Francis Ford Coppola nos recibe en Napa Valley, en la terraza de una típica villa italiana con una espectacular vista a sus viñedos. En su mano sostiene una copa de Malbec argentino, que trajo a la mesa en un claro gesto de hospitalidad. Se nota que le gusta hablar de nuestro país al que conoce bien. “Argentina es fascinante. Se come igual o mejor que en Italia, las mujeres son de las más bellas del mundo, las locaciones son únicas, es la Europa de Sudamérica, y cuando vas al cine y está lleno, le podés dar una coima al de la puerta y te sienta en el medio de la sala al lado del pasillo” dice entre sorbos y risas. “Cuando empecé a estudiar el fenómeno del peronismo, el entramado de sus sindicatos, el modus operandi extorsivo que tienen las organizaciones sociales, la privatización de los derechos humanos y el sistema judicial absolutamente corrompido, fue cuando decidí volver a ver la trilogía del Padrino y me remontó a la primera vez que vi Bambi“.
(Francis es un fanático de la corrupción argentina desde siempre. Aquí lo vemos en un alto de la filmación de El Padrino, explicándole a Marlon Brando que su personaje está inspirado en un sindicalista llamado Lorenzo Miguel)
“Lo del miércoles en el Congreso fue maravilloso. Ver a Julio de Vido abrazándose con 95 legisladores que responden a los gobernadores de las provincias que se robaron el país durante el kirchnerismo, los mismos que evitaron su destitución, más por temor a ir presos ellos que por lealtad o convicción, era como estar ante una obra maestra del neorrealismo italiano. Porque uno sabe que la corrupción forma parte del ADN de la corporación política argentina, pero que eso se transmita en vivo y en directo por todos los medios, me superó a mí que ya lo vi todo. De hecho recibí un llamado de un capo de la Cosa Nostra siciliana para confesarme el pudor que sintió al ver semejante atropello a las instituciones. Ahí mismo me dije: éste es el momento de hacer El Padrino 4 Francis, ‘ya está el protagonista que tanto buscaste””
Consultado acerca de cómo será la esperada historia, aclara que no puede contar detalles por una cuestión de confidencialidad, pero sí adelanta que “Al Pacino y Robert Duvall me comunicaron que sus mujeres, ambas argentinas, los amenazaron con divorciarse si llegan a ser parte de algo, aunque sea de la promoción de una película protagonizada por un kirchnerista. El cubano americano Andy García, a quien siempre soñé como la continuidad lógica de Michael Corleone, no se negó formalmente, pero me dijo que prefería protagonizar a un Fidel Castro querible antes que compartir pantalla con De Vido, por lo cual le voy a dar un giro a la historia”. Como buen anfitrión, está al tanto de cada detalle, así que nos ofrece un poco de prosciutto di parma con mozzarella de bufala, que aceptamos por supuesto. Mientras tanto, continúa: “La película comienza en 1997, donde la dejé, cuando Michael muere por una apoplejía. Un hábil Julio De Vido, quien era el contador de Inmobiliare, aprovecha la oportunidad para quedarse con el control de este imperio y utilizar los miles de millones que genera para estrechar lazos con Irán, Cuba y Venezuela. A partir del 2003 la historia es bastante conocida por todos. Más que eso no puedo contar”
(“¿2 palos verdes cuesta la película? ¿Nada más?” dice que le preguntó De Vido al productor del Padrino 4, quien le aclaró que eran 200 millones de dólares y que el Diputado ni se inmutó)
Duele mirarse al espejo, pero en el fondo Francis no hace más que ponerle épica a la impunidad, como sucede en toda película de la mafia. El problema es que nosotros la sufrimos en la vida real todos los días. “Muchachos, tienen un país bárbaro y entiendo el dolor o la vergüenza de ver cómo los corruptos no sólo no están en la cárcel sino, por el contrario, siguen sentados en su banca en el Congreso o en los principales juzgados del país. Pero estos señores a los que ustedes tanto detestan no se eligieron solos, alguien los votó. Es una pena que Mario Puzzo no esté vivo, porque lo disfrutaría tanto. Si viera la Argentina actual no pararía hasta dejar escritos 20 libros más” afirma el Director de Cotton Club, Tucker y la Ley de la Calle, quien continúa su relato de manera casi cruel. “Lo de Julio además tiene un condimento especial ya que uno intenta imaginarse qué pasará por la cabeza de una persona que, un día después de ser juzgado por sus pares públicamente, se encierra a criar y adiestrar palomas mensajeras, capaces de volver a su palomar desde puntos distantes. Muy parecido a Don Vito y sus naranjos. De ahí surge el Don Vido”.
Sorprendidos por el nivel de detalle con que conoce al protagonista de su nueva película, copa de Malbec va, mozzarella de bufala viene, le preguntamos si algún argentino formará parte del elenco: “Los actores argentinos tienen una gran reputación en todo el mundo, pero prefiero pagar diez veces más por actores internacionales antes que fumarme al delegado gremial de turno. Con quien estoy trabajando el guión es con Juan José Campanella. Me encantan sus películas y además me río mucho con sus tuits. Es agudo y picante”. Suena el teléfono, nos pide disculpas y atiende “Hola Martin, tanto tiempo”. Calculamos que será Scorsese, porque Lousteau seguro que no.