El Movimiento Feminista del Tango presentó un escrito que pretender servir como guía para resolver situaciones de violencia, acoso o incomodidad en los salones de baile. Pregonan un tango sin letras misóginas, sin códigos machistas y con orquestas con mayor participación de mujeres.
El protocolo no es un documento fundacional, punitivo o restrictivo. Fue concebido como una guía de propuestas, una carta de advertencia y prevención, una transcripción de consejos desde una óptica feminista para acompañar la transformación cultural de las milongas y del tango. Busca convertirse en un testimonio flexible, sujeto a autocríticas y revisiones periódicas. Lo firma el Movimiento Feminista del Tango (MFT), una organización colectiva horizontal, que surgió en 2018 con el propósito de “gestionar herramientas y acciones tendientes a lograr efectivamente la igualdad entre todes les integrantes de la comunidad tanguera”, según reza e el documento fundacional.
Su lucha, dicen, es por eliminar todas las formas de violencia de género. Su causa radica en los espacios donde el tango vive: las milongas. El colectivo se nutre de bailarinas, profesoras, cantantes, músicos y milongueras de ley, nuevas y legendarias, que percibieron en las pistas escenas inconsistentes con sus perspectivas feministas. El tango, históricamente, fue un refugio de alta predominancia del hombre: donde el varón marca el ritmo y la mujer se dedica a acompañar. La tradición milonguera supone un juego de roles en el que la mujer se sienta a esperar el “cabeceo” de quien tiene la facultad de invitarla a bailar. Lo catalogan como un parámetro binario, un concepto de poder y una forma de superioridad que ya no toleran.
Ana Zeliz, socióloga especialista en temas de violencia de género, es una de las integrantes del Movimiento Feminista del Tango. Redactó el protocolo junto a Mónica Ogando, Natalia Giacchino, Soraya Rizzardini González y Natalia Terán, bajo el ala de un colectivo que comulga y apoya las causas feministas desde la militancia. El MFT integró una acción común en la vigilia por la media sanción en diputados de la ley de aborto legal, participó en las movilizaciones por #NiUnaMenos y marchó al Congreso el Día Internacional de Lucha contra las Violencias hacia las Mujeres y Disidencia.
Zeliz definió al tango como “machista”. Su deseo es que el baile deje de ser una doctrina coordinada por el hombre y se convierta en un diálogo con equivalencias. La propuesta no asume un carácter transformador, sino reivindicador del cambio de paradigma. Dijo la socióloga: “La milonga ya está cambiando porque la sociedad está cambiando. El protocolo no es una directiva rígida: viene a dar sugerencias y pautas a seguir para que esta transformación cultural fluya mejor. El protocolo no viene a modificar nada, sólo quiere ayudar y acompañar un cambio que ya se está dando en algunas milongas”.
fuente. infobae