Se trata de una yegua que había sido sustraída el pasado jueves y tras días de tristeza y desesperación pudo encontrarse con su dueño, un jubilado de 89 años.
Todo comenzó el jueves alrededor de las 16 horas, en la localidad de Las Salinas, El Timbó, cuando Pedro Felix Ponce, a quien todos conocen como “Chacho” fue a buscar a Pepa y no la encontró. La yegua siempre estaba, frente a su domicilio, bajo la sombra y a orillas del río, donde más de uno quisieramos estar estos días de calor insoportable.
Al notar su ausencia, el jubilado de 89 años se sintió devastado, Pepa es su gran amiga, su compañera desde hace 20 años y su distracción de las labores diarias, interlocutora muda de miles de charlas y anécdotas, una integrante de su familia.
Al notar dicha ausencia, se realizó la correspondiente denuncia y familiares de Chacho, como ser su amada nieta Rocío, comenzaron la búsqueda del animal no sólo por el lugar sino también a través de las redes sociales.
Pepa no estaba acostumbrada al trabajo, tampoco ni muchos menos nunca tuvo crías ni nada que pudiera acortar su vida, era muy bien cuidada y mimada por Chacho, quien estuvo 2 días triste , llorando, preocupado , sólo el reencuentro con su amada Pepa podía devolverle esa sonrisa sincera, clara y honesta que solamente tiene la gente de campo.
Los rastrillajes de la policía local dieron resultados negativos, Pepa ya no estaba cerca de su casa.
Fin de la búsqueda
Luego de días de falsas informaciones y búsquedas estériles, la familia recibió una dato real, la yegua se encontraba en un asentamiento de la capital tucumana.
Pepa había sido mal herrada, utilizada para acarrear chatarra, maltratada y explotada por sus captores, quienes sabiendo de su aberrante accionar, entregaron la yegua a sus verdaderos dueños ante el reclamo.
Pepa en casa
Pepa ya está en casa, esta lastimada por el accionar de los verdaderos “animales”. Seguramente el tiempo y el amor de Chacho curarán rápidamente sus heridas.
Un aplauso para todos los que no bajaron los brazos para Chacho y Pepa puedan sonreir nuevamente.