En medio de la recesión, los ajustes presupuestarios y los salarios atrasados, hay algo que no cambia: el festival de canje de pasajes en el Senado Nacional. A pesar de las promesas públicas de acabar con este insólito sistema, todo sigue igual. O peor: el monto que se otorga a los legisladores a cambio de cada pasaje de avión aumentó en el último año otro 30 por ciento. Así, los senadores que deciden canjear todos los pasajes aéreos y terrestres de los que disponen cada mes se llevan hoy un sobresueldo del 72 por ciento.
El salario actual de los senadores nacionales, compuesto por la dieta y los gastos de representación, es de $184.504,35 . Tras los descuentos por seguridad social y el impuesto a las ganancias, les quedan en mano $126.600, 49.
Pero además, cada uno recibe 20 pasajes de avión y 20 de ómnibus por mes que pueden usar para viajar a cualquier lugar del país. O dárselos a un asesor, familiar o amigo. O canjearlos por dinero en efectivo. Por cada pasaje de avión que devuelven, se llevan $4.437, desde que en junio de 2018 aumentó el valor con respecto a los $ 3.401 que se pagaban hasta entonces, según informó el Senado. En tanto que para cambiar los pasajes de ómnibus -de los que sólo pueden canjearse diez- el precio está congelado hace años en 240 pesos.
Así, quienes canjean la totalidad de sus pasajes aéreos y terrestres se llevan un adicional de $91.140 cada 30 días –equivalente a 7,3 salarios mínimos– y redondean un total de $ 217.740,49 de salario de bolsillo.
La entrega de pasajes a los legisladores nacionales comenzó con el retorno de la democracia en los años 80. El objetivo original era que pudiesen trasladarse a Buenos Aires los senadores y diputados del interior del país. Sin embargo, con el paso de los años y con el consenso de las principales bancadas, la cantidad de pasajes disponibles fue creciendo – así como la posibilidad de transferirlos o canjearlos por un monto de dinero cada vez más grande – hasta que el sistema terminó por convertirse en un artilugio legal para suplementar el ingreso de los legisladores lejos del escrutinio público. Esto no sólo alcanza a los legisladores del interior, sino también a los porteños y bonaerenses, que reciben la misma cantidad de pasajes. Y no sólo a ellos, porque también disponen de tickets las autoridades administrativas de la Cámara y de los bloques.
En la Cámara baja, Emilio Monzó acordó con el resto de las autoridades una fórmula para ponerle fin al demonizado canje sin perder la mayor parte de sus beneficios. Hasta entonces, los diputados que canjeaban todos su pasajes se llevaban un adicional de $40.000. En el nuevo esquema, los diputados deben elegir una vez al año entre un menú de cuatro opciones de adicionales por movilidad que combinan diferentes cantidades de pasajes transferibles e intransferibles y dinero en efectivo. La mayoría de los diputados optaron por la “opción 4” que consiste en recibir cada mes $30.000 en efectivo y 10 pasajes de avión intransferibles. Así, el 75% de lo que antes se percibía por canje quedó incorporado directamente al salario como “gastos de movilidad”, incluso para los legisladores que viven cerca del Palacio del Congreso y raramente viajan al interior.
En la Cámara alta se intentó una modificación similar, pero las conversaciones de Gabriela Michetti con los líderes de las diferentes bancadas se estancaron, según confiaron fuentes del Senado, y el sistema se mantuvo intacto hasta hoy.
El valor del canje de los pasajes aéreos (atado por otro curioso artículo de la reglamentación interna a un supuesto precio del pasaje Buenos Aires-Bahía Blanca) evoluciona mucho más rápido que los salarios. Desde la llegada de Cambiemos al poder, su precio se multiplicó por ocho: de $550 que cotizaba cada ticket en diciembre de 2015 pasó a los $4.437 de hoy. Así, el sobresueldo por canje de pasajes se volvió cada más abultado en relación al salario de los senadores. Se entiende entonces la reticencia a perder este privilegio.
El sistema se mantiene vigente bajo el más estricto hermetismo. Los autoridades de la Cámara rechazaron una y otra vez los pedidos informales para conocer cuántos pasajes canjea cada senador y cuánto dinero se lleva por ello: lo hicieron ante un pedido personal de este periodista, lo repitieron ante una solicitud formal presentada en la Oficina de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Senado inaugurada con gran pompa el año pasado y también lo denegaron ante un amparo judicial. Para culminar el cerrojo informativo, a partir de 2018 se quitaron los nombres de los senadores en los expedientes administrativos con las solicitudes de canje de pasajes que se suben periódicamente a la web del Senado.