente lesionado por haber recibido un disparo de escopeta en su pierna derecha. El joven, que tiene antecedentes por delitos contra la propiedad, sólo pudo explicar que sufrió el ataque cuando se encontraba con su amigo Mauricio Cuello. El herido fue trasladado al Centro de Salud, donde terminó falleciendo el lunes por la tarde.

Personal de la Brigada Oeste, al mando de los comisarios Ariel López, Adrián Hisa y Miguel Carabajal, ubicó al testigo. Este habría declarado que junto a su amigo ingresaron a una casa abandonada para quedarse con un inodoro. Cuando salieron, fueron sorprendidos por el dueño de casa. “Sacó un arma y le hizo un tiro”, habría declarado.

El autor fue identificado como Jorge Alberto Pérez, pero la fiscal Mónica García de Targa decidió analizar varias cuestiones antes de definir su situación procesal. Sí dispuso una consigna policial en la vivienda del sospechoso. El martes, personal de la Brigada Oeste allanó el domicilio del mecánico. Secuestró una pistola nueve milímetros y una carabina calibre 22. Fue acusado de homicidio y quedó detenido.

“Lo único que exigimos es que la justicia actúe como corresponde a fin de evitar otros casos así. No hay forma de justificar este homicidio”, añadió.

Solís vivía con otros tres hermanos y su madre en una precaria vivienda de madera y techo de chapas. “Estos chicos fueron abandonados aún niños por su padre. Desde entonces su madre y después ellos salen a trabajar en la cosecha del limón. Después se van al sur también como cosecheros. La vida de esta gente es muy dura”, expuso Cintia.

El caso sacudió a la comunidad de Río Seco. “Los chicos consumen porque creció la venta de droga. Ese vicio los lleva a delinquir. Aquí casi todos los días hay hurtos y robos”, expuso María José, vecino del barrio Granja de esa comuna sureña.

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